Hace unos meses Shintaro Kago nos señalaba en “Fraction” (mejor cómic del 2013 para esta publicación) que la viñeta puede estar plagada de trampas que distorsionan la realidad. Una reflexión parecida hace Andy Diggle en la introducción de “La instantánea”: “Cuando hablaba de su cine, Dziga Vértov definía la cámara que le permitía rodarlo como un ojo humano perfecto , capaz de generar imágenes sin preparación previa, y susceptible de alcanzar la Pravda, la verdad última, la objetividad total. […] Todo perfecto excepto por un detalle que alan Moore nos recordaba hace mucho tiempo en una entrevista para What DVD a propósito de ‘From Hell’: que ‘la Verdad es bien conocida por ser una mentira patológica’. El encuadre, la iluminación, la composición , la puesta en escena, la figuración,… La fotografía proporciona herramientas suficientes como para enmascarar la verdad en vez de revelarla”. A partir de estas ideas el guionista y editor británico, que ha pasado por series como “La cosa del pantano”, “Daredevil” o “Hellblazer”, construye un guión cinematográfico en el que un joven encuentra un móvil con fotografías de un asesinato… que resulta no serlo. Y como la industria del cine no apuesta por la historia de Diggle, éste termina reclutando a su compinche Jock y convirtiéndolo en este cómic serializado en cuatro entregas y que aquí llega reconvertido en tomo.
Como en un juego de muñecas rusas “La instantánea” termina convirtiéndose en algo diferente de lo que en un principio deja entrever. Del noir inicial, reforzado por el trabajo de un Jock a medio camino de Frank Miller y Eddie Campbell pero mucho más embarullado, la trama va poco a poco embarullándose hasta derivar en una curiosa y apocalíptica crítica a la globalización económica y el capitalismo salvaje. Todo ello conducido a toda pastilla por los dos jóvenes antihéroes de rigor, entre carreras, persecuciones de coches y algún que otro disparo, en la línea de los lanzamientos de Vertigo.
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