La Hermandad de historietistas del Gran Norte
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La Hermandad de historietistas del Gran Norte

7 / 10
Luis J. Menéndez — 08-05-2013
Empresa — Sins Entido

De un simple vistazo lo primero que llama la atención de “La hermandad de historietistas del gran norte” es su peculiar y lujosa edición, idéntica a la “Wimbledon Green”. El parecido tiene su explicación: la última novela gráfica del historietista canadiense comenzó a dibujarse en realidad un año antes que “Wimbledon Green”, y en cierto modo sirvió de antecedente para esta. Sin embargo en el prólogo del propio Seth reconoce que se sintió bastante a disgusto con la historia, abandonándola durante unos años para volver a retomarla, reescribirla y dibujarla de nuevo recientemente.

Efectivamente “La hermandad de historietistas del gran norte” es una obra difícil en la que Seth lleva todavía un paso más allá su pasión por la historieta de lo que ya lo había hecho en la citada “Wimbledon Green”, comedieta con regusto experimental a propósito de un coleccionista de comics. Había en aquella un pulso narrativo, un corte aventurero del que carece este nuevo título, en el que una voz en off (se entiende que el propio Seth) pasa revista a los años dorados de la historieta canadiense, con una rígida disposición de nueve viñetas por página y su habitual y caricaturesca maestría a los lápices.

Más que nunca está presente la nostalgia de un tiempo pasado que fue mejor, esa máxima vital en Seth que hemos conocido no sólo por sus propios trabajos sino también por sus palabras cuando ejercía de personaje invitado en los de Joe Matt y Chester Brown. Y las agudas observaciones del historietista profesional y fan -sobre todo fan- acerca de aquellos trabajos que devoró cuando eran niño se convierten en clase magistral, didáctica como pueden serlo las obras teóricas de Scott McCloud. Pero también hay que reconocer que uno de los temores de Seth, que la lectura de “La hermandad de historietistas del gran norte” se hiciera un tanto plomiza, se hace realidad y que su nuevo trabajo difícilmente emocionará a alguien que no sea un verdadero apasionado, o más bien estudioso, del cómic clásico.

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