Gideon Falls: El granero negro

Jeff Lemire es uno de esos guionistas de éxito que compagina proyectos propios con trabajos para Marvel, DC o Valiant. La característica principal del canadiense es que se trata de un escritor con una gran capacidad para realizar planteamientos de historias de género interesantes que, desgraciadamente, casi nunca sabe solucionar de manera satisfactoria. En “Gideon Falls”, Lemire apuesta por el terror sobrenatural de toques góticos a golpe de presencias inquietantes en el típico pueblo estadounidense en el que nada es lo que parece. A su acostumbrada habilidad para construir personajes sólidos, como a todo lo demás, le beneficia enormemente que el apartado gráfico corra a cargo de Andrea Sorrentino. El italiano ya convirtió su primera colaboración en “Green Arrow” en algo vibrante y valioso, y es el gran responsable de que “Gideon Falls” funcione.

Sorrentino es un gran creador de ambientes y su trabajo al frente de la serie raya bien alto. Hay pocos dibujantes que demuestren tanta naturalidad a la hora de encontrar soluciones elegantes al diseñar páginas y realizar cambios de ritmo. Tampoco resulta fácil lograr que solo unas pocas páginas consigan dotar de una identidad propia a una serie. Su alianza con el colorista Dave Stewart, con una acertada selección de tonos parduzcos y rojos, es un auténtico triunfo para una serie en la que lo que parece que va a pasar es tanto o más importante que lo que pasa. “Gideon Falls” arranca en este primer volumen como un acertado ejercicio de género que destaca por su puesta en escena pero no descuida una estructura que prima ser sólida antes que original. A poco que mantengan rumbo, Lemire, Sorrentino y Stewart tienen entre manos un caballo (negro) ganador.