Fiuuu & Graac

Las fronteras son líneas imaginarias que delimitan territorios y que sirven para separar aquello que, a la vez, está unido. Aduanas, controles fronterizos, pasaportes, o permisos de residencia, forman parte del lenguaje que marca un dentro y un afuera y está asociado a las fronteras entre territorios. En cambio, en el arte la cosa es otro cantar. Las fronteras están para cruzarlas, para saltárselas, para ignorarlas olímpicamente y para transitar a ambos lados sin pedir permiso. Esto ha hecho Max, seudónimo de Francesc Capdevila (Barcelona, 1956), en “Fiuuu & Graac” que edita La Cúpula tanto en catalán como en castellano; aunque las variaciones son mínimas ya que es un cómic mudo.

Max siempre ha sido un culo inquieto, no es algo reciente sino intrínseco a su trayectoria artística. Aquí se pasa por el forro la frontera que separa el libro ilustrado del cómic; al igual que han hecho recientemente Tom Haugoat en “A través” (Pípala Editorial, 20) o Paco Roca en “El dibujado” (Astiberri, 21). El reto es explicar una historia sin palabras, sólo con imágenes. Sin textos de apoyo ni diálogos. Tampoco está lejos del corto animado; aunque aquí le faltaría la banda sonora. “Fiuuu & Graac” está pisando muchas etiquetas y dejándose querer por muchos referentes. Sin ceñirse a ninguno en concreto sí que consigue situarse en medio de todos ellos. Incluso, hollando la literatura pues está inspirado por el relato “La costurera y el viento” del argentino César Aira.

“Fiuuu & Graac” arranca en su portada con una buena dosis de provocación, pues el título lo componen dos onomatopeyas y el protagonismo en la ilustración se lo lleva una línea cinética en forma de tornado. En “Fiuuu & Graac” no hay viñetas, sino que la viñeta es la página. Los carriles que separan las viñetas no existen o, más bien, los podríamos asimilar con los dedos de la mano lectora que van pasando las páginas. Es un cómic lleno de dinamismo; en términos cinematográficos podríamos hablar de un slapstick.

Max ha querido aquí llegar o aproximarse al grado cero de guión, para también simplificar al máximo el dibujo y la narrativa gráfica. Fiuuu representa al viento que es “poderoso, agresivo y de forma cambiante” y Graac es un grajo, que reafirma la querencia de Max por los pájaros como personajes de sus cómics. De él nos dice Max que es un pájaro que va por libre y que canta diferente al resto; con lo que a la vez retrata al coprotagonista de este cómic y a su propia trayectoria artística. El viento funciona como metáfora del acoso, de aquellas fuerzas que nos sobrepasan, nos zarandean contra nuestra voluntad y nos impiden que alcancemos refugio alguno. El viento representa a todos esos abusos que nos hacen sentir pequeños, solos; como si fuésemos títeres o, en este caso grajos, que bailan a un son que no hemos escogido. El desenlace de este cómic es optimista ya que el individuo-grajo tiene mucho de indómito y resiste a dichas fuerzas más grandes que él.

Max está embarcado, en sus últimos trabajos, en un viaje hacia lo esencial del cómic. Pretende despojarlo de lo superfluo y dirigirse al tuétano del noveno arte. “Quería ir más allá. Llegar al grado cero del guión porqué, cuanto más complejo es un guión, más te obliga a explicarlo visualmente de forma compleja”. Tanta libertad creativa cómo Max ha puesto en este cómic ha sido posible por situarse bajo un paraguas en forma de ayuda a la creación del Institut d'Estudis Baleàrics. Las ayudas de organismos oficiales deben servir, entre otras funciones, para fomentar la libertad creativa y aquí lo hacen de sobras. “Fiuuu & Graac” tiene mucho de obra contracorriente a los vientos que soplan en el cómic actual: las novelas gráficas densas y gruesas. Max con ella se sale de la fila. Propone un cómic muy dinámico, que tiene mucho de experimento bien resuelto, que apuesta por saltarse toda norma o barrera en aras de una libertad mayúscula, y que da muestras de que Max es un gran profesional sea cual sea el reto artístico que afronte.