Estábamos acostumbrados a sus incursiones literarias, como por ejemplo "Lo que mi padre nunca me contó" (Península, 2017) pero, que servidor sepa, Juan Pablo Escobar, hijo del narco entre los narcos, Pablo Escobar, aún no se había asomado a la novela gráfica. Y "Escobar. Una educación criminal" es una novela gráfica que ofrece una mirada íntima y desgarradora a la infancia del único hijo del patrón colombiano.
Escrita por el propio Juan Pablo Escobar en colaboración con el cineasta argentino Pablo Martín Farina, cuenta con las ilustraciones de Alberto Madrigal, no siempre tan amables como aparenta su portada. La historia es fácil, Juan Pablo, único heredero del narco, debe ser cuidado por sicarios en lugar de por niñeras convencionales, y estos se nos van presentando de uno en uno, cosa que hace que conozcamos sus “méritos”.
Especial protagonismo adquiere Gatillo, el sicario-niñera favorito de Juan Pablo y con quien tiene mejor relación. Utilizando una paleta de colores suaves para contrastar con la dureza de los eventos descritos, esta resalta la sangre, cada vez esta aparece, como elemento transgresor, pero a la vez habitual.
Los siete matones que protegieron a Juan Pablo son presentados como figuras complejas, violentos y marginales, sin valores, pero también afectuosos y protectores a ratos con el chaval. Intentando cumplir el encargo del jefe, o sea, protegerlo, pero también curtirlo. Esta dualidad en sus personajes añade profundidad a la historia, mostrando cómo la violencia se normalizó en la vida diaria de un niño que debía haber pasado su tiempo rodeado de otros jugando a la pelota y no de asesinos a sueldo. Una forma más de intentar entender el impacto del narcotráfico en Colombia.
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