Salta a la vista que hay mucha pintura en todas las viñetas de esta novela gráfica autobiográfica de David Sala. Vas viendo viñetas y las referencias pictóricas brotan de manera incesante como si se tratase de un castillo de fuegos artificiales. Además, son de todo tipo y estilo: Matisse, Chagall, Monet, Yayoi Kusama, Emil Nolde, Mucha, Norman Rockwell o Hammershøi; entre otros. Tanta referencia gráfica tan bien asimilada por David Sala supone una alegría visual para el lector.
El francés David Sala ha condensado en un álbum lo que el catalán Jaime Martín hizo en tres: "Las guerras silenciosas", "Jamás tendré 20 años" y "Siempre tendremos 20 años". Ambos han narrado su autobiografía y han dejado testimonio de su trayectoria profesional de tal manera que toda su obra anterior puede releerse bajo la luz que proyectan estas. También ambos han explicado su propia vida desde la relación que guarda con la de sus padres y sus abuelos. En el caso de Sala, su familia es de origen español y sus abuelos huyeron de España tras la guerra civil y la instauración de la dictadura de Franco. Ambos autores se sitúan dentro de una continuidad familiar: soy lo que soy porqué en buena parte antes mis antepasados fueron lo que fueron. Pero David Sala narra la relación problemática que tiene con este hecho porqué sus abuelos fueron héroes del siglo XX que estuvieron en las guerrillas antifranquistas del Maquis o en el campo de concentración nazi de Manthausen.
Sala siente que debe cargar con dicho pasado, que es el guardián de la memoria de sus abuelos y que es el encargado de no olvidar su sufrimiento. De alguna manera, le cuesta hacer propias las heridas de sus abuelos y el pasado le pesa un horror. En El peso de los héroes a través de su existencia particular hay una reflexión sobre cómo digerir personalmente, pero también socialmente, el pasado histórico. Esta es la obra más personal del David Sala y en ella da una pista de cómo resuelve el conflicto entre pasado y presente, cuando aparece el futuro en forma de su propia descendencia.
La edición de Astiberri está a la altura del desafío gráfico que propone Sala. Gran formato que permite deleitarse en los colores de las viñetas. Sala cambia, o mejor dicho, modula su estilo y su paleta de colores según la escena que esté narrando, pero en todas ellas hay un gusto por el mosaico, por la cenefa o el estampado como recursos gráficos para construir el dibujo. Una novela gráfica con una parte gráfica muy potente para recordarnos que somos el eslabón que une el pasado con el futuro.

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