"El otro mundo" está ambientado en las Misiones Pedagógicas que la II República Española puso en marcha en los años treinta del siglo pasado como un proyecto cultural dirigido a los pueblos alejados de las ciudades. Las Misiones Pedagógicas llevaron la cultura (cine, teatro, pintura, literatura, y música) al muy abandonado ámbito rural. La intención política era dar a todos los ciudadanos las mismas oportunidades culturales. La distancia entre la ciudad y el medio rural era enorme y con estas miniembajadas culturales pretendían acortarla de una manera lúdica y popular. Estas Misiones eran una avanzadilla luminosa de la política republicana en aquellas zonas gobernadas por las tinieblas de la religión, la ignorancia, la superstición y el caciquismo.
Esta misión transcurre en la Alpujarra granadina durante tres días del verano de 1933 como si se tratasen de los tres actos del teatro clásico. Con este telón de fondo histórico, Bonet crea un argumento posible, pero no histórico, aunque aparecen personajes que sí lo son como el cineasta Val del Omar. Todo ello lo explica en un anexo en el que traza de manera clara la línea que separa la ficción de la Historia.
Bonet narra la llegada de una misión pedagógica al pueblo ficticio de Neveros y al tiempo que muestra en qué consistía su labor hace un retrato del atraso, pobreza, superstición, caciquismo y miseria moral del campo. La presencia de los artistas genera entusiasmo por el hecho de salir de la rutina, pero también enormes resistencias que ponen de relieve los conflictos a los que se enfrenta la República en su propuesta política modernizadora. Muchos personajes piensan que otro mundo es posible. El reino de los cielos cristiano, el de una vida en la ciudad, el de la cultura y el cine que nos hace soñar, o el de una sociedad con presencia efectiva de la justicia social. El otro mundo deviene un cómic dónde todos estos otros mundos chocan entre sí ya que tratan de imponerse los unos sobre los otros. Bonet le pone a este conflicto unos diálogos impresionantes y un telón de fondo histórico muy sólido. El personaje del villano, Don Ramón el cacique del pueblo, está representado como un terrible ogro demasiado estereotipado y resulta más propio de un thriller del cine contemporáneo.
Joaquín López Cruces se prodiga poco, demasiado poco, en el cómic y por ello cualquier muestra de su talento es una gran noticia. En esta novela gráfica está brillante y ligero a los lápices y maneja una paleta de colores basada en el verde y el siena que rompe con un rojo lleno de fuerza y de significado narrativo. Un significado que tiene que ver con las tres protagonistas de la historia que aparecen coloreadas en rojo. Una anciana fantasma que representa el aciago pasado, el presente lleno ganas de libertad con una de las componentes de la Misión, y el futuro encarnado en una niña que es todo luz y esperanza. Bonet y López Cruces han realizado un gran ejercicio sobre la memoria histórica.

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