En los últimos meses han pasado por mis manos diversas obras que, desde el cómic y la ilustración, y desde voces y estilos muy diversos, tratan el tema de la muerte y del duelo posterior a través de la pérdida de un animal de compañía. Desde la elegíaca "Jim" de François Schuiten (Libros del Zorro Rojo, 2024) hasta la descarnada "Encías quemadas" de Natalia Velarde (Reservoir Books, 2025), pasando por propuestas dirigidas a un público infantil como "Hola, Bombón" de Chung Yoojin (Dibbuks, 2024). El mundo de los animales perdidos, de la autora e ilustradora francesa Noémie Weber, pasa a engrosar la lista de esas lecturas que buscan, de un modo amable pero directo, explicar al público lector infantil el proceso del duelo, valiéndose de la fantasía y construyendo mundos imaginarios.
El mundo de los animales perdidos es un moderno "Alicia en el País de las Maravillas", pero en lugar de seguir a un conejo blanco hasta su madriguera, la pequeña Elsa se sumerge en el inodoro en busca de Aldo, un pez de colores al que considera su mejor amigo, después de que su hermana lo arroje al retrete porque esa mañana no ha despertado. A través de las cañerías, Elsa llega hasta un mundo misterioso donde los animales hablan y donde todos y cada uno de ellos tiene una historia que contar, muchas veces triste. Con la ayuda de Gato, y de otras mascotas perdidas que irá encontrando por el camino (curioso el detalle de las coloridas ranas que la van guiando, un animal que en Japón se considera protector de los viajeros), Elsa emprende un atribulado viaje a través de ese extraño limbo para llegar hasta el Lago de las Sombras, donde espera encontrar a Aldo y llevarlo de vuelta a casa.
Weber nos encandila con una delicada, oscura y entretenida fábula cuya moraleja es clara, “todo tiene un final”, dejando, no obstante, un resquicio para la esperanza porque, como se suele decir, después de la tormenta llega la calma. Sin embargo, bajo la sencillez de su trama subyacen otros temas con profundas implicaciones éticas que nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con el resto de seres vivos: la empatía hacia los animales, necesaria para dejarlos de ver como meros objetos o accesorios; nuestra compleja y muchas veces cuestionable relación con los animales de compañía, obligados a vivir en un perpetuo encierro y privados de una vida plena y salvaje; y el injusto y despreciable abandono que año tras años sufren miles de mascotas.
Edita Salamandra Graphic, con una cuidada y bonita edición que nos permite además apreciar todos y cada uno de los detalles que enriquecen cada página de este cómic, donde Weber, con un rico estilo que brilla especialmente en aquellas páginas únicas que demuestran su pericia como ilustradora, nos lleva por ese mágico "Mundo de los Animales Perdidos", acompañando a Elsa en ese duro, pero necesario, proceso del duelo.

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