El gran Calvin y Hobbes ilustrado

La editorial Astiberri tiene a bien reeditar una magnífica retrospectiva sobre “El gran Calvin y Hobbes”, aunando en este primer tomo de gran calidad todas aquellas historietas del reverenciando cómic que, en origen, fueron publicadas entre el 5 de diciembre de 1988 y el 7 de julio de 1990. El resultado es un impagable volumen de más de doscientas cincuenta páginas que, además de su propio valor intrínseco, llega ahora rematado con cuidados detalles tales como la traducción primigenia de Francisco Pérez Navarro convenientemente revisada o el rotulado con una tipografía que simula la letra del mismísimo Bill Watterson.

Ya sea en forma de tira o a página completa, “El gran Calvin y Hobbes ilustrado” presenta un generosísimo número de aventuras del pequeño Calvin y su mascota imaginaria, el tigre Hobbes, en lo que supone un festín alrededor de las peculiares características que en su momento dieron fama a los personajes y, por ende, al propio producto. Calvin es un niño tan avispado como gamberro, que adora el invierno y unas bolas de nieve que amasa con aviesas intenciones, además de sentir una nada desdeñable obsesión por los extraterrestres y mantener una extraña relación de amor/odio con su amiga Susie.

El protagonista maneja una imaginación afilada y estratosférica que, con frecuencia, no duda en utilizar para evadirse de la realidad con la consiguiente exasperación de sus sufridos padres. Con su colega Hobbes comparte un tipo de ironía muy específica, lo que deriva en diálogos inteligentes y, con frecuencia, un particular prototipo de humor que preside orgulloso toda la obra. Ambas cualidades son, en la práctica, los principales valedores del invento, así como virtudes determinantes en el hecho de que el personaje pueda presumir, a estas alturas, de estatus de clásico dentro del universo cómic.

A lo largo de sus muchas viñetas –que aquí alternan con naturalidad el color con el blanco y negro–, “El gran Calvin y Hobbes ilustrado” deja también más de una lección de vida, en forma de filosofía práctica que, entremezclada con un exquisito humor negro, potencia la profundidad y llegada de cada historieta. Encantadoramente malvados o inevitablemente entrañables según reclame cada situación, el Calvin de Bill Watterson y su mordaz apéndice Hobbes se imponen como dupla irresistible y eterna. Un carisma determinante que, de paso, convierte al presente lanzamiento en ineludible para cualquier aficionado a la materia.