El cantar de Renardo

Pues sí, ya había ganas de poder contar con este título del gran Joann Sfar, nuevo punto álgido de su monumental trayectoria, jalonada por clásicos contemporáneos como “La mazmorra”, “El gato del rabino” y “Vampir”. Sólo por dicha terna de series, la carrera de Sfar ya estaría más que justificada como una de las más relevantes de estas últimas décadas. No obstante, tenemos Sfar para rato, lo cual queda más que refrendado en un título como el que hoy nos ocupa, gestado a través del milenio de vida del mítico poema medieval que da título a dicho cómic. El mismo del cual el francés toma la sátira subyacente en su narración referencial para derivarla hacia su propio terreno, articulando una fauna vital compuesta de seres provenientes de diferentes tradiciones, como Merlín, el Diablo, El Gólem y hasta George Brassens.

Cómo no, el sentido del humor aflora con la presencia tan particular de Sfar, el cual cada vez tiene un empleo más subjetivo y, al mismo tiempo, magnético de su estilo gráfico, anudado entre el expresionismo surrealista y una deriva antropomórfica que acentúa la expresividad de un dibujo, sencillamente, único, además de seña de identidad más visible de la resurrección de la Bande designee, en los años noventa, que él mismo abanderó junto a nombres con el lustre de Christophe Blain o Lewis Torndheim, y que tantos años después sigue liderando gracias muestras tan originales como este “El Cantar de Renardo”. Sin duda, uno de los títulos más relevantes de lo que llevamos de año y una nueva prueba mayor de su inagotable capacidad por seguir evolucionando y personalizando una rúbrica que este tomo único lo convierte en sátiro mayor del noveno arte de hoy en día, además de crítico con cepo de toda la hipocresía que, desde hace un milenio hasta hoy en día, sigue configurando las señas de identidad de los poderes autoritarios, anclados al lema del Gatopardo. El mismo por el cual hay que cambiarlo todo para que todo siga igual. Quizá irónico si nos atenemos a la verdadera naturaleza cambiante de un autor, una vez más, bendecido por la rama más irónica de las musas.