¿Se puede estar a la altura de la obra cumbre de la lengua castellana? ¿Se puede reinterpretar un clásico de la literatura universal después de las cientos de adaptaciones hechas hasta la fecha y seguir sorprendiendo al lector? La respuesta a ambas preguntas en el caso de la versión a cargo de los gemelos Brizzi es contundente: sí.
Paul y Gaëtan Brizzi han sido bastante fieles al texto de Cervantes y a la historia original, excepto en el final del ingenioso hidalgo Alonso Quijano. Pero es en el apartado gráfico donde esta edición a cargo de Norma nos deja boquiabiertos: la técnica del carboncillo impregna las viñetas en blanco y negro de un trazo liberado y de un tratamiento pintoresco; como contrapunto, las alucinaciones del protagonista son las únicas plasmadas en color, creando un efecto óptico muy poderoso… “Don Quijote sublima la vida cotidiana, por tanto, nuestro dibujo también toma partido por esa poética con la aparición del color”, afirman los autores franceses en el prólogo de esta magnífica obra.
El gran formato de las páginas de esta edición también juega a favor de unas láminas muy bellas, sobre todo de aquellas concebidas a página completa y en las que Don Quijote se enfrenta a los molinos/gigantes y, finalmente, a una carroza conducida por el mismísimo diablo.
“A mí me gusta así. Es tan… ¿Cómo decirlo? ¡Excéntrico! Me encanta oírle expresarse de esa forma. Hoy en día, cuando todo es aburrimiento, sería una lástima privarse de esta personalidad fuera de lo común”. Si esta opinión era válida hace siglos, imaginaos ahora en pleno año 2025: hacen falta más Don Quijotes en este mundo para dar algo de vidilla a tanta uniformidad y monotonía.

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