Días sin escuela
ComicsElena Uriel Y Sento

Días sin escuela

7 / 10
Quim Pérez — 29-05-2025
Empresa — Astiberri

Los valencianos Elena Uriel y Sento se unen a la ya larga lista de historietistas españoles que han elegido el formato apaisado para realizar alguna de sus obras en la última década. Podríamos pensar que dicho formato es consecuencia de una publicación original online y que al recogerse en formato papel lo hace en el formato más similar al de la pantalla del ordenador. Ese es el caso de Albert Monteys o de Marcós Martín, pero no el de Paco Roca o el de Ana Penyas o el de Días sin escuela. En todos estos últimos casos han sido creados expresamente en el mismo formato apaisado que tebeos viejunos como Hazañas bélicas o El capitán Trueno. Todo regresa, y después de un tiempo, lo más antiguo vuelve a ser moderno. Ahora, Sento le añade un barniz actual con un bitono verde claro muy efectivo.

En Días sin escuela un hombre y una mujer, Denís y Edina, explican cómo entre 1992 y 1995 vivieron, con 6 y 4 años, la guerra de los Balcanes. Lo van relatando en la actualidad junto con sus familias y los propios autores, convertidos en personajes, mientras todos juntos cocinan y comparten una paella en familia en Valencia. Elena y Sento los acogieron entonces durante el verano para ayudarles a escapar de la terrible realidad de la guerra y ahora acogen su testimonio y lo reproducen en un cómic. Mientras sucede esto, todos tienen un ojo puesto en los telediarios que se hacen eco de los tanques rusos que invaden Ucrania tres décadas después y que recuerdan demasiado a lo sucedido en la antigua Yugoslavia durante la década de los noventa.

La memoria referida por aquellos niños, hoy ya adultos, no es tan trágica ni dura como cabría esperar. Aunque no se ocultan ni las muertes ni la violencia, tampoco hay una denuncia decidida y sin paliativos de los horrores de la guerra. Es una vivencia que queda definida como un “periodo sin escuela”. Las memorias de estos niños están llenas de juegos, acontecimientos inesperados, privaciones y peligros. La violencia desbocada, y la hubo para dar y vender, ahí están los cómics de Joe Sacco (Gorazde: Zona protegida, El mediador, El final de la guerra) como testimonios del horror, aparece en pocas ocasiones en Días sin escuela. Es un testimonio autobiográfico de cómo unos niños vivieron un conflicto estremecedor, alejados de los grandes hechos históricos y embebidos en su día a día cotidiano. Es un cómic dónde la acción tiene mucho más peso que la información o la reflexión. A pesar de situarse bajo la potente luz que proyecta el verso de Luis Cernuda Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, a esta novela gráfica le falta garra para erigirse en una denuncia de la violencia de una guerra civil, ni en un retrato histórico significativo de un periodo convulso y virulento. Son más bien unas vivencias demasiado singulares para enarbolar la bandera del horror de la guerra.

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