Artristas y Presonajes
ComicsSebas Martín

Artristas y Presonajes

7 / 10
Fran González — 04-06-2025
Empresa — La Cúpula

Llevamos cerca de una década colándonos en su vida, madurando junto a él y descubriendo los entresijos de su intimidad, salpimentada con notas de actualidad y apuntes a pie de página con regusto a crítica social. Después de seis novelas gráficas previas en las que el mundo ha avanzado (o retrocedido, según se mire) a través de sus ojos, el bueno de Salva regresa para protagonizar el séptimo capítulo de la que bien podría ser ya la saga de cómic LGTBIQ+ definitiva en el noveno arte patrio. Por ello, darnos cita de nuevo con su particular imaginario de la mano de “Artristas y Presonajes” se siente, de algún modo, como regresar a casa.

A pesar de los años y de que su fórmula sea estimablemente reconocible, el don de Sebas Martín por lograr que sus personajes continúen frescos sigue mereciéndose una mención de honor. Al igual que en la vida de sus lectores contemporáneos, las canas y la desazón propia de la senectud han brotado en el camino de Salva, quien con dosis de humor y resignación nos cuenta que, tras su infarto, ha cambiado los hábitos disolutos por las meriendas en la pastelería del novio de su amiga Rita. Sin embargo, la tranquilidad, si es que a caso eso existe, no tardará demasiado en desaparecer.

Y es que pese a sus deseos por encontrar esa paz y estabilidad que el cuerpo le pide ya a su edad, Salva deberá hacer frente a varios sube y bajas emocionales a lo largo de esta nueva aventura: la progresiva desconexión con su anciana madre, sumida ya en un mundo ajeno a la realidad, el desinterés de una hermana ausente por involucrarse en cualquier tipo de responsabilidad familiar, un trabajo monótono y anodino que no le sacia lo más mínimo, una pasión, el arte, cada vez más exenta de futuro. Y por supuesto él, Diego.

Su chico, quien lejos de ponerle las cosas fáciles trastabillará los cimientos de su relación anteponiendo el futuro de su profesión al vínculo en ciernes que les une. Pero, ¿cómo culparle? Martín, con su manera única para dibujar la sensibilidad costumbrista, nos golpea con crueldad objetiva, sin caer en la idealización de los sentimientos y convirtiendo a sus protagonistas en meras víctimas de la convención social moderna y de los estándares de un sistema estrecho de miras. Envejecer era esto, y no lo de los cuentos.

Aunque eso sí, como gesto de rebeldía contra el ponzoñoso mundo real en el que estamos inmersos (documentado aquí con menciones explícitas al conflicto gazatí, al racismo sistémico, a la guerra de Ucrania, al cambio climático o al auge de la ultraderecha), Martín se permite el lujo de cerrar el volumen apostando por un final de rom-com canónica, que lejos de chirriar, dejará complacido al lector más novelesco. Nuestro Salva se lo merece.

Otra satisfacción de “Artristas y Presonajes” será la de poder reencontrarnos en sus sucesivas páginas con los lugares comunes propios del marchamo del historietista catalán, que van desde el uso de la más ingeniosa ironía hasta la más inspiradora conciencia de clase, pasando por la integración orgánica de numerosos colectivos en sus tramas o esa liberadora delineación de la intimidad gay, con pelos y mucha lengua. Y como no, esa Barcelona, tan cosmopolita como corrosiva, haciendo las veces de escenario mudo.

Más allá de las batallas internas que libran sus protagonistas en una cultura que penaliza la soledad, lo que verdaderamente hace que la propuesta se sienta viva (y es algo prácticamente aplicable a cualquiera de los ejemplares que conforman esta, por ahora, heptalogía) es la manera tan rica en la que “la familia elegida” de Salva nutre la profundidad de campo de la historia. A partir de divertidos y sentidos tranches de vie que fácilmente darían lugar a varios spin-offs independientes (como las desavenencias románticas de Peluche, los líos de sábanas del deslenguado Oriol o las entrañables lecciones de vida de Rita), Martín nos entrega un crisol de conclusiones en las que mirar y no vernos mínimamente reflejados será imposible.

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