Sí, sí, hablamos del mismo Mario Rivière que, como Screamin’Mario Loco, liderara a Muletrain, una de las grandes bandas del punk patrio. Pero es que, de paso, podemos considerarlo desde ya uno de los grandes ilustradores en activo de este país. Un tipo que en una entrevista concedida para Agente Provocador aseguraba que “yo suelo empezar rápido, porque me gusta manchar la página para perder un poco el miedo”. Algo que se transmite perfectamente en este nuevo tomo publicado por Editorial La Felguera. Amante de lo crudo, no hay más que hojear sus páginas para darse cuenta de que estamos ante un evidente ejemplo del cómic más underground, más Pulp, con la buena dosis de monstruos que tanto gustan al autor y que reconocerán los que ya han visualizado su arte gráfico.
Huyendo de lo convencional, arriesgando en su justa medida, Rivière dota los trabajos incluidos en este toma de una densidad extrema que se acumula a cierta dosis de rabia para construir sociedades distópicas que acaban tornándose perfectamente reconocibles. Al final, está hablando de nuestra propia vida, aunque de una forma terroríficamente exagerada ¿Se imaginan a un karateka luchando contra Dios? Pues a partir de eso todo es posible en este conjunto de historias que, en líneas generales, funcionan muy bien. Es excesivo, sí, pero también brillante y una joya para amantes de las influencias varias. Firme candidato a estar entre los mejores lanzamientos del género en las listas de lo mejor del año.

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