Yakarta

“Uno no empieza a jugar al bádminton si es feliz”, se escucha en cierto momento de “Yakarta”, serie creada por Diego San José. Aquí el deporte es solamente una excusa para trazar una historia de perdedores dentro y, sobre todo, fuera de la pista. Y el volante -la bola de plumas de ganso que se emplea para jugar al bádminton- un invento que, si no llegas a competir en la ciudad de Yakarta, no sirve para nada.

En “Yakarta” nos encontramos con una ecuación entre Joserra, un hombre divorciado, falto de ilusiones, que da clases de educación física en un instituto y que participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, y Mar, una adolescente que hace fotocopias en la papelería de su madre y que es incapaz de aprobar la asignatura de literatura. Pero ese entrenador ve en ella algo extraordinario, un diamante en bruto que puede pulir y que podría llevarle a competir en Yakarta. Él (un Javier Cámara transformado que verdaderamente da grima) anhela que ella (Carla Quílez) alcance ese éxito que se le resistió.

El resultado es una serie que duele y conmueve, con una ambientación muy austera, cuyo principal valor está en sus protagonistas: unos espléndidos Cámara (junto a Bardem es el actor que mejor muda de piel de nuestro cine) y Quílez (crece a cada papel que hace). Ambos acaban creando una química que no se establece a las primeres de cambio. En la vida y en el bádminton hace falta disciplina y mucho entrenamiento.

“Yakarta” gira alrededor de la decepción, al conflicto y a la toma de malas decisiones. También entran en juego las adicciones, ya sean estas el alcohol o la obsesión (comprar cartones en un bingo que lleven el número noventa y dos). Joserra miente cuando está en medio de una encrucijada y cuenta siempre una misma historia que, por otro lado, esconde una experiencia cruel con abusos encubiertos. Una situación que le ha marcado y de la que no se recuperará jamás. Perdedores –como esos imitadores de Julio Iglesias que compiten en un hotel de Tenerife (la conversación de uno de ellos con Joserra en la barra de un bar es antológica)- sumidos en un viaje por lugares decadentes, pensiones de mala muerte, polideportivos que restan anclados en el pasado o estaciones de servicio que acaban convertidas en confesionarios. En resumen, “Yakarta” es una serie tan incómoda como necesaria que deja poso y te lleva a reflexionar sobre tu postura frente a la vida.