A Edgar Wright, moderno nostálgico que gusta de remozar y evocar géneros populares de las últimas décadas, le ha dado ahora por versionar “Perseguido”, éxito de 1987 con Arnold Schwarzenegger a las órdenes de Paul Michael Glaser (el moreno de “Starsky & Hutch”), o lo que es lo mismo, la primera adaptación de la novela “El fugitivo”, que Stephen King publicó con el pseudónimo de Richard Bachman.
Si se trata de comparar las dos versiones, no hay duda de que la de Wright supera a la primera ni que sea por una lógica de evolución técnica, además de por tener como protagonista a alguien con mayor capacidad interpretativa que la de un tubérculo (Glenn Powell), cosa que no sucedía en la de Glaser. Sin embargo, hay algo que chirría pese a la evidente actualización de los sets –si aquella sucedía en una suerte de circuito cerrado durante tres horas, aquí el corredor del título tiene todo un mes y todo el país (como en la novela) para esconderse de los cazadores que lo acechan– y de técnicas (la inteligencia artificial sustituye al tradicional corte-y-pega como herramienta de manipulación de masas por parte de la corporación que ha enrolado al protagonista, de nombre Ben Chambers, en ese concurso de supervivencia).
Sin embargo, en las motivaciones de Chambers para participar en dicho programa todavía se percibe un poso de relato estancado en el tiempo: el héroe necesitado de dinero con una hija enferma y una mujer de profesión cercana a la prostitución, elementos existentes en el original de King. De hecho, Steven E. de Souza, guionista de la de Glaser, ya percibió hace cuarenta años lo obsoleto de la premisa y prescindió de ella.
Pese a ello, el film, aunque no aporte nada al tema de la manipulación de masas, se desarrolla con buen ritmo y, al menos, nos regala una setpiece simpática con Michael Cera, otrora joven eterno, como miembro de la resistencia.

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