Mis 84m²
Cine - SeriesKim Tae-joon Y Sharon S. Park

Mis 84m²

5 / 10
Fran González — 27-08-2025
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la película

Imaginémonos que a “El Quimérico Inquilino” de Topor le quitáramos su variable perturbadora, sus carismáticos residentes y su enigmático cierre, y nos quedase, por contra, un drama vecinal sin sal, trasladado a los vicios del presente, que se desinfla a mitad de metraje y nos atiborra de giros narrativos para disimular sus evidentes deficiencias. Algo así se nos propone en el enésimo producto coreano por el que Netflix ha decidido apostar y que responde al título de “Mis 84m²”.

Su intención no es mala. De hecho, el primer acto captura desde una tibia crítica social algunas de las calamidades más reconocibles de nuestro tiempo, como la especulación de la vivienda, la salud mental, la precariedad laboral o la plaga bursátil en manos de millennials desesperados. El verdadero reto del film es, sin embargo, zanjar todo ello de una forma solvente que justifique su dilatada duración (dos horas).

Un lance resuelto con poca fortuna, debido incomprensiblemente a ese autosabotaje expositivo de su trama, empeñada en rizar el rizo más de lo necesario hasta terminar haciéndonos perder el hilo o directamente el interés. Identificarnos, sin embargo, con las miserias de su protagonista, Woo-seong (Kang Ha-neul), no nos costará tanto, siendo este el punto más defendible de la propuesta: un joven víctima de la burbuja inmobiliaria, condenado a las estrecheces y el pluriempleo para poder financiar su sueño de hormigón, un hogar al que llamar suyo, y que muy pronto se convertirá en su pesadilla.

Tres años después de su compra, la vivienda de nuestro desdichado narrador pierde valor, convirtiéndose en objeto de lucro y usura para diversas manos. Será este el momento en el que la cinta logre cautivarnos más, planteando un misterio preñado con las grandes lacras del hoy y desplegando con más o menos tino los elementos necesarios para una historia con gancho: desde una lastimera situación vital basada en el ahorro extremo hasta unos vecinos peculiarmente siniestros y sospechosos que refuerzan más si cabe la etiqueta de thriller psicológico que a priori parece encajarle tan bien a la película. No obstante, el drama costumbrista terminará poco después convirtiéndose en una mofa hiperbólica y enrevesada, con el as de la violencia gratuita y excesiva como único reducto para amparar unos diálogos sobrexplicados y poco sutiles. Para entonces, desgraciadamente, la coherencia y el encanto de su claustrofóbica primera mitad ya se habrán esfumado.

Apostar por la simpleza parece ser la gran asignatura pendiente del cine actual, y en el caso concreto de “Mis 84m²” la economía de ideas tal vez habría supuesto la redención del film. Con un trasfondo social empírico (basado en las más de 33.000 denuncias por problemas de ruido en pisos que se registraron en Corea del Sur en 2024), el largometraje tenía en su mano la oportunidad de desarrollar un azote conmovedor e incisivo al sistema, pero su desmesurada borrachera de plot-twists hace que este termine pasándose de frenada y diluyéndose en ese magma olvidable y mediocre en el que parecen habitar ya tantas películas de plataforma.

 

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