La divina Sarah Bernhardt
Cine - SeriesGuillaume Nicloux

La divina Sarah Bernhardt

6 / 10
Toni Castarnado — 09-11-2025
Empresa — Bac Films
Fotografía — Cartel de la película

Este biopic dedicado a la gran estrella del teatro francés comienza con una conversación entre madre e hijo. “Siempre me has enseñado que la verdad solo existe en el presente”. A continuación, deben amputarle una pierna, pero a ella, con ese sentido del humor tan agudo, no parece importarle; antes le habían sacado un riñón y un pulmón. Tan osada y atrevida, amenaza con volver a los escenarios a los seis meses, sea cual sea su condición –incluso le ofrecen cien mil francos por exponer su pierna amputada. A partir de ahí, la película –dirigida el actor y director Guillaume Nicloux, quien jugueteó con Michel Houellebecq en “El secuestro de Michel Houellebecq”– va hacia atrás, a veces diez años, a veces veinte. Momentos temporales en los que hablar del amor y sus desafíos, sobre la responsabilidad y como afrontar errores. Así descubrimos que Bernhardt no siempre se sintió como esa reina que reclamaba respeto –“Si tuviera testículos hubiera recibido ese reconocimiento hace tiempo”–, como cuando la internaron en un hogar de acogida y, para llamar la atención de su madre, se lanzó desde un primer piso, o como cuando su madre la dejó en manos de otros con malas intenciones. Marcada de por vida, ella aprendió a gozar de su popularidad y del poder que esta conllevó. Así se convirtió en La Divina.

Anbientada a finales del siglo XIX e inicios del XX, “La divina Sarah Bernhardt” se aleja de los biopics hollywoodienses, evitando resultar pretenciosa, aunque tendría sus razones para serlo. Si acaso, en el tramo en que se celebra “El día de Sarah Bernhardt”, momento en que cada personaje se nos revela como lo que es: una estrella o un ser sin rumbo. Aunque su principal acierto está en el papel interpretado por Sandrine Kimberlain, si bien en la película no se habla apenas del talento que tenía en escena y sí de su arrogancia frívola y de su personalidad arrolladora.

Nicloux se sumerge en la relación de la actriz con el hombre de su vida –un espléndido Laurent Lafitte como Lucien Gritty–, quien la acaba abandonando, aunque tras tres años de purgatorio, perdón y confesión abierta, todo vuelva a su cauce, conectando sus caminos una y otra vez. Una película que honra la vida sin frenos de una de las más grandes actrices de su tiempo.

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