Osgood Perkins se ha convertido en solo una década en uno de los directores de terror más venerados por los fans del género con cintas como “Longlegs” o “The Monkey”. Aún en busca de su gran película, Perkins se afianza como creador de atmósferas y tensión con esta “Keeper” en la que, aunque él no figura como guionista, vuelve a su premisa predilecta, esa que se puede resumir con el título de una de sus primeras obras: “Soy la bonita criatura que vive en esta casa”.
Sorprendentemente, la película de Perkins con la que más conecta “Keeper” es “Gretel & Hansel”. Un oscuro cuento de hadas: en ambas un personaje femenino está atrapado en una cabaña a merced de personajes o criaturas temibles; en las dos también tienen gran importancia elementos como la comida, la naturaleza, los sueños y el pasado.
Con un perturbador prólogo musical con el “Love Is Strange”, de Mickey & Sylvia, el director nos hace sospechar, como asesino de mujeres, del novio de la protagonista (interpretado con convincente ambivalencia por Rossif Sutherland, hijo de Donald), con el que ha de pasar unos días aislada en una cabaña moderna. Es en este marco del thriller de suspense en el que el film triunfa gracias a sugerencias e invenciones visuales entre lo real, lo onírico e, incluso, lo fantástico. El director elabora un micromundo inquietante que adereza con la presencia de secundarios enigmáticos.
Pero quien domina el film es Liz, candidata a próxima víctima, interpretada por una espléndida Tatiana Maslany, también productora de la cinta. La actriz canadiense dota a su personaje de una vulnerabilidad marcada por experiencias del pasado y siempre a un paso del desequilibrio, lo que potencia la extrañeza del conjunto.
Es, sin embargo, en su desarrollo final donde la película hace aguas. Perkins marea y juega al despiste con opciones contra natura del planteamiento de la historia y, lo peor de todo, opta por una explicación final que apenas ha ido sembrando y que se antoja sacada de la chistera.

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