Fenómenas
Cine - SeriesCarlos Therón

Fenómenas

6 / 10
Fran González — 24-04-2023
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la película

Mezclar comedia con terror, a priori, puede parecer un experimento chiflado de dudoso porvenir, pero Carlos Therón, que de neófito no tiene ni un pelo y en su haber comulgan los éxitos más mediáticos de la cartelera y de la pequeña pantalla nacional (“Reyes de la noche”, “Lo dejo cuando quiera”, “Es por tu bien”, “Mira lo que has hecho”) sabe bien cómo ingeniárselas para que este cocktail de géneros denominado “Fenómenas” caiga de pie y con cierta gracia.

Para dar rienda suelta a esta sucesión de chascarrillos negros, sustos a medio cocer y ambientación de novela negra, Therón nos lleva a los años noventa, la edad de oro de la parapsicología en España y el caldo de cultivo para un relato inspirado en hechos reales: la vida y obra del Grupo Hepta, una asociación sin ánimo de lucro fundada por el padre José María Pilón y dedicada a investigar fenómenos paranormales en nuestro país desde finales de los ochenta hasta el presente, con tres mujeres de armas tomar a la cabeza del proyecto.

Será, precisamente, la idiosincrasia personal y característica de cada una de ellas (el refranero popular y entrañable de Paz, el pasado enquistado en forma de mala uva de Sagrario y el don y la penitencia de Gloria) lo que logre conquistarnos en sus respectivos planos y arcos compartidos, por encima de otros elementos y personajes más prescindibles o inocuos. Este trío de ghostbusters de laca y perlas (interpretadas respectivamente por Gloria Olayo, Belén Rueda y Toni Acosta) es completado por la figura del padre Pilón (Emilio Gutiérrez Caba), quien tras una turbadora intuición, decide enfrentarse por su cuenta y riesgo a un nuevo caso que le acaba costando la imperativa necesidad de delegar en este particular set de ángeles de Charlie del ocultismo.

A lo largo de la primera hora de metraje, veremos una evidente intención por incorporar elementos humorísticos que buscan jugar en esa liga de terror costumbrista a lo Álex de la Iglesia, pero que terminan descarrilando en una abusiva y arriesgada sucesión de pasajes de horror descafeinado y paródico de difícil salvación. No obstante, la paciencia nos premia con un giro (tanto argumental como estilístico) en el que las gracietas y las muecas de estar por casa dan paso a un plano narrativo mucho más sobrenatural y siniestro, con una irreconocible Miren Ibarguren causándonos estupor e incomodidad, al tiempo que Toni Acosta nos entrega el papel más histriónico y oscuro de su carrera.

Detrás de sus sobrecargadas y respectivas montañas de clarividencia, posesión y épica, asoman los tintes de un relato de sororidad y empoderamiento al que asirse para salvar los muebles. Una marca que pasa de puntillas por esa proeza final de nuestras protagonistas, con la que no solo logran darle pasaporte al espíritu de un asesino de mujeres, sino también fortificar los lazos que unen a las ahora tres representantes del Grupo Hepta. Algo que, a juzgar por la escena post-créditos que acontece tras el “Abracadabra” de Steve Miller, seguramente les vendrá muy bien en el futuro.

 

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