“Bookish” llega a la plataforma Filmin entre importantes expectativas, motivadas por las buenas críticas cosechadas previamente en Inglaterra y sus incesantes comparativas con el universo de Agatha Christie y un personaje clásico como es Sherlock Holmes. En efecto, la serie creada por Mark Gatiss no es sino uno de esos thrillers de corte clásico en los que la trama supura un inteligente suspense que, entreverado con ligeros trazos de humor inglés, completa el perfil final del producto. Hasta ahí, todo bien, solo que quizá el resultado global no sea tan chocante como se había venido cacareando al respecto.
“Bookish” es una serie correcta, desde luego. Incluso correctísima, cabría señalar. Tanto que es difícil cuestionar alguno de sus elementos en concreto, con actores solventes e incluso carismáticos (la presencia del propio Mark Gatiss como Gabriel Book suma atractivo de manera exponencial), un guion compacto y, por supuesto, las necesarias subtramas que se extienden a lo largo de los seis capítulos que componen esta temporada. Quizá el problema de la serie sea, precisamente, esa corrección manifiesta, materializada en torno a un producto que evita salirse de aquellos cauces del género marcados a fuego en los títulos señalados.
De este modo, la cinta adolece de falta de sorpresas y se aferra a un desarrollo que, a pesar del misterio, se intuye algo manido y previsible. “Bookish” está (bien) ambientada en el Londres de 1946, y el montaje juega con flashbacks que se adentran en la Segunda Guerra Mundial, con un protagonista que luce como meticuloso, avispado, maniático, cultivado y en ocasiones pomposo investigador (nada nuevo bajo el horizonte, en realidad). Una faceta aficionada (y bendecida por el mismísimo Churchill) que el protagonista ejerce en paralelo a la tienda de libros antiguos que regenta con despreocupación.
Su misterioso pasado en el ejército, la “adopción” y protección del ex convicto Jack (interpretado por Connor Finch) y, sobre todo, la situación de los gais en las diferentes épocas en las que se sitúa la acción, supone un atractivo adicional con el que sazonar las tres tramas principales –distribuida cada una de ellas en un par de capítulos– que conforman una primera temporada de “Bookish” con preferencia por los envenenamientos. Una serie, en definitiva, cumplidora y entretenida para los amantes del género y los tótems mencionados, pero que no alcanza aquellas cotas de excelencia las que parecía venir envuelta.

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