Bala perdida
Cine - SeriesDarren Aronofsky

Bala perdida

5 / 10
José Martínez Ros — 15-10-2025
Empresa — Sony Pictures España
Fotografía — Cartel de la película

Después de su brillante debut, “Pi, fe en el caos”, en un ya lejano 1998, el neoyorquino Darren Aronofsky (1969) ha seguido una carrera extraña y llena de altibajos. Pero habría que admitir que sus mejores películas son de hace más, como mínimo, de una década: nos referimos a esos tres notables hits cinematográficos que fueron “Réquiem por un sueño” (00), “El luchador” (08) y “Cisne negro” (10). Pero incluso cuando el resultado final era un descalabro casi absoluto, como en su grandilocuente épica bíblica “Noé” (14), al menos se percibía que continuaba siendo un director arriesgado y ambicioso. Estos son dos adjetivos que no se pueden atribuir de ninguna a forma a “Bala perdida”. Todo parece indicar que nos encontramos ante su primera película de encargo, un trabajo puramente alimenticio. Y si no es así, peor aún, pues es lo que parece.

“Caught Stealing” (su título original) es un vehículo destinado a allanar el camino al estrellato de Austin Butler, el actor californiano que se hizo un nombre como el Elvis de Baz Luhrmann. Lo encontramos arropado con un gran plantel de secundarios, pero no cabe duda de que se trata de una película al servicio de su carisma y su indudable atractivo, y que tiene por objetivo convertirlo en el próximo Tom Cruise o Brad Pitt. Aquí lo vemos en la piel de Henry “Hank” Thompson, un muchacho de campo, antigua estrella del beisbol estudiantil, que se ha marchado a Nueva York para escapar de un trauma de su pasado. Pero sigue siendo un buen tipo carente del cinismo de los nativos de la Gran Manzana, al que le gustan los animales y llama todos los días a su madre. Sobrevive trabajando tras la barra de un bar y tiene una relación intermitente con una chica, Yvonne (Zoë Kravitz).

Pero su vida, más bien tranquila y carente de ambiciones, se tuerce cuando su vecino, un punk británico (Matt Smith) debe volver precipitadamente a su país, debido a una emergencia familiar. Le pide que cuide, durante su ausencia, de su gato. Lo que no espera al aceptar es que eso le va a convertir en el blanco de una serie de pintorescos elementos criminales en busca de un botín de cuatro millones de dólares que ha desaparecido. Tenemos a un par de mafiosos rusos muy violentos, a un gángster puertorriqueño al que pone rostro Bad Bunny y a dos peligrosos hermanos de un sindicato criminal de judíos ortodoxos (Liev Schreiber y Vincent D'Onofrio); y también una detective de policía que les sigue los pasos (Regina King).

Si todo esto les suena familiar, no es por casualidad; se trata de una obra construida en base de los tropos más manidos del neo-noir contemporáneo. Si además tienen edad suficiente para recordar la cartelera cinematográfica de finales de los noventa (la época en la que está ambientada “Bala perdida”, adaptación de una novela de Charlie Huston), se acordarán del sinfín de imitaciones de Tarantino que proliferaron en aquel periodo. Películas que no contaban, desde luego, su toque único para los diálogos y su genio para los giros de guion, pero que absorbían los rasgos más superficiales de “Reservoir Dogs”, “Pulp Fiction” o “Jackie Brown”: la estética urbana, un humor subterráneo y negrísimo, personajes gansteriles muy pasados de vueltas, una violencia tan gráfica como cool.

El más exitoso de todos los emuladores de Tarantino fue, desde luego, Guy Ritchie. Y eso es justo a lo que más se parece “Bala perdida”, a algo que podría haber rodado por aquel entonces Guy Ritchie, transportado de Londres a un Nueva York inhóspito y un tanto grunge. Lamentablemente, tampoco posee el ritmo ni el sentido lúdico de las mejores obras del director de “Snatch. Cerdos y diamantes”.

 

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