En los últimos dos años hemos visto buenos ejemplos de lo difícil que le resulta a un colectivo llegar a poner en marcha iniciati
En los últimos dos años hemos visto buenos ejemplos de lo difícil que le resulta a un colectivo llegar a poner en marcha iniciativas pese a tener intereses y hasta una línea de pensamiento en común. Recién llegado al Puerto de Santa María y tanteando a algunos integrantes de la mesa de trabajo del Monkey Week, las expectativas no picaban alto: “Todos los años se habla lo mismo para finalmente quedar en nada”. Sucede que hace ya un tiempo que a la industria de la música (artistas, promotores, discográfica, hosteleros, prensa,…) se le ha puesto el contador a cero y nos ha pillado con los deberes por hacer. Reconocer el problema es el primer paso antes de afrontarlo y en ese sentido la estocada que ha supuesto la subida del IVA del 10 al 21% en los eventos musicales debe servir para dejar las rencillas a un lado y remar todos juntos de una vez por todas en la misma dirección.
En la ciudad gaditana la babélica composición de la mesa era el ejemplo del primer gran problema del sector, su atomización en infinidad de asociaciones (como bien apuntó alguien, consecuencia de la precariedad en la que siempre nos hemos movido) que durante años han hecho la guerra por su cuenta en función de sus intereses particulares: SGAE, AIE, Promusicae, UFI, APM, ACCES, además de diversos empresarios privados al frente de EMI, FIB, Heart Of Gold, I’m An Artist, TickTackTicket y otros participantes que apenas nos representábamos a nosotros mismos, como Francisco Nixon o servidor (en mi caso bajo la bandera de MondoSonoro). La idea a la hora de sentarnos era, más que ambiciosa, inabarcable: diagnosticar las causas de nuestros males y buscar soluciones de urgencia. Ante eso y vistos los precedentes, el más mínimo avance se puede calificar de éxito. Y en ese sentido digamos que la mesa ha resultado esperanzadora en cuanto ha servido para terminar de convencernos de dos cosas (por otra parte bastante obvias): la necesidad imperiosa de crear un organismo que ejerza de interlocutor válido ante la Administración -muy especialmente ante el Ministerio de Industria, Energía y Turismo- y (dos) que la movilización ya no puede esperar un minuto más.
Y como a la hora de ponerse a trabajar la ausencia de liderazgo y la desconfianza derivan en parálisis, también se apuntaron medidas concretas en ese sentido. Por un lado que la plataforma LA GIRA DEL IVA que se presenta esta semana en rueda de prensa en Madrid sirva de aglutinadora improvisada de asociaciones y empresas musicales, que podrán sumarse de motu propio a esta reivindicación. Por otro, la puesta en marcha de una iniciativa ambiciosa pero totalmente factible: la organización de una “Noche En Negro” que, frente a aquella Noche En Blanco que la Administración Pública empuña como herramienta de propaganda cultural, se convierta en bandera de la reivindicación de esa bajada del IVA necesaria para la supervivencia de la música en directo. En concreto se trataría de un día de conciertos gratuitos en salas de todo el país, una suerte de huelga musical “a la japonesa” y también una jornada festiva que al tiempo que sirviera para concienciar de la gravedad de la situación, permitiera recoger firmas de todos los asistentes para elevar esa demanda al Congreso.
Claro que, más que nunca, a la hora de llevar a cabo este tipo de acciones y reivindicaciones se hace necesario que sean los músicos quienes den un paso al frente y se posicionen públicamente, empezando por subirse al escenario cuando llegue ese día. De ellos, y muy particularmente de los músicos de corte independiente que tienen la autoridad moral de hablar de tú a tú a sus fans, depende que se entiendan de una vez por todas una serie de demandas dirigidas a Gobierno, Comunidades y Ayuntamientos. A saber, por supuesto esta medida impositiva que eleva los precios de las entradas a márgenes que el público no puede pagar, pero también otras demandas que vienen de largo como la prohibición de la entrada de menores a salas de conciertos, la infrautilización de espacios públicos perfectamente equipados y que se ofrecen a la iniciativa privada a precios desorbitados o la persecución implacable que sufren las salas y bares musicales en los centros urbanos de toda España.
No hace tanto que surgió el debate en el mundillo independiente de hasta qué punto es necesario que los músicos se comprometan con la grave situación social a través de sus canciones. Pensé entonces que un artista no debe ser obligado a definirse políticamente, y algún que otro linchamiento público me ha convencido aún más de ello. Y eso por mucho que entiendo que la ausencia de posicionamiento no deja de ser una postura (política) concreta ante la música y ante la vida. También es cierto que desde el otro lado de la barrera, como público, he echado de menos algo más de valentía entre los "indies" a la hora de trasladarnos de forma explícita aquello que les importa y afecta profesionalmente y como ciudadanos. Vivimos un momento en que toca salir a la arena pública a defender nuestras convicciones y derechos, y en eso otros sectores (no pienso tanto en el del cine como en la agricultura, la minería o la automoción) llevan décadas de ventaja.
Nunca es tarde, y todavía tendrán razón aquellos que señalan que la maldita crisis traerá consigo cosas buenas. Un mundo de la música unido y consciente de su importancia y su fuerza había sido hasta hoy poco menos que una entelequia. Es el momento de cambiarlo.
As,i es, ni mas ni menos, intereses sin disfraz, sin camuflaje es lo que desde hace años se viene desarrollando en el mundo de la música, empecemos por abajo mencionando a los músicos y acabemos por arriba las grandes productoras, empresarios y empresas, eso sin tocar a los poderes políticos que tambien entran en el ajo y ni que decir tiene las incalificables a la cabeza con la SGAE y sus integrantes ya que cuando alguien tiene un interes depositado en "algo" se preocupa de como funciona o deja de funcionar aquello aunque religiosamente me caigan las perras y esto tristemente no ha sucedido hasta que alguien metio con un par de ellos manos en el asunto y tristemente tuvo que ser alguien que no pertenece al fantástico e idílico mundo musical que ya es triste.
No por ello dejo de apoyar iniciativas como las que propones en tu artículo para acabar o tratar de mejorar en la medida de lo posible la situación precaria a la que se ve sometida la música en unos mas que bien mencionados argumentos por tí, ideas como las que se citan de la noche en negro, menos ganas de pasta por parte de organizadores, productores, empresarios y los mismísimos músicos y grupos tambien seria un gran aporte ya que conviene recordar que cuando el IVA era del 10 a algunos bolsillos se les hacia dificil disfrutar de actuaciones en directo y para otros se nos hacia dificil pagar ni mas ni menos que por ética a la no estafa, claro que cada uno pone el precio que le da la real de la gana a su trabajo y eso es respetable pero no compartido al menos por mó y a buen seguro por mucha gente.
Por tanto y en resumen hagamos un ejercicio de reflexión en todos los aspectos que conciernen al mundo de la música, seamos autocríticos en lo que nos toca a cada uno y aportemos para que esta nuestra bendita amante llamada música y si es en directo mejor que mejor ocupe el lugar en el mundo de la cultura que realmente merece.
Saludos.
TeTe
de puta madre el festival, creía que actuaría el monstru de Carlos Ann, nos habíamos hecho ilusiones, se corría la voz que estaría, otra vez será.