¿Qué os gusta más de salir de gira?
Saber que voy a ver a toda la gente habitual que se viene con nosotros en la gira, la familia napolitana como la llamo yo, formada por: Laia, Arturo, Pablo, Ángel, Jaime, Santi… Me da mucha alegría girar con ellos y es muy terapéutico. Estar juntos es como un rayo sol y aprendo y crezco con ellos.
¿Qué echáis más de menos cuando estáis de gira?
Lo que más echo de menos es dormir ocho horas seguidas, porque tenemos muy poco tiempo para hacerlo en las giras. Y también poder estar en mi estudio para grabar y producir sin prisas.
¿Quién es el más dormilón?
La más dormilona soy yo. Me duermo en todas las furgos, trenes, aviones… incluso de pie y en el backstage. Me paso toda la previa del concierto durmiendo, podríamos decir que entro en un estado de hibernación, para darlo todo después.
¿Quién tiene el control de la música que se escucha en la furgoneta?
La verdad es que nuestro conductor siempre suele ir en silencio, así que cada uno va escuchando su música con los cascos. A veces nos pasamos las demos de las canciones de nuestros proyectos paralelos, y otras músicas de artistas que nos gustan. Con Sergio solemos compartir cosas como Floating Points y Jon Hopkins, y también las novedades del momento, como el último disco de Zahara.
¿Qué es lo más loco que os ha pasado en una gira?
Recuerdo un concierto en un festival del Sur de Italia que fue muy loco porque no había gente, apenas treinta personas viéndonos. Creemos que fue un evento creado para blanquear dinero. Nosotros cerramos el festival y antes de acabar el concierto apagaron las luces del recinto y cerraron las barras. El poco público que había nos gritaba ‘¡por favor, que no cierren las barras!’. De hecho, se fueron hasta los técnicos de sonido, un despropósito total. Fue muy perturbador, pero ahora lo recuerdo con cariño porque me sirvió para ver que era capaz de actuar en esas condiciones.
¿Qué encuentro con un o una fan en un festival recordáis más?
Recientemente, en un concierto que dimos en Almería había gente que venía de otras partes de España. De hecho, son gente que viene a casi todos los conciertos, en festivales también, y ya los conozco, así que siempre los saludo. En el bolo de Almería, que fue en la sala Berlín, estaba en un escenario donde podía tocar al público, y entonces fue como hacer un concierto para esos fans fieles. Hubo una comunión muy grande, casi algo religioso, porque pudimos sentirnos y tocarnos. Fue impresionante y muy especial.
¿Cuál es la petición más chorra que os gustaría poner en el rider de cortesía?
Están los riders estos típicos de que tal grupo pidió Lacasitos o gominolas y que todas tenían que ser de color azul, pero nosotros, como la mayoría del grupo es vegetariano pedimos ese tipo de comida, y eso a veces genera algún dolor de cabeza para el hospitality, aunque siempre cumplen y estamos contentos. Dicho esto, a mí me encantaría pedir una cama para poderme echar la siesta antes del bolo y un lugar limpio para hacer yoga, estirar y meditar. Antes de cada concierto estiro y medito, y a veces los suelos en los que me tiro para hacerlo no están muy limpios.
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