Entrevistamos al cómico y dibujante Miguel Noguera con motivo de su libro “Noguera 100”
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Entrevistamos al cómico y dibujante Miguel Noguera con motivo de su libro “Noguera 100”

Fran González — 20-05-2025
Empresa — Blackie Books
Fotografía — Grima Mortáñez

Que Miguel Noguera publique libro nuevo no es sorpresa. Lleva haciéndolo desde hace más de diez años, acumulando en su catálogo delirantes recopilatorios de ideas que le acreditan como uno de los mayores genios de la comedia subversiva patria.

Sin embargo, ahora riza el rizo de su práctica literaria regular con “Noguera 100” (Blackie Books, 25), una obra que atestigua su particular reto de ejecutar entre septiembre de 2022 y diciembre de 2024 una idea diaria e inscrita bajo la marca de “The Daily Beast”.

Ciento ochenta y siete cápsulas lanzadas al vacío, sin añadidos ni retoques, presentadas tal y como el artista las fue publicando en sus redes sociales y reunidas ahora en un álbum gráfico de ciento noventa y dos páginas de manejable lectura. “Al principio eran viñetas sencillas que no estaban destinadas a formar parte de ningún libro en curso ni del show. Pero teniendo en cuenta que este propósito terminó convirtiéndose en mi única actividad durante meses, Jan me propuso realizar una selección con algunas de estas ideas y sacar un libro”, nos cuenta, dejando caer la posibilidad de que veamos un segundo volumen en el futuro y recordándonos de que a día de hoy continúa trabajando en más viñetas dentro del proyecto “Buglib”. “Ten en cuenta que no doy un palo al agua. Tengo una vida soñada y sin presión, no podría quejarme por tener una mínima obligación como esta”, continúa cuando le preguntamos por las dificultades encontradas durante este ejercicio de constancia sin precedentes en su trayectoria. “Aun así me quejo. Cada equis meses tenía una crisis y pensaba en dejarlo. Había días en los que a media mañana ya tenía resuelta la viñeta y otros en los que estaba atravesado de cosas y tenía que tirar de ideas en la recámara, las cuales consumí muy pronto. Me pone de mal humor trabajar de forma mecánica y desganada, y más en algo que debería implicar cierto divertimento. No funciono de forma profesional o adulta con respecto a nada, por ello me sorprende especialmente haber sido capaz de cumplir con esto”.

“No me interesa lo más mínimo desarrollar mis ideas en otros formatos”

Noguera reconoce que, a día de hoy, se vería incapaz de volver a hacerlo, como tampoco ve posible reconducir su arte hacia otros paratextos o disciplinas. “Es una cuestión recurrente y entiendo que la gente pueda ver en ocasiones mi trabajo como un punto de partida para posibles relatos o ficciones, pero desde hace años tengo claro que no me interesa lo más mínimo desarrollar mis ideas en otros formatos”, sentencia. “Todo lo relativo al mundo de la narración me queda muy lejos. Y te diré que me satisface mucho más reconocer mis límites que el hecho de pensar que me quedan otros territorios por explorar”. Sinónimo, tal vez, de que tras tantos años de carrera, Miguel se conoce bien a sí mismo. “Tampoco hay mucho que conocer, ¿eh?”, dice entre risas. “No hay muchos megas ahí. Soy una habitación casi vacía, te la acabas pronto”.

También considera un logro constatar que no le gusta trabajar en casa y que las cafeterías de franquicia han terminado convirtiéndose en una suerte de estudio itinerante para él y en un inesperado filón para su inspiración. “Frecuento varias cafeterías al día y te puedo asegurar que me sale más caro trabajar en ellas que alquilar un coworking. Pero la cosa es que me deprime la ausencia de estímulos externos y necesito un mínimo de dignidad social para poder trabajar. Además, cuando estás en una cafetería hay en el ambiente una cierta sensación como de ocio gracias a la cual crees que no estás trabajando verdaderamente, ¿no? A efectos prácticos, podría dibujar en una biblioteca, pero no lo contemplo ni remotamente. Todo lo relacionado con lo académico, la técnica y el orden es como bromuro para mí. Mis métodos deben ser marginales para poder funcionar. Lo que yo hago es una huida, contenido que está en los márgenes. Me parecería una broma de mal gusto enfocar mi trabajo de forma análoga a la que lo haría un estudiante o un oficinista”.

No obstante, por mucho que insista en quitarle hierro a su imaginario de extramuros, este continúa siendo objeto de admiración por cientos de lectores y fieles parroquianos que acuden regularmente a las diversas citas con su “Ultrashow”. Espacios en los que Noguera corrobora su brillante habilidad para lanzar hipótesis disparatadas sobre su entorno y que poco a poco le han convertido en un fetiche dentro de la escena de la performance en vivo de nuestro país. “El germen de muchas de mis ideas actuales ya estaba en las bromas absurdas que hacía con mis colegas de carrera y en el colegio. Derivaciones y suposiciones muy jodidas de la realidad. Con los años tampoco he afinado mucho más la mirada, a excepción tal vez de seleccionar con más tino la ocurrencia de turno, pulir su enunciación o cristalizarla en diferentes formas. Pero no hay artesanía alguna en lo que hago y me repugna bastante esa visión casi deportiva y jerárquica de lo plástico. No me veo en absoluto como un maestro de las ideas que sea capaz de sacarle punta a las cosas de una manera distinta a la que lo haría otra persona”.

 

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