Los discos de mi vida por Mauro Entrialgo
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Los discos de mi vida por Mauro Entrialgo

Redacción — 19-08-2025
Fotografía — Irene Medina

Mauro Entrialgo es uno de los grandes del cómic humorístico de nuestro país. Ahora acaba de reeditar “Curiosidades del mundo del rock”, originalmente publicado en 2003, de la mano de Diábolo, con lo que no podíamos dejar pasar la oportunidad de preguntarle por los discos de su vida. Y aquí tenemos el resultado.

The Rezillos - "Can't Stand The Rezillos" (1978)
Energía juvenil imparable. Pepinazos escoceses de la primera canción hasta la última con bajo cantarín en primer plano. Himnos tatareables y bailables en pogo, pero con más referencias a la cultura popular que a la realidad sociopolítica. Quizás por eso se publicó aquí casi a la vez que en Reino Unido, antes que otras punkadas inglesas de la misma hornada. Los discos de The Revillos —la posterior evolución de The Rezillos todavía más colorista—, sí que tuvimos que ir consiguiéndolos fuera.

Blondie - "Parallel Lines" (1978)
Cuando tenía catorce años tenía un póster de Blondie con chupa, corbata y guantes azules eléctricos, un poco a lo The Spirit, sobre el cabecero de mi cama. No todas las canciones que más me gustan de Blondie están en este disco, pero absolutamente todas las que contiene “Parallel Lines” son hits.

Ian Dury & The Blockheads - "Do It Yourself" (1979)
Lo compré cuando salió un poco porque Ian Dury era de Stiff y siempre se nos vendía junto a sus compañeros nuevaoleros, pero esa inimitable mezcla de pub rock y disco no era demasiado fácil de escuchar para un adolescente punki. Poco a poco me acabó enganchando y, hoy en día, es uno de los discos que compré antes de cumplir los dieciocho que sigo escuchando enteros. Y qué maravilla el curro gráfico de Barney Bubbles con sus doce portadas distintas a partir de distintos papeles pintados de la época.

Miles Davis - "Kind Of Blue" (1959)
De chaval, en mi casa se escuchaba mucho jazz por mi padre y su colección, pero este fue el primer disco de este género que me compré yo por mi cuenta. Si partes de él como tronco y, como si fueran ramas, pasas a otras obras de los músicos que tocan aquí —Evans, Coltrane, Chambers, Adderly, Cobb— y de estas a las ramas de las ramas, acabas conociendo una parte enorme de la historia del mejor jazz. Ahora también se escucha mucho jazz en mi casa.

Charles Mingus - "The Black Saint And The Sinner Lady" (1963)
No es un disco que recomiende para empezar con Mingus sin haber escuchado nada de él antes. Pero, al mismo tiempo, es imprescindible conocerlo para entender su relevancia y magnitud. Como música de fondo no funciona. La densidad de ideas e intensidad dramática de los arreglos, instrumentación, timbres, melodías y armonías no lo hace posible. En cada escucha se descubren más detalles. Si lo pones alto en casa, te reñirán más que si pones heavy metal.

Cecilia - "Cecilia 2" (1973)
Nunca tuve este disco, pero mis hermanas lo reproducían en bucle en una cinta que les habían grabado. Hace unos meses, antes de leerme el interesantísimo libro que Eduardo Bravo ha escrito sobre él, volví a empezar a escucharlo vía streaming. Me di cuenta de que me sabía todas las canciones de memoria. Para mí Cecilia fue siempre esto. No sabía que este fue mucho menos conocido que los demás. Recuerdo ir en el 1430 de mi padre cantando a grito pelado con mis hermanas, sin tener ni puta idea de qué significaba aquello de “Ahora vivo a costa de un millón
de muertos”.

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