1 micro, sus voces, y la música lista para lanzar. ¿Instrumentos en escena? No había. ¿Más músicos con los anfitriones? Tampoco. Sólo ellos: María Blaya, el 26 de septiembre; y Enry-K, el 17 de octubre. En Donosti. En un Dabadaba donde se respiraba energía joven. Y donde se empleaban unos códigos nuevos a los que los mayores de 40 no estamos tan acostumbrados, pero con los que empatizamos enseguida.
Porque durante las veladas encabezadas por María Blaya y Enry-K, los mayores de 40 pertenecíamos a otra liga generacional. Y aún así, pudimos jugar con los siguientes. Con quienes han crecido con la música urbana y los sintetizadores en los cascos. Con quienes se explayan con unas herramientas técnicas que nosotros hemos conocido tarde.
¿Cómo ocurrió?
Ella: íntima e introspectiva, dominó la sala desde el centro de las tablas. Estática. Con la mirada baja y entornada, muchas veces con los ojos cerrados al completo, cantó concentrada en sus letras. Disparando las melodías desde su portátil, que manipulaba con los sintetizadores (algo de apoyo en escena llevaba) las bases sobre las que su voz nos invitó a sus parcelas ocultas. Nos guío con sonidos eclécticos entre sutiles guitarras, pianos, palmeos, y rotundas bases que despegaron los pies del suelo a la audiencia. Un recorrido sonoro durante el que descubrir a María a través de sus letras íntimas y profundas.
Lo bueno duró poco, pero dio para conocer la original propuesta de esta murciana con dos largos en su haber. En Donostia entonó temas de sus dos LPs. "Ella", de "Grande" (2023), o "Tus besos", de "Silencio" (2020). Además interpretó uno de los grandes favoritos de la noche, "Te J***", su nuevo tema dentro de #Los7Inetiquetables de Jack Daniel’s, que celebró con ella la sala entera.
Él: extrovertido y disfrutón, se movió de lado a lado del escenario, comprometiendo con la mirada a su audiencia. Con unas ganas férreas de traspasar las barreras individuales desde el minuto uno, y de mezclarse en el colectivo de la noche. Él se expresó, y el discurso caló. De los pies a la cabeza, desde el minuto uno. La sala con él, y él para la sala.
Y es que en el caso de Enry-K, aunque su primer largo como artista sea de hace sólo cuatro años, llevaba ya en la industria musical desde mucho antes de presentar "Luz Rosa" (2021). Para cuando compuso este primer álbum, ya era un productor consagrado en la escena nacional e internacional. Y en Dabadaba dejó claro que él, entre canciones, está en casa. Sólo, con su micrófono. Se quejó de tener la voz tocada al principio, pero desde el patio no percibimos hándicap alguno para escucharlo cantar convencido sobre ritmos latinos y urbanos.
En Donostia se retrató con temas de "DOT." (2024), su último LP, como "1DEL MES", pero también con cortes de su primer trabajo. En ambos casos: con una alegría y una seguridad contagiosas. Ya lo avisó con su tema "Super Cool": él, delante de los focos, puede ser él mismo, y por eso está en su mejor momento. La audiencia del Dabadaba del 17 de octubre puede dar fe de ello.
Ambos bolos se enmarcaban en la gira de #Los7Inetiquetables, la última apuesta de Jack Daniels por artistas con un sonido único, difícilmente etiquetable en los géneros musicales tradicionales. Las citas en el Dabadaba son las dos únicas visitas que habrá en la capital guipuzcoana de algunas de estas siete voces emergentes únicas que desafían las convenciones de la industria, inspirando a las nuevas generaciones a aceptar sus diferencias y disfrutar del viaje de autodescubrimiento de la vida.
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