Pero es que Stevens fue un músico que como compositor floreció tarde, no grabó su primera obra hasta los 25 años, "A Sun Came", y ahí todavía no se podía apreciar al maravilloso compositor en el que se terminaría convirtiendo. El momento en el que lo consigue tiene una fecha clara, 2003, una vez dejados atrás los icónicos 27 años cuando Sufjan Stevens, cuando entregó al mundo su tercer disco "Michigan" (o, nuevamente, si lo prefieren "Sufjan Stevens Presents... Greetings from Michigan, the Great Lake State"), el disco dedicado a su estado de nacimiento y en el que creció.
Su salto compositivo desde sus dos primeros discos es tan grande como el que dio Robert Johnson en la guitarra después de desaparecer un año del Delta del Mississippi y volver dejando creer a todo el mundo que había vendido su alma al diablo en un cruce de caminos. No creo que Stevens tuviera que vender su alma a nadie pero lo que parece claro que en ese 2003, en el que el mundo perdió a Elliott Smith, Stevens se convirtió en su heredero espiritual, algo que se confirmaría al año siguiente con el más acústico y desnudo "Seven Swans".
Una lección de historia muy personal
Así que para su siguiente disco el mundo le estaba esperando y él estaba preparado. Decidió continuar con su proyecto sobre los 50 estados de su país y tras su estado natal, Michigan, se enfocó en Illinois porque "no suponía un gran salto" y le gustaba el estado, ya que lo consideraba el "centro de gravedad" del Medio Oeste americano. Así que se sumergió en la historia y la cultura del estado de Illinois. Indagó en la obra de autores de ese estado como Saul Bellow o Carl Sandburg, leyó libros de historia y de curiosidades sobre Illinois, hizo varias viajes sobre el estado y pidió a amigos y desconocidos anécdotas sobre ese estado... Pero también hizo algo mucho más profundo que eso y es mezclar todo eso con experiencias personales, mezclando su pasado con el pasado histórico de Illinois, en un disco que va mucho más allá de una lección de historia, es como si alguien te abriera su alma con Illinois como telón de fondo.
Claramente la inspiración visitó a Sufjan mientras escribía para el disco, con todas las canciones que le salieron para este proyecto se podrían haber escrito dos o tres obras maestras, de hecho las hay, pues al propio "Illinois", que dura 74 minutos, habría que sumarle ese maravilloso disco de descartes, “The Avalanche”, que editó justo un año después, y llegaba casi hasta los 75 minutos, 43 canciones (incluyendo las diversas versiones de "Chicago") y dos horas y media de maravillosa música para demostrar que Sufjan Stevens había alcanzado su pináculo como compositor.
Todo a la vez y en todas partes
Claro que no fue solo como compositor, sino también como arreglista, multinstrumentista y cantante. Este es, sin duda, uno de los discos más ambiciosos jamás hechos, una obra densa lírica, instrumental y conceptualmente, en la que Stevens se encarga de la composición, el arreglo, la producción, es el ingeniero de sonido y el intérprete principal, encargándose de voz principal, guitarra acústica, piano, Wurlitzer, bajo, batería (aunque si hacemos caso a las notas interiores "todas las partes sofisticadas" corren a cargo de James McAlister, guitarra eléctrica, oboe, saxofón alto, flauta, banjo, glockenspiel, acordeón, vibráfono, flautas dulces (alto, sopranino, soprano y tenor), Casiotone MT-70, campanas de trineo, shakers, pandereta, triángulo y órgano electrónico. Pero eso no es todo también hay coros vocales, trompetas y maravillosos arreglos de cuerdas... Y es que "Illinois" es un disco monumental en todas las escalas pero, a la vez, logra ser íntimo y cercano. Es como si fuera, al mismo tiempo, una superproducción y una película indie, "Pet Sounds" y "Pink Moon", todo a la vez y en todas partes.
Y es que si "Michigan" supuso un increíble salto cualitativo en cuanto a producción, "Illinois" lo es en cuanto a arreglos y producción, desde el momento en el que un suave piano abre el disco, con "Concerning the UFO Sighting Near Highland, Illinois", cada nota, cada instrumento, cada sentimiento parece estar en su sitio, y luego está su increíble voz, una de las más cautivadoras del Siglo XXI, con esos increíbles falsetes que ya comienzan a llegar desde esa delicada balada que abre el disco. Luego un coro de voces, otro de los puntos fuertes del disco, abre otra de esas canciones con un título kilométrico a las que es tan aficionado, se trata de "The Black Hawk War, or, How to Demolish an Entire Civilization and Still Feel Good About Yourself in the Morning, or, We Apologize for the Inconvenience but You're Going to Have to Leave Now, or, 'I Have Fought the Big Knives and Will Continue to Fight Them Until They Are Off Our Lands!'", una canción de pop barroco en la que, tirando de ironía, no dice ni una sola palabra.
Sí lo hace en la siguiente "Come On! Feel the Illinoise!" (Part I: "The World's Columbian Exposition" / Part II: "Carl Sandburg Visits Me in a Dream"), en la que la melodía del estribillo sigue a los vientos, nuevamente un arreglo absolutamente espectacular, en el que se mezclan tantas cosas que hay que estar atentos para escucharlas todas. La impecable y casi sinfónica yuxtaposición de instrumentales pop barrocos y voces sencillas y sentidas nos trae a la memoria al Brian Wilson de "Pet Sounds", pero las letras suenan si en vez de Tony Asher Brian Wilson hubiera tenido a Elliott Smith de colaborador. El quinto disco de Sufjan Stevens está grabado con un equipamiento de baja fidelidad, no en un gran estudio, pero suena como si fuera una superproducción rica en detalles con múltiples instrumentos dando distintas capas a las canciones.
Secretos enterrados
Algo que se nota cuando luego llega "John Wayne Gacy, Jr". Debería estar prohibido hacer una canción tan absolutamente bella sobre un asesino en serie, pero Sufjan Stevens lo consigue, no convirtiéndole en un monstruo, sino viendo al humano torturado que había en él. Pero eso no quiere decir que perdone el horror que trajo al mundo, así que si cuando canta ese "Oh my God (con un falsete que duele)... Are you one of them?" hablando de sus víctimas no se te rompe el corazón, es que lo tienes de piedra. Pero la canción no se queda ahí sino que mete al autor en la ecuación cuando al final dice aquello de "Y en mi mejor comportamiento en realidad soy igual que él, mira debajo de las tablas del suelo para encontrar los secretos que he escondido". No somos como nos ven nuestros vecinos, todos tenemos secretos enterrados, aunque no sean restos humanos...
Con esa transición entre "Come On! Feel the Illinoise!" y "John Wayne Gacy, Jr" Sufjan Stevens enseña uno de los mejores trucos de "Illinois" su capacidad para contraponer tragedia y esperanza, algo que volverá a pasar en algunos de los mejores momentos del disco, como cuando a la arrolladora "Chicago" le sigue la devastadora "Casimir Pulaski Day" o la sombría "The Seer's Tower" deje paso a la soleada musicalmente "The Tallest Man, the Broadest Shoulders" (Part I: "The Great Frontier" / Part II: "Come to Me Only with Playthings Now"). Es una forma también de contraponer sus raíces más folk con ese pop barroco o de cámara que predomina en el disco.
Eso también se nota en la canción más famosa del disco, ese "Chicago" que demuestra que Stevens sabe cuándo tiene una gran idea, y es que esta mítica canción reutiliza parte de la melodía y el arreglo de "The Transfiguration" una de las canciones de "Seven Swans" pero sirve perfectamente para ver el enorme salto dado en cuanto a producción, "Go! Chicago! Go! Yeah!", que así se llama en los títulos de crédito del vinilo, comienza con un increíble arreglo de cuerdas que te mete de lleno en la canción, luego todo se calma y Stevens empieza a cantar la melodía, a partir de aquí el artista sabe combinar a la perfección sus momentos más frágiles e introspectivos en las estrofas con un estribillo absolutamente triunfal y épico, logrando que la canción te conmueve hasta el tuétano pero, a la vez, consigue elevarte, con una historia personal de sus primeros viajes a la ciudad de adolescente que se puede interpretar como caer enamorado, de un lugar en este caso, y luego llega el paso del tiempo, aunque también puede ser vista como el paso de la adolescencia a la madurez. En definitiva, la vida pasa, que decía Pata Negra, y "todas las cosas se van". (Indie) Pop Barroco y estribillos eufóricos, en una combinación ganadora.
Pero después del torbellino de "Chicago" vuelve la calma con otra de esas canciones que te pueden partir el alma, "Casimir Pulaski Day", una preciosidad acústica sobre un antiguo amor que murió de cáncer en el día del título, festivo en Illinois. Todo en ella es absolutamente arrebatador, la forma de cantarla, las armonías, la entrada del banjo, el solo de trompeta y sobre todo esa voz que siente ese dolor como si todavía fuera nuevo.
El misterio del amor
El momento más movido del disco llega con un homenaje al mismísimo Superman en "The Man of Metropolis Steals Our Hearts", una de las pocas canciones en las que las guitarras eléctricas tienen algo de protagonista en el disco. Aun así, su melodía principal es una preciosidad pop que se va elevando con los maravillosos coros femeninos y los vientos. Y luego está esa preciosidad llamada "The Predatory Wasp of the Palisades Is Out to Get Us!" en la que el adolescente y cristiano Sufjan se da cuenta que lo que siente por su amigo del mismo sexo es más que amistad...
Podría seguir así con todas y cada una de las canciones de este disco, cada una de ellas es un pequeño tesoro que esconde mil y un detalles maravillosos. Tanto es así que hasta se le podría perdonar no haber encontrado sitio para esa maravilla que tuvo que esperar hasta la aparición de "The Avalanche" para que la pudiéramos escuchar y que respondía al curioso título de "The Mistress Witch from McClure (or, The Mind That Knows Itself)".
Un “truco promocional”
El caso es que volviendo a julio de 2005, la respuesta crítica fue la esperada, con los medios aclamando al disco como una obra maestra y elevando a Sufjan Stevens a figura de culto. Lo curioso del caso es que el tiempo no ha hecho sino elevar su posición como uno de los discos absolutamente imprescindibles del Siglo XXI. Y eso que, en cierto modo, "Sufjan Stevens invites you to: Come on feel the Illinoise" fue más bien el final y no el comienzo. En concreto fue el final de ese proyecto sobre los 50 estados de EEUU que tiempo después Stevens admitió que solo había sido un "truco promocional" y que no tenía intención de llevarlo a cabo.
No creo que fuera cierto del todo, es evidente que un proyecto de ese tipo sería casi imposible de llevar a cabo, pero Stevens ya había comenzado a investigar sobre Oregón, el estado al que se marchó su madre Carrie cuando le abandonó de pequeño, antes de que se publicara "Illinois", y hasta hizo algunas canciones sobre Nueva York y Nueva Jersey que acabaron en el proyecto "The BQE".
Así que creo que, quizás, a Sufjan le pasó un poco como a Brian Wilson después de “Pet Sounds” ¿Cómo superas eso? Hay quien piensa que el añorado líder de los Beach Boys prefirió hacerse el loco que afrontar la realidad de que había hecho un disco insuperable. Puede que a Sufjan Stevens le pasara un poco lo mismo después de "Illinois", puede que, después de todo, sí que hubiera pensado hacer un disco sobre los 50 estados pero en algún momento tuvo que ver que todos iban a palidecer comparados con este, así que prefirió olvidarse, decir que todo había sido una broma e intentar pasar página. Y gracias a ello ahora, además de esta maravilla, tenemos un disco tan grande y especial como "Carrie & Lowell"... Pero esa ya es otra historia que habrá que contar en otra parte.

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