Creo que la única entrevista que he firmado en toda la vida que ha generado cierto revuelo fue una a propósito del primer disco de Grinderman, en la que Nick Cave y sus chicos estaban poco por la labor de trabajar y eso, unido a mis limitaciones con el inglés, generaba un conflicto serio. Cuando la gente lo comentaba en los foros unos decían de Cave que era un cabrón poco profesional mientras que otros opinaban que el periodista era un completo gilipollas por hacerle tal o cual pregunta. Al margen de que a nadie le gusta que le llamen “idiota”, me alegré de que esas fueran las reacciones porque eso quería decir que me había contenido y el texto final no había resultado una vendetta por hacerme pasar el mal trago: había conseguido ser justo, ni para él ni para mí, como suele ocurrir con casi todo en la vida. Creo que siempre desde que me dedico a esto he tenido muy presente que no debía aprovecharme de que como “notario” de la entrevista yo tengo la última palabra (ni siquiera es necesario mentir para dejar al entrevistado como un papanatas) y como tal he actuado. Espero que todos mis entrevistados piensen lo mismo, y a los que no pido disculpas.
Al margen de los nombres de esta casa, hay unos pocos periodistas musicales de los que me gusta leer cuando escriben: Lenore, Estabiel, Blánquez, Saavedra, Félix Suárez (a pesar de que ya casi no se prodiga), Mordoh,… Puede que alguno más, pero desde luego no muchos. Que esté de acuerdo con sus opiniones es lo de menos, de hecho es habitual que considere que hinchan a tal grupo, que se flipen con tal sonido o directamente que nos interesan nombres y estilos casi antagónicos… Pero lo importante para mí es que nunca les he pillado en un renuncio, nunca les he visto colocándose por delante del objeto de crítica o de entrevista. Son nombres reconocidos por la pasión que demuestran en sus textos, que pueden ser severos o laudatorios pero siempre se fijan en el personaje, en el disco, a través de los que el crítico se diluye. Por desgracia a menudo esto no pasa, no sé muy bien si porque en este mundillo sobran los egos o -lo que sería aún más grave- porque falta verdadero interés por la música, que a menudo es lo que menos importa.
Venga, va. A ver el partido y mañana por la mañana vámonos de puente…
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