Phosphorescent “Aw Come Aw Wry”
Ahora que parece que todo dios pierde el culo por Matthew Houck, cerebro tras Phosphorescent, me hace gracia hablar de “Aw Come Aw Wry”, uno de mis discos soñados a la hora de calmarme después de una noche donde lo he dado todo. El grupo de Houck me interesa más cuando intentan sonar a Neutral Milk Hotel que cuando intentan hacer lo propio con Will Oldham. Eso si, todas las canciones de este disco están tan bien paridas, que cuando llega a la mitad con la increíble "I Am a Full Grown Man (I Will Lay in the Grass All Day)" ya estoy en manos de Morfeo y con una sonrisa en los labios.
The Thrills “Let's Bottle Bohemia”
Os puede parecer raro pero para mi el segundo disco de los Thrills tiene efectos terapéuticos y durante muchos años fue el que me permitió dormir con una mueca de satisfacción en la cara tras llegar a casa de lado. Son muchas las canciones chulas del disco, "Tell Me Something I Don't Know" (que es purito Teenage Fanclub), el hitazo "Whatever Happened To Corey Haim?" o la simpática "You Can't Fool Old Friends with Limousines", pero mi favorita es “Saturday Night”, una canción perfecta para, segundos antes de quedarte dormido más feliz que unas castañuelas, hacer balance de lo que ha dado de si una noche loca de fiesta.
The Carpenters “Gold. Greatest Hits”
Bueno, este nunca falla. Es ponerlo en el reproductor, y por muy ciego que vaya, me duermo con una cara tonta satisfacción de las que marcan época. De hecho, es uno de los pocos discos que me pongo en esos momentos en los que llego a cantar casi en voz alta las canciones antes de no poder más y de dormirme, así que poca broma. Lo he dicho algunas veces pero lo repito, The Carpenters son uno de los grupos de mi vida, y no solo porque tengan algunas de las canciones pop más perfectas escritas nunca, sino porque ejemplifican como nadie el adjetivo de pop agridulce, esa perfecta mezcla entre melodías bonitas y letras cortavenas. En fin la vida misma… Os pongo por aquí dos de las canciones donde me desgañito más a pesar de ir doblaooooo…
Rufus Wainwright “Want One”
El disco con el que descubrí a Rufus Wainwright siempre sería mi favorito de toda su discografía, además de ser el disco ideal para ir de lo mas alto a lo más bajo en poco menos de catorce canciones. “Want One” es perfecto para ir apagándote con justico acurrucado en la cama cuando has llegado a casa en la cima. La canción de la que no suelo pasar es “Natasha”, y es que, tras escucharla, me deja con unas lagrimitas de emoción en los ojos poco antes de quedarme dormido pensando en que es la canción más bonita escrita nunca.
“Edward Scissorhands” de Danny Elfman
En esta lista no podía faltar un disco de mi adolescencia, cuando pillaba mis primeras cogorzas. Pero, oh, sorpresa, no es ningún disco de grunge tristón de los noventa o el “Dummy” de Portishead. El disco que conseguía apaciguar a una fiera de diecisiete años grandota pero de buen corazón (un servidor, vamos) no era otro que la increíble banda sonora que compuso Danny Elfman para la que quizás sea la mejor película de Tim Burton. En esa época yo aun andaba enamorado de Winona Ryder, como os conté la semana pasada, de ahí que me quedará dormidito como un niño al escuchar el minuto y cuarenta y cinco segundos más preciosos compuestos nunca por Elfman, esa miniatura titulada “Ice Dance”.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.