Llevo unas cuantas semanas dándole vueltas a preparar una serie de posts en este blog en el que invite a amigos a compartir su pasión por discos no demasiado reconocidos, de culto...

 

 

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Especiales

Disco (o)culto. 1

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05-04-2011

Llevo unas cuantas semanas dándole vueltas a preparar una serie de posts en este blog en el que invite a amigos a compartir su pasión por discos no demasiado reconocidos, de culto (personal) y sintiéndose libres para contar lo que quieran a propósito de ello: su historia de amor particular con el disco en cuestión, una crítica sesuda o una loa exaltada. Allá cada cual…

 

La idea, que no es precisamente novedosa, me vino cuando leí hace un par de meses un número especial del NME en el que críticos y músicos elegían las 100 obras maestras ocultas de la historia del rock. Aquel número, por cierto, me confirmó algo que ya suponía y con lo que me he venido encontrando a lo largo de mis años como periodista musical, y es que casi todos los músicos (con honrosas excepciones) tienen un gusto bastante discutible y una severa incapacidad para expresar con palabras su pasión por la música de los demás: sí, prácticamente todos los descubrimientos que hice de aquellas 100 recomendaciones provenían de periodistas musicales. Así las cosas tengo serias dudas sobre a quién recurrir para que siga con esta serie que nace desde ya tocada de muerte.

 

En cualquier caso, yo me había prometido echarla a andar y cuanto menos eso lo he cumplido…

 

 

VIRGINIA ASTLEY

“FROM GARDENS WHERE WE FEEL SECURE”

ROUGH TRADE 1983

 

 

De entre las muchas y poderosas personalidades relacionadas con la música popular, me resultan muy atractivas aquellas que son capaces de habitar un mundo personal y ajeno a las tendencias del momento, siempre a partir del profundo conocimientos de éstas. No se trata de vivir en el pasado ignorando cuanto sucede a tu alrededor -la nostalgia, el fan anacrónico de Elvis, el heavy metal o el rollo mod, están a la orden del día- si no de reinventar el presente y muy especialmente las vanguardias del pop a tu manera, sin peajes. En general este tipo de personajes pagan su independencia con la indiferencia generalizada, aunque en algunos casos su obra termina siendo revalorizada con el paso del tiempo. Se me ocurre el caso de Arthur Russell, que desde que fue exhumado vía reedición durante el último lustro se ha convertido en referente constante...

 

Durante un tiempo pareció que con Virginia Astley iba a pasar algo parecido. Rough Trade reeditó “From Gardens Where We Feel Secure” en sucesivas ocasiones a partir de 2002, y el disco terminó finalmente llegando a España vía Sinnamon creo que en 2004 o 2005, cuando al amparo del tirón popular de Belle & Sebastian la discográfica y promotora Barcelonesa editaba sin discriminación ni concierto todas las referencias del mítico sello de Londres. Así cayó en mis manos por primera vez un disco de la Astley, y el flechazo fue inmediato: no tenía claro de dónde salía aquello, sonaba tan fuera de tiempo (no de lugar, parecía clara la ascendencia británica) que podría haber sido grabado por igual treinta años antes o la semana pasada. El disco lo componían nueve melodías instrumentales de ecos casi infantiles (los coros de niños ayudaban a ello), con el piano y (en ocasiones) el clarinete en primer término y sonidos de naturaleza y repicar de campanas en un poco obviable segundo plano. En cierto modo aquello tenía mucho que ver con el ambient, pero a diferencia de aquel estaba tocado de una musicalidad y una sensibilidad que apelaba a la fibra sensible y lo alejaba de la frialdad conceptual de Eno y compañía. En días en que lo hipnagógico también se encuentra en la boca de todos, también cabe señalar a Virginia como pionera a la hora de conducirnos a una suerte de hipnosis regresiva, nebulosa y definitivamente nostálgica.

 

Con el tiempo fui descubriendo más sobre Virginia Astley y sus amistades (desde hace un tiempo la web www.virginiaastley.com, durante mucho tiempo en obras, responde casi todas la dudas posibles a propósito de la británica): su amistad en los años del post-punk con los peculiares Kissing The Pink, los Teardrop Explodes de Julian Cope, Russel Webb (de los Skids, que terminaría produciendo su disco de debut) y otra inclasificable como Kate St. John, con quién llegó a formar un grupo previo de corta duración, los Ravishing Beauties, y con quien volvería a trabajar en trabajos posteriores. También me lancé a la búsqueda del resto de su discografía. Fueron años más boyantes económicamente que me permitieron ilusionarme viajando lejos para encontrar en otros países a precios más o menos accesibles las reediciones en CD de Rosebud (no autorizadas por la Astley) de “Hope In A Darkened Heart” (1986), “All Shall Be Well” (1992) y “Had I The Heavens” (1996) que incluyen las colaboraciones con Sakamoto y David Sylvian por las que es más "conocida". Discos en los que las novedades (la inclusión de letras, su nuevo rol como cantante o producciones ligeramente más electrónicas, según el caso) nunca la alejaron de su peculiar universo. De una manera semejante a lo que ocurrió con Vainica Doble en España y supongo que igualmente sin pretenderlo, Virginia estaba tan lejos de todo y de todos en 1983 como dos décadas después, cuando registró su última grabación hasta el momento, una suerte de spoken word acompañada tan sólo de su hija tocando el harpa. Hoy permanece escondida en su casa de ladrillo en algún lugar de la campiña inglesa. O al menos no parece difícil imaginarla tal que así.

 

2 comentarios
  1. hola,
    podrías ponerlo en el foro, a ver si así de un golpe revivimos esto y aquello y de paso aprendemos todos.
    como propuesta sólo.
    saludos,
    safont

  2. caballo loco 10 abril, 2011

    Buena idea,en los pasillos del rock siempre hay tramos mal iluminados

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