“163 cm.” es un ensayo con estructura correlativa, en la que un elemento tiende a enganchar con el siguiente dando lugar al propio hilo argumental al tiempo que consigue que los diferentes eslabones encajen. Un recurso que dota de gran agilidad a la propia lectura y propicia un ritmo de lo más atractivo. “Quería que, de alguna manera, apareciesen muchos elementos. Obviamente, hay muchos autobiográficos, pero también sabía que quería contar con datos objetivos sobre el tema. La mejor forma de hacerlo era que el conjunto fuese como una especie de río. La idea la saqué de ‘El libro de las lágrimas’ de la poeta neoyorquina Heather Kristel, uno de mis libros favoritos”. En efecto,“163 cm.” está compuesto por párrafos de reflexiones y de recuerdos junto a apuntes externos, y ese proceso concreto de aunar y ordenar unos y otros en la misma referencia se antoja complicado. “Ordenarlo y conseguir el tono general que buscaba para el libro fue lo que más trabajo me llevó. No quería que fuesen datos inconexos, e ir estructurando en capítulos me ayudó. Cuando escribo empiezo por el primer verso y normalmente llego al final. Pero, en este caso y al ir estructurado en párrafos pequeños, a veces tiraba de un hilo y me salía otro tema que guardaba para otro capítulo. Buscaba que fuese un poco más accesible y divertido para quien lo leyese, porque ya bastante sesudo es todo lo que hago”.
“Buscaba algo un poco más accesible y divertido, que ya bastante sesudo es todo lo que hago”
El libro incluye también algunas partes amparadas por estudios científicos, investigados por el autor de cara a dotar a ““163 cm.” de una óptica más amplia. “He estado casi tres años trabajando en él y cada vez tenía más libretas con datos, así que justo al final del proceso metí bastante tijera, aunque tuve la impresión de que podría haber seguido escribiendo de esto continuamente”. En el resultado final se mencionan varios artistas o incluso personajes históricos, y es fácil que surja la curiosidad acerca de si el entrevistado se ve reflejado especialmente en alguno de ellos. “Me encantaría sentirme identificado con Prince, ya lo sabes. Y Paul Simon es un grandísimo escritor de canciones, solo que Prince era mucho más cool, claro. En realidad, más que identificado con ellos sería con trazos de sus personalidades. Y ahí están esas anécdotas que giran a su alrededor, todas ellas con el mismo fondo, que no es otro que esa característica física suya que era de lo que más se ha comentado al referirse a ellos”. En cualquier caso, el libro huye pavorosamente de cualquier tipo de victimismo y, a cambio, apuesta por una aparente objetividad. “Simplemente creo que esto es lo más honesto, porque yo realmente nunca he sentido que esa cualidad me haya afectado de ninguna manera”. En fondo, este libro es también una pequeña autobiografía o, cuando menos, una radiografía práctica de Abraham Boba que incluye un cierto repaso por su vida e incluso desvela algunas intimidades. Una exposición que, en algún momento, ha preocupado al escritor. “Me sigue pasando cuando lo pienso en frío. Al estar tan metido en el proyecto durante todo ese tiempo, ni te das cuenta de dónde te estás metiendo. Y estos días pienso que me he metido en un buen lío. Pero es parte de mi vida y de lo que ha hecho que sea como soy. Supongo que tiene que ver con la edad, pero en algún momento está bien echar la vista atrás. En el fondo es una excusa para crear un artefacto artístico. Está claro que el libro es autobiográfico y que la materia prima es mi vida, mi pasado y mi presente, pero en el fondo yo lo que quería era escribir un libro que fuese original y tampoco hay demasiada bibliografía sobre este tema. Eso me interesa más que hacer un trabajo de expiación o terapia. Todo es parte de lo mismo: el libro, subirse al escenario, tocar con mi banda O hacer sesiones de electrónica... Entra todo en el mismo cajón”.
Boba afirma en el libro que, en la actual sociedad, “preocupa la comparación y cualquier rasgo físico que se salga de la norma”. Una actitud que, por ende, nos determina como individuos. “Está claro que los prejuicios sobre los rasgos físicos y la raza siguen existiendo. Supongo que es algo relativo a la educación y no sé si el paso del tiempo hará que mejoremos en ese aspecto o no”. En “163 cm.” , el vocalista de León Benavente también menciona tangencialmente su faceta como compositor, señalando que tiende a desaparecer con la misión manifiesta de componer. “Las ciudades no me sientan especialmente bien para concentrarme. No soy un tipo de compositor de canciones que se va de gira y va componiendo en la furgoneta o llega al hotel y saca la guitarra. Yo nunca he sido así. Hace un tiempo que dejé Madrid y volví a Galicia y la verdad que el mejor sitio en el que puedo estar ahora. De hecho, todo el libro lo he escrito allí. Necesito convertirme en la persona que hace canciones y para eso necesito un proceso que implica estar muchos días trabajando en lo mismo. Es un método como otro cualquiera”.

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.