Belleza fiera
Entrevistas / Wild Beasts

Belleza fiera

Lara Sánchez — 09-05-2011
Fotografía — Paul Phung

Esta primavera nos quedamos en cueros gracias a un nuevo capítulo en el que Wild Beasts sobreexpone gozos y demonios mediante un manejo lírico y sonoro casi insuperable. En “Smother”, su tercer álbum, los de Kendal demuestran ser una banda adictiva y sobresaliente.

Para comprender el fenómeno Wild Beasts hay que saber lo que implica cohabitar entre realidad y deseo, entre quimera y certeza. Como ejemplo está Hayden Thorpe, líder vocal autodidacta, que antes del éxito sobrellevaba un trabajo en un almacén de utensilios de cocina evocando los versos en los que el joven Rimbaud sufría la crueldad y la belleza. El carácter norteño de esta formación inglesa, soñador pero directo, impulsa a los integrantes a componer laboriosamente sin necesidad de anticiparse al futuro, lo que explica su emoción al protagonizar el programa de Jools Holland o el temor al verse en la todopoderosa lista del Mercury Prize. “No estoy muy a favor de estos premios, ¿cómo se puede cuantificar lo que no es cuantificable?”, cuestiona el propio Hayden. Gracias a un talante más cercano al carpe diem que al de la ambición por la celebridad, Hayden, Ben, Tom y Chris sostienen a Wild Beasts en un mundo ajeno a las prisas y la mercadotecnia musical. “En el ambiente conservador y adinerado de Londres, figurar en un grupo es lo esperado. De dónde venimos, ser músico es una opción antisocial”, asegura el cantante y guitarra (acaban de mudarse a la capital inglesa, aunque garantiza que no se contaminarán). El nombre del grupo, además de simbolizar la crudeza del paisaje que les vio crecer, alude en pintura al fauvismo, explosión de color que sobreexpone figuras y escenas como disparadas por un flash de salvaje realidad. En su caso, el lienzo en blanco fue su pueblo natal, Kendal, un lugar de apenas veintiocho mil habitantes que destaca por su arquitectura gris caliza dentro del verde del Distrito de los Grandes Lagos y famoso por sus mints de dulce chocolate y ácida menta (Hayden las cataba en otro ejemplo de un pasado en el que se debatía entre ficción y realidad laboral). Así, Wild beasts rinde homenaje a su propia evasión, y al Fauve, movimiento liderado por Matisse cuyo significado en castellano es “fiera”. Coloquialmente, merecen este calificativo por destrozar esquemas en “Two Dancers”, álbum excepcionalmente estimulante del que muchos aún no se han repuesto. Ahora los adictos a su sonido se verán en la obligación de desnudarse al completo para apreciar “Smother”, un disco que conduce a territorios sin pronóstico. Según Hayden: “el título significa ‘asfixia’ y, como el disco, refleja una dualidad. Comenzamos con él cuando estábamos exhaustos y aprovechamos para mirar hacia nuestro interior. Estábamos con las almohadas bajo nuestras cabezas, lo que significa descanso, pero también sofoco”. Con “Smother” el virtuosismo dramático de la banda alcanza la cima. Su gusto por lo incierto resulta en diez canciones de una coherencia narrativa ejemplar, todo un rendez vous a la ambigüedad, al hallazgo de tragedia en la belleza, a la menta dentro del chocolate, a historias de tormento y sensualidad. “En esencia, expone las buenas acciones que sirven a horribles propósitos, y al revés”, continúa Hayden, añadiendo que su deseo es no caer en lo fácil. “La gente aprecia sentir nuevos estímulos. No queremos travestirnos musicalmente para una audiencia más amplia”. Han logrado un disco menos físico, un trabajo que prescinde del protagonismo de la batería para volverse más atmosférico, y que utiliza instrumentos nada comunes como el dulcimer en “Burning”. Es el disco que Radiohead quisiera publicar hoy, e incluso les mejora. Muestra un legado de canciones sin lenguas ni pollas bailarinas (expresiones del “Two Dancers”), con referencias a la “Ofelia” de Shakespeare o Delacroix en “Bed Of Nails” para “describir las contradicciones que surgen de la belleza: Ofelia murió por posar en medio de las aguas”; a la moraleja de Jean De La Fontaine (que recuerda que la mejor parte es siempre para el fuerte) en “Lion’s Share”; y a monstruos como Frankestein, a la par tierno y feroz, en “End Come Too Soon”. Esta ‘asfixia’ relata amores no correspondidos, excesivamente ensalzados, o de usar y tirar. En definitiva, un recuento de pesimismo romántico y vértigo ante la belleza natural, donde se nombran naufragios, caídas y errores. “¿No es la gente extraña? Son diseño de sus deseos, caprichos del corazón, que quiere aquello que no puede tener. ¿Cuántas cosas debo olvidar, cuántas recordar, de cuántas arrepentirme, a cuántas rendirme?”, clama Hayden en “Loop The Loop”, el tema redentor de un álbum en el que, entre voces de contralto y barítono de éste y Tom, los sueños se estampan contra la realidad emitiendo el más hermoso de los sonidos.

Wild Beast estarán tocando el próximo sábado 18 de Junio en Madrid con motivo del día de la música Heineken

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