A estas alturas, el ardor con el que muchos escriben sobre debuts como el de Surfer Blood debería despertarnos poco más que recelos y excepticismo. Pasamos por un momento en que los medios de todo tipo se dan codazos para llegar los primeros y colgarse la medalla de descubridores del grupo del momento, arrastrando a fans e industria en la carrera. Así las cosas, la mejor opción es la cuarentena: dejar que pase la ola y esperar a ver qué marca ha dejado en la arena. Incluso entonces, “Astro Coast” resulta un álbum soberbio.
John Paul Pitts, cantante y guitarrista del joven grupo de Florida asume con naturalidad el hecho de que un disco grabado por ellos mismos sin excesivos recursos haya tenido esta trascendencia. “No sabíamos muy bien qué esperar. Grabamos el disco en mi casa, de hecho, en mi salón. Durante el proceso estuvimos tan concentrados en ello que ni siquiera nos paramos a pensar en nada más”. Pitts y el batería Tyler Schwarz formaron lo que más tarde se convertiría en Surfer Blood en Orlando, donde ambos cursaron estudios universitarios. El guitarrista Thomas Fekete, el bajista Brian Black y el batería Marcos Marchesani se unieron poco después. “Durante una noche de fiesta en Miami me encontré a Tom, Brian y Marco, a quienes ya conocíamos por su grupo Weird Wives, y, mientras compartíamos unas cervezas, nos propusieron hacer algo juntos. Tenían su propio grupo, pero Tom tenía la sensación de que ninguno de los dos proyectos iba hacia ninguna parte. Al principio pensé que era de esas cosas que uno dice mientras está tomándose una cerveza, pero tres días después Tom me llamó”. A partir de entonces las cosas han ido a una velocidad considerable, y más después de que en el CMJ de Nueva York. “También cuando nos juntamos las cosas surgieron de forma muy espontánea y natural entre nosotros”, comenta JP. En gran medida, “Astro Coast” funciona como corolario de muchas de las cosas que están sucediendo en este momento en el rock independiente americano: el retorno a las guitarras rugientes, ese sonido sucio y algo saturado que se está imponiendo entre la generación del MP3 y los guiños al rock de los noventa. “Sí, me gustan Weezer, aunque no tanto y me hace gracia que siempre me pregunten al respecto. En cambio bandas como The Pixies y Dinosaur Jr. sí nos han influenciado mucho. Yo La Tengo también es un grupo muy importante para nosotros”. No inventan nada, pero a pesar de ello apuestan por un sonido personal. En su caso, esa personalidad está condicionada en parte por su procedencia, Florida, una zona dominada por la cultura del surf. “Supongo que la cultura de Florida está reflejada en nuestras canciones, pero no sabría decirte muy bien de qué manera”, responde. “Florida es un lugar bastante particular así que quizás me lleve años descifrar de qué manera influye en mis canciones. En cuanto al nombre del grupo, no creo que sea necesariamente irónico. De hecho, no tiene ninguna intención. Simplemente se nos ocurrió un día y nos pareció un buen nombre”.
”Cuando empezamos a grabar”, explica Pitts, “no teníamos mucho dinero para permitirnos ciertas cosas, así que tuvimos que ponerle imaginación y acabamos grabando algunas pistas de voz en el lavabo, donde conseguimos un sonido realmente especial. Imagínatelo en el baño grabando ‘Swim’. Daba un poco de miedo”. Como especial es el sonido del disco: abrasivo en más de un pasaje sin perder un ápice de gancho pop, en ese aspecto también recuerda a muchos de los experimentos que la escasez de medios forzó a pertrechar a toda una generación de grupos, dando además un papel protagónico a las guitarras. “No creo que el disco tuviera el mismo espíritu si lo hubiéramos grabado de otra forma. Además, soy bastante obsesivo en las mezclas. Podría estar mezclando durante años una misma canción. Nos sentábamos a mezclar con un paquete de cervezas y podíamos estar allí horas. Debe haber como cien cedés con diferentes mezclas del disco. Por otro lado estoy muy contento con el disco, es lo mejor que he hecho”. Quizás una mente obsesiva sea lo que haga falta para que Surfer Blood se mantengan donde “Astro Coast” les ha situado. “Sí, ya estamos pensando en el siguiente disco. Tyler tiene en casa un par de sintetizadores y cajas de ritmo y vamos a usarlos en el siguiente. Sabemos que habrá algo más de presión, pero no nos preocupa. No hay nada malo en que a la gente le guste lo que hacemos. De hecho, sienta muy bien”.
Kudos to you! I hadn't thoghut of that!