El sonido del alma
Entrevistas / Bon Iver

El sonido del alma

Joan Cabot — 16-07-2008
Fotografía — Archivo

En noviembre de 2006 Justin Vernon se encerró en una remota cabaña de Wisconsin para recuperarse de una mala racha. Tres meses después había grabado “For Emma, Forever Ago” (4AD/Popstock!), un disco tocado por esa atmósfera al natural y por el talento de autor que había dejado todas las imposturas atrás.

Resulta casi milagroso que un álbum como “For Emma, Forever Ago” se haya hecho un hueco en el momento hiperveloz y sobresaturado que vive la música en estos momentos. Pero a la vez, que estemos ahora hablando de Bon Iver y que tanta gente estuviera pendiente de su concierto en el pasado festival Primavera Sound demuestra que todavía tenemos tiempo para los buenos discos: que a pesar de la velocidad de las cosas el mundo se pausa cuando encontramos una obra que se lo merece. Y este disco se lo merece.

"No esperaba que el disco saliera ni siquiera de mi jodido pueblo"

“No esperaba que el disco saliera ni siquiera de mi jodido pueblo”, explica Justin Vernon. Estamos sentados en la cafetería del Hotel Princesa, justo al lado del Parc del Fòrum, y por allí pululan The Sonics, J Mascis y Lou Barlow, el teclista de Cat Power y unos recién aterrizados Okkervil River. Hace apenas un año Vernon ni siquiera hubiera imaginado poder estar allí, pero aquí estamos. Y el motivo es “For Emma, Forever Ago”, uno de los discos más emocionantes y oblicuamente optimistas que hayamos escuchado en años. Uno de esos trabajos que además tiene detrás una historia que lo llena de contenido y ofrece luz sobre la atmósfera que lo envuelve.

"Supongo que todos aquellos que entienden lo que hago… aprecian las cosas honestas"

En noviembre de 2006 Justin Vernon se aisló durante tres meses en una cabaña alejada de todo. Allí buscaba la soledad necesaria para reponerse de la ruptura de su banda, DeYarmond Edison, y de una pérdida sentimental (Emma, se supone). Durante tres meses cortó madera, cazó ciervos y grabó los nueve temas que formarían este trabajo, con el que ha sacudido el folk americano ganando seguidores paso a paso. Vernon publicó él mismo la primera edición del álbum, que se abrió paso en un entorno sobresaturado, ganándose primero la edición en Estados Unidos por parte de Jagjaguwar y finalmente en Europa a cargo de 4AD. Su autor confiesa que nunca habría esperado que nada de esto sucediera. “El simple hecho de que esté aquí hablando del disco contigo es emocionante, pero a la vez lo está convirtiendo en algo difícil de controlar”, sentencia. “Me retiré a la cabaña de caza de mi padre, en el norte de Wisconsin para poder grabar el álbum y tener la oportunidad de alejarme del mundo. Gracias al hecho de estar viviendo allí, lo único que tenía era tiempo e ilusión. Estaba en completa soledad y pude cobrar suficientes fuerzas para grabar cosas distintas a lo que había hecho antes. El disco suena natural, honesto, no lo veía claramente cuando dejé ese lugar, pero después lo noté en la atmósfera de las canciones”.
En realidad, Bon Iver es un conejo sacado de la chistera: todos los que han escuchado el anterior proyecto de Vernon parecen fascinados con la transformación e incluso él parece comprender que la creación de “For Emma, Forever Ago” contiene elementos más allá del control o la voluntad del propio artista. “La inspiración llegó tres o cuatro semanas después de estar inmerso en ello”, prosigue Vernon, “fuera de todo el resto, trabajando mis ideas, cazando... Una vez pasada la sensación de aburrimiento por estar completamente aislado de todo, en el bosque, durante tanto tiempo, creo que llegué a un punto en que todo surgió solo”.
“No escuchaba mucha música cuando estaba allí”, comenta. “Creo que la inspiración llegó de forma natural a partir del hecho de aplicarme a ello a diario”. Quizás por eso resulte tan complicado establecer comparaciones entre “For Emma, Forever Ago” y cualquier otra cosa. Hay que remitirse a la desnuda etiqueta folk y a rastros medio borrados por los meses de nieve y aislamiento. Aunque lo verdaderamente determinante en la música de Bon Iver es la atmósfera y su manera de trabajar las canciones a base de una economía sorprendente. Algunos elementos como las percusiones y los vientos fueron añadidos posteriormente, pero su aportación, aunque importante, no interrumpe en la escena general del disco: un tipo sentado en una silla en medio de la nada de Wisconsin. “No me planteé qué tipo de sonido quería”, responde él. “Creo que apareció poco a poco durante el proceso de grabación, las dos cosas se desarrollaron juntas sobre la marcha, de forma natural, por lo de estar en un bosque y todo lo que conlleva… cuando haces música tiendes a componer temas que te gustaría escuchar, dentro de los cuales te gustaría existir. Pues creo que el tipo de entorno que necesitaba construir para mí era un paisaje muy extenso, lo que necesitaba era tener mucho espacio para sentirme seguro”.
Una de las decisiones más sorprendentes de Vernon fue adoptar un timbre de voz en falsete que no tiene nada que ver con la que tiene en realidad. Un hilo de voz que te golpea desde la primera línea de “Flume”, con ese aire espectral, como si todo se hubiera detenido. “Only love is all maroon”, canta en el estribillo, y ya empiezas a tener la sensación de que estás ante algo especial. Vernon se alegra cuando le comento que además de melancólico “For Emma, Forever Ago” me parece un disco en cierto sentido optimista, como si hubiera tomado la decisión de levantarse a él y en el mismo gesto levantar a otros. Las letras de Bon Iver parecen contener las mismas dosis de reproches y perdones, motivos para la tristeza y para la esperanza. La palabra que uso es “elevacional”, que es lo único que me sale. “Elevación, me gusta que uses esa palabra… Sí, de hecho a nivel personal fue una auténtica elevación, fue una experiencia muy grande”.
De la misma forma, esos textos van más allá del folk para situarse en un terreno opaco y excitante: el de la música hecha con el corazón y con lo que se tiene a mano. “Intento no ser un músico folk, hago canciones que se pueden definir folk pero escucho música muy diversa, que me inspira de otra manera, como Miles Davis. Hay música que cambia tu manera de ver las cosas. Quería que esa música, por ser tan verdadera, formara parte de mi propia expresión musical”. Podríamos entretenernos con el juego de las influencias, pero en serio, esta vez prefiero no joder la magia. Por una vez dejemos que canciones tan fascinantes como “Skinny Love”, “Blindsided” o la final y consciente “Re: Stacks” hablen por ellas mismas. “Estoy preparando algo para este verano. Saldrá exclusivamente en vinilo, en doce pulgadas. Unos diez temas de música muy extraña y buena. Yo haré la parte vocal, los coros, guitarra y laptop. Necesito exprimir al máximo lo que tengo en la cabeza, expresar lo que tengo dentro”. Justin Vernon se encontró a si mismo tras tres meses de aislamiento en una cabaña en Wisconsin y nos regaló un disco emocionante, sutil y maravilloso. Que sepamos apreciarlo, que entre el ruido hayamos podido distinguir esa pausa, ese silencio, la paz con la que dice al final del disco “everything that happens is from now on” como si reseteara su existencia y la nuestra, demuestra que todavía no estamos insensibilizados para las pequeñas grandes cosas. “Supongo que todos aquellos que entienden lo que hago tienen en común alguna cualidad, por ejemplo que aprecian las cosas honestas”, explica él. “Creo que hay gente buena en todos lados, gente que puede entender perfectamente a los demás a pesar de no entender su idioma”.

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