TERCO COMO UNA MULA
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TERCO COMO UNA MULA

Redacción — 29-03-1999
Fotografía — Archivo

El siempre apasionante Tom Waits está de nuevo entre nosotros.

Ha vuelto. El siempre apasionante Tom Waits está de nuevo entre nosotros. Y lo está para presentar un nuevo disco,«Mule Variations». Aunque lo más curioso del asunto es lo sorprendidos que nos ha dejado con su nueva discográfica: Epitaph, cuna de bandas de punk melódico de la Costa Oeste. Sin embargo, que nadie espere que el viejo Tom se haya pasado al punk de Pennywise, Ten Foot Pole o Rancid. De hecho, «Mule Variations» es una continuación a ese legado suyo que cumple ya los veintiséis años de edad desde la publicación, en 1973, de su primer trabajo, «Closing Time». Un legado musical –del cinematográfico ya ni hablamos- que nos ha hecho pasar infinidad de buenos momentos. Los de «Heartattack And Wine», «Rain Dogs» o «Bone Machine», incluso los de bandas sonoras como la de «Night On Earth». El caso es que en «Mule Variations» volvemos a encontrarnos con el Waits de siempre, el Waits más intimista –el del piano- y el más turbador –el de las oscuras percusiones que le llevan acompañando desde los tiempos de «Swordfish-trombones». En esta ocasión, el bajo anda en manos de Les Claypool de Primus y las agresivas guitarras pertenecen al polifacético Marc Ribot. Digamos que este nuevo disco de Waits parece un compendio de todas sus épocas, de todas sus etapas creativas. Desde su cara más folk y acústica a la más experimental y escalofriante. Puestos a definirlo, quizás uno debería apuntar que se trata de un álbum más basado en el blues de lo que nos tenía acostumbrados en los últimos tiempos. En la hoja promocional, Waits intenta explicar esa dualidad de la que hablaba con sus propias palabras. «La idea original era hacer algo entre lo surreal y lo rural. Así que estas canciones son surrurales». Lo de rural tiene sentido, porque el disco ha sido grabado en Prairie Sun, un rancho de pollos por el que se ha paseado entre toma y toma. Incluso ha grabado sonidos de ambiente en el exterior del rancho. Esta fijación de «Mule Variations» por la América rural hace que Waits se acuerde del gran Robert Johnson en «Get Behind The Mule»: «Esto es lo que dijo el padre de Robert Johnson cuando éste se fue.» El bluesman que vendió su alma al diablo no quiso que su vida consistiera en ir detrás de una mula arando por el campo y por eso entregó su alma al blues. Tom Waits tampoco quiere ir detrás de la mula. Sin embargo, su mujer Kathleen Brennan, que le ha ayudado a escribir diez o doce canciones del álbum, siempre dice: «No me he casado con un hombre, me he casado con una mula.» La razón es que Waits es obstinado como una mula, pero a la vez ha sufrido muchos cambios a lo largo de su carrera: «De ahí viene el título «Mule Variations». De Katleen Brennan, que le lleva ayudando desde «Swordfish-trombones», dice: «Ella tiene una gran imaginación, escribe letras que son como sueños, no hay nadie en quien confie más ya sea con la música o la vida». Eso sí, sus canciones siguen siendo historias, una detrás de la otra. «Las canciones son como álbumes de fotos con imágenes de cuando eras un niño». Waits se remite a Leadbelly de quien dice que era una fuente de inspiración musical. Algo que liga con el olor folk a campo de algodón que desprende «Mule Variations» en algunos cortes y que lo diferencia de su anterior «The Black Rider», publicado ya hace seis años. De todas formas, no vamos a dejar de extrañarnos por el cambio de discográfica. ¿Por qué ha dejado Waits Island en favor de Epitaph? «Son pro-artistas, me gustan sus gustos en música, sus barbacoas y sus coches. Es un sitio amable, una firma independiente»

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