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Redacción — 01-06-2000
Fotografía — Archivo

PEARL JAM

Desde que Pearl Jam decidieron desaparecer de los medios informativos, han editado tres discos irregulares (“No Code”, “Yield” y este “Binaural”) y si algo positivo han conseguido al dar la espalda a la prensa es que sólo se hable de ellos por su música. No podemos, por lo tanto, argüir elementos extramusicales a la hora de valorar el nuevo disco de Pearl Jam y debemos fijarnos únicamente en las canciones. Si esto sería o no lo recomendable en todo trabajo de periodismo musical, no es un tema en el que entremos ahora. Lo que sí es cierto es que, en el caso de Pearl Jam, lo hacemos por necesidad ya que, a parte de un ligero cambio de look de la banda que ya se apuntaba en el álbum anterior (pelo corto, Stone Gossard con gafas y pantalones de pinzas...), no disponemos de más elementos que nos ayuden a contextualizar su nuevo disco. Dejemos claro desde un principio que los tres primeros discos de Pearl Jam (“Ten”, “Vs.” y “Vitalogy”) forman una triología que los de Seattle no han sabido superar. A continuación, “No Code” fue un disco inteligente, que mostraba a una banda madura, inconformista, que había aprendido la lección de Neil Young (el año anterior tocaron en el disco del canadiense “Mirrorball”) y que había optado por una mirada introspectiva que exploraba las raíces de la tradición norteamericana. Sin embargo no fue, como aseguran algunos, el mejor disco de Pearl Jam. Lo que sí apuntaba “No Code” es una voluntad de renovación que no se llegó a materializar en el siguiente “Yield”, un disco flojo que no llegó a cubrir las medias expectativas que había creado su predecesor. Así las cosas, los de Seattle firmaban uno de los puntos más bajos de su carrera, que no lograron remontar con el directo “Live On Two Legs”, ni con el curioso single llamado “Last Kiss”, con dos versiones (de Wayne Cochran y J.Cason /A. Moon), un proyecto benéfico destinado a ayudar a los refugiados de Kosovo.

A todo esto, podemos decir que “Binaural” supera el ligero tropiezo de “Yield” sin lograr alcanzar la entidad de “Ten”, “Vs.” o “Vitalogy”. El nuevo disco de Pearl Jam empieza con “Breakerfall”, una pieza con riffs de guitarra muy rock’n’roll, algo que se escapa de su línea habitual. Sin embargo, los siguientes cortes podrían formar parte de “Vitalogy”, ya que carecen de la extraña luminosidad de las canciones de “Vs.” y de la densidad emocional de las de “Ten”. Más oscuras y setenteras, si cabe, “God’s Dice” y “Evacuation” (curiosamente compuesta por Matt Cameron) marcan un arranque poderoso que irá frenándose progresivamente con “Light Years”, el single “Nothing As It Seems” e “Insignificance”. Después del devaneo folk de “Of the Girl”, “Binaural” recupera la fuerza perdida con “Grievance”, “Rival” y “Sleight Of Hand” para morir con una rareza de Vedder al ukelele, “Soon Forget”, y la balada épica “Parting Ways”. En resumen, un disco oscuro y complejo que merece dejar que sea el paso del tiempo quien emita su veredicto final

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