AMÉRICA SANGRA
Entrevistas / Jimmy Eat World

AMÉRICA SANGRA

Joan S. Luna — 05-11-2001
Fotografía — Archivo

NO NOS ENGAÑEMOS. EL NOVENTA POR CIENTO DE NUESTROS LECTORES NO TIENE NI PAJOLERA IDEA DE QUIENES NARICES SON LOS CUATRO TIPOS QUE PRESIDEN NUESTRA PORTADA, POR MUCHO QUE EL MES PASADO APARECIESEN EN NUESTRA PÁGINA CINCO Y CASI TODOS SUS DISCOS HAYAN SIDO RESEÑADOS EN LAS PÁGINAS DE MONDOSONORO. ACLAREMOS LAS DUDAS.

immy Eat World son un cuarteto estadounidense capaz de firmar un buen puñado de canciones rock con vocación de hit single y de reunirlas en su nuevo disco, “Bleed American” (Dreamworks/Universal, 01), el primero que editan oficialmente en nuestro país. Para ampliar los datos al respecto, conversamos telefónicamente con Jim Adkins, vocalista, guitarra y compositor del grupo. Aunque uno suele escurrir el bulto, en este caso no queda más remedio que resumirles la carrera del grupo, sus pasos anteriores y todo eso. Porque estamos en que Jimmy Eat World aún deben ser descubiertos en nuestro país como merecen. Debemos situar el nacimiento del cuarteto en 1994, en una modesta localidad de Arizona, a partir de los esfuerzos comunes de unos amigos de instituto: Jim Adkins (voz y guitarra), Zach Lind (batería), Tom Linton (voz y guitarra) y Mitch Porter (bajo). A los pocos meses, el minúsculo sello Wooden Blue Records les publicaría un primer single y un álbum homónimo del que la banda no quiere ni oír hablar. Se supone que, por aquellos tiempos, Jimmy Eat World no eran más que una torpe formación de hardcore melódico con nada que decir. Poco después Porter abandonaría la formación por cuestiones religiosas y sería Rick Burch quien ocuparía su puesto, permaneciendo la plantilla fija hasta la actualidad. Al año siguiente y siendo aún unos teenagers, ficharían –no me pregunten cómo- por una multinacional, Capitol, que les editaría “Static Prevails”, un disco aún tosco, pero lo suficientemente sólido para que su nombre pasase a convertirse en un referente para la escena emo estadounidense junto a Mineral, Christie Front Drive o Promise Ring. A continuación, splits con infinidad de bandas del género, un buen puñado de giras y todo eso, hasta llegar a la edición de “Jimmy Eat World” (Fueled By Ramen, 99), un mini-CD que presentaría ya el que iba a ser el primer gran éxito del grupo: “Lucky Denver Mint”.

"Nosotros no escribimos música para tocar frente a un público determinado, nosotros componemos canciones para cualquier persona que quiera escucharlas"

Ni cortos ni perezosos, los chicos deciden incluirlo de nuevo en “Clarity”, su segundo largo para Capitol, producido por Mark Trombino (Drive Like Jehu, Mineral, Blink 182), y –ya puestos- lo cuelan en la banda sonora de “Nunca me han besado”. Por aquellos días, Jimmy Eat World deciden girar por Europa durante seis semanas (pasando incluso por nuestro país) por su cuenta y riesgo –de hecho, ninguno de sus álbumes se había editado oficialmente en el continente-. Aún así, las ventas del disco no van más allá de las treinta y cinco mil copias en todo el mundo, con lo que Capitol les echa de patitas a la calle. “Es realmente frustrante y desmoralizador ver que estás trabajando duro, cuando sales a tocar fuera de tu país y tu discográfica no te ayuda absolutamente en nada. No querían ayudar de ninguna forma a que estuviésemos en Europa, así que todo lo que hicieron fue comprarnos una vieja camioneta y nosotros tuvimos que encargarnos de todo por nuestra cuenta”. A partir de ahí, unos meses sin manager, sin sello discográfico y sin demasiadas esperanzas, algo que cambiará drásticamente cuando los chicos deciden emprender por su cuenta la aventura de completar un nuevo disco de pe a pa y después Dios dirá. La única solución para conseguir los ingresos suficientes para la grabación es emprender una nueva gira estadounidense y convencer a los responsables de la indie Big Wheel Recreation para que les publiquen “Singles”, una compilación de temas perdidos por su discografía independiente y un split junto a unos desconocidos Jebediah. Con lo conseguido, acuden de nuevo a Mark Trombino y ahí empieza la carrera de “Bleed American”, su gran obra. “El apoyo de los fans fue fundamental durante aquellos días. Al principio había algún sello interesado en Jimmy Eat World, pero pensamos que no era el momento adecuado para eso, así que decidimos que la mejor solución era grabar nuestro disco y completarlo por nosotros mismos. Por suerte Mark se comportó de forma muy altruista a la hora de cobrarnos sus honorarios”.
Lo que son las cosas. Al poco tiempo, conocen a un chico de Dreamworks y el motor se pone en marcha de nuevo. “Nos habíamos hecho algo amigos de un A&R de Dreamworks al que conocimos poco después de dejar Capitol, pero no nos presionaba para que fuésemos a Dreamworks. Todo lo que hizo fue ofrecernos su ayuda, así que dejamos pasar un año entero y entonces le llamamos para presentarle las canciones en las que estábamos trabajando. Le gustaron mucho, se las pasó a sus superiores y también les gustaron, así que, después de presentarles un trato con el que también estuvieron de acuerdo, fichamos con ellos. Creo que sólo esperan que nos vaya bien y son muy cautos a la hora de hacer predicciones sobre lo que podemos vender”.

"De alguna forma venimos de la escena emo, aunque creo que a mucha gente le gusta el rock n roll en general y eso es lo que hacemos grupos como nosotros o Promise Ring"

Asunto zanjado. “Bleed American” ve la luz y descubrimos asombrados como Jimmy Eat World dejan atrás sufaceta más emo y más calmada, para echarle un pulso a Foo Fighters o Goo Goo Dolls y dejarles con dos palmos de narices. Aunque Jimmy Eat World siguen manteniendo algo de ese carácter más pausado, más sensible si lo prefieren, que caracterizaba el minutaje de “Clarity” -algo que dejan entrever piezas como “My Sundown”, “Cautioneers” o “Your House”-, es la vertiente más directa la que gana la partida, la de los estribillos resultones, la que busca la eficacia en la concreción, a saber: “Bleed American”, “Sweetness” o “Get It Faster”. “Queríamos que los temas fuesen más simples, que no tuviesen ese tono triste que tenían antes, queríamos hacer canciones directas y que fuesen al grano. Debería decirte que la situación en la que estábamos cuando empezamos a componer los temas ha tenido que ver con que hayan acabado siendo así, principalmente porque no puedes escapar de lo que te rodea, de las experiencias que estás viviendo cuando compones”. Le comento que sigo sorprendido por la eficacia de sus nuevas composiciones, por lo certero de sus estribillos y por la facilidad con la que manejan una comercialidad hasta ahora casi inédita en el grupo. “Cuando estábamos acabando ‘Clarity’ nos pasábamos la noche mezclando en el estudio y, durante los tiempos muertos, componíamos temas de rock muy cortos y directos, pero decidimos que era demasiado tarde para poderlos incluir en aquel álbum. Seguimos trabajando en ellas y, como estaban por ahí, han acabado en este disco. Eso significa que en este disco hay canciones que salieron cuando ‘Clarity’ y otras que apenas existían tres semanas antes de empezar a grabar. Hemos aprendido a centrarnos un poco más, a seguir el camino más adecuado. En lugar de tener una perspectiva abierta, y por lo tanto algo dispersa, ahora preferimos centrarnos más en una línea. Se trata de mantener la actitud y la energía del pasado, pero usándola de una forma determinada y no dejándola explotar en todas direcciones”. Eso conlleva, o en todo caso conllevará, que el público del grupo pueda cambiar, ampliarse y que sus canciones lleguen a unos aficionados hasta ahora totalmente ajenos a su rock amable. “Eso sí he podido verlo. Todavía tenemos a los primeros fans con nosotros. Muchos de ellos han crecido y tienen gustos distintos, o sea que igual no tenemos a ese primer público (risas). Creo que hay gente que sigue ahí, pero también que los nuevos fans son más abiertos y no se centran tanto en el hardcore o algo así. Les gustan más cosas como esos grupos que dices, como Foo Fighters o Goo Goo Dolls, también

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