Martín Tognola y Ramón Pardina apuestan en “La furgo” por el humor como manera de lidiar con una realidad desesperante que, pese a abrazar abiertamente la ficción, contiene trazas de dramas cotidianos acontecidos en nuestro país durante la última década.
La Barcelona que se nos enseña en “La furgo” está lejos del glamour, el diseño y la modernidad, y se asienta más bien en el componente más popular, además de propiciar una ligera, pero interesante reflexión sobre cómo los espacios más reconocibles de la Ciudad Condal han sido arrebatados a los ciudadanos para formar parte del programa turístico.
El padre separado y en paro que se ve obligado a subsistir en la furgoneta que da nombre a la obra mantiene un equilibrio no exento de humor entre Berlanga y “La que se avecina”. Se nota, y mucho, la faceta de guionista de televisión de Ramón Pardina a la hora de trabajar gags y dosificar conflictos. Ha encontrado, además, a un excelente compañero de viaje en Martín Tognola. El dibujante argentino, con su sueltísimo trazo y su interesante elección del bitono sabe ser cartoon y fantástico cuando hace falta y realista cuando el momento lo precisa, consolidando en todo momento una gran cercanía con los protagonistas.
“La furgo” es una muy saludable prolongación de la españolísima tradición de poner al mal tiempo buena cara. Una pequeña gran epopeya que sabe humanizar y humorizar dramas reales como el paro y los desahucios, y ya solamente por eso, se merece cariño y respeto.
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