Jorge Drexler actúa mañana en el Bona Nit Barcelona
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Jorge Drexler actúa mañana en el Bona Nit Barcelona

Yeray S. Iborra — 18-07-2014
Fotografía — Archivo

El cantante uruguayo presenta “Bailar en la cueva”

No hay nada más tópico -ni ridículo, seguramente- que un periodista diciendo: “Era tan sencillo, tan normal…”. Juro le tengo tirria a estos términos, como si estuviésemos por descubrir a qué clasificación animal pertenecen los artistas. Aunque he de confesar que, esta vez, debo tragarme mis reflexiones pues, tras colgar el teléfono con Jorge Drexler, no puedo evitar pensar: “Joder, que cercano”. Y es que con el uruguayo se dió el milagro de la comunicación: diálogo, nada vacío y seco. Adiós a la pregunta-respuesta: “La escucha es el enemigo del piloto automático”, me comentaba pausado al otro lado del cable. Y sé que no debería sorprenderme tanto interés por su parte por comunicar, al fin y al cabo lo lleva haciendo doce álbumes ya.

En este último, eso sí, con novedad. Drexler ha incorporado un nuevo -aunque realmente muy viejo- y poderoso lenguaje, el baile: “En la dictadura, en mi casa, muy intelectual, el baile era una actividad poco importante. A mi no me fue ‘dado’. Con la gira del anterior álbum, tras acabar las actuaciones, íbamos a todos los locales a bailar... y quedé impactado”. Así empezó Drexler a desabrocharse el corsé de cantautor -término con el que confiesa no sentirse nada agusto “por sus limitaciones”- duro que le acompañaba. Y se decidió por grabar en Colombia junto a la nueva ola sonora suramericana: Bomba Estéreo (también colaboran Caetano Veloso o Calle13). Sin demasiadas comidas de olla, sin demasiado guión, aunque una premisa estaba clara: la música debía pasar la ‘prueba del pie’. “Todo lo que entrara en el disco tenía que producir telequinesis y pasar ‘la prueba del pie’: Si el pie se mueve…”. Con dicha voluntad ha tejido sus clips (miren el de “Universos paralelos”) y el directo, donde se “extiende una mano al público para que se sume a la danza, si yo puedo [ríe] todos pueden”.

Drexler, mimando cada una de las palabras que usa, tanto en la entrevista como en el disco, tiene claro que el hombre es un animal complejo que “se completa con aspectos intelectuales, emocionales y físicos”. Es por eso que, pese a la irrupción del ritmo más plausible en su obra, no descuida la poética de sus textos, la creación de imágenes, el espacio para la memoria y reflexión política (“Bolivia” o “Data data”) y esa voluntad, etnográfica o antropológica, no sé, de observar lo de alrededor y narrarlo sin lugar para la discriminación: “No soy ensayista, soy más bien un escritor de campo… Y no veo diferencia entre lo elevado y lo bajo, lo intelectual y lo popular, además no soy muy amigo de la trascendencia: Prefiero disfrutar de lo sublime que nos rodea”.

 

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