Una semana en el interior de una habitación
Entrevistas / La Habitación Roja

Una semana en el interior de una habitación

Redacción — 04-10-1999
Fotografía — Archivo

Muchos grupos extranjeros nos enseñaron que las lágrimas pueden empapar un estribillo e insuflarle alegría. Aún así conjugar la nostalgia con la urgencia del pop no ha sido una de las virtudes de los flequillos ibéricos. Todos podemos temblar ante el prefijo ex y escupir en la cara del desamor con cierto estilo, pero muy pocos han conseguido hacerlo con la hondura y la capacidad melódica de los valencianos La Habitación Roja. Y es que hay uno tiene que estar lleno de contradicciones si lo que pretende es sentir.

Los últimos acordes de «Largometraje», la canción, son tan premonitorios como la imagen de tu novia desnuda ante al armario preguntándote por qué has llegado tan pronto. Puedes forzar el engaño y convencerte de que una bienvenida así no se puede desaprovechar o puedes abrir el armario y saludar a tu mejor amigo. Cuando el mal está hecho sólo tienes dos opciones: asumirlo o apretar el cañón contra tu sien.

El cambio de La Habitación Roja es mejor encararlo con filosofía: pueden haber traicionado a mucha gente, pero lo más importante es que no se han traicionado a sí mismos. «No cabe duda de que hemos cambiado nuestro sonido. Diría que hemos profundizado un poco más y que este disco, en comparación con los otros trabajos que hemos editado, está más elaborado. También es evidente que las canciones son bastante más cañeras y los cortes de desarrollo más largo son todavía más extensos. Otro aspecto que destacaría por encima de otros discos es que hay una mayor riqueza en el apartado de los arreglos y eso repercute en las composiciones. Está claro que «Largometraje» (Grabaciones En El Mar, 99) es un paso adelante en la trayectoria de la banda».

Jorge Martí, voz y guitarra, entiende el giro eléctrico que han tomado sus canciones como un salto cualitativo absolutamente necesario. Si decidisteis que los acordes con sacarosa de «La Habitación Roja» (Grabaciones En El Mar, 98) eran lo más tierno que había dado el pop independiente y hace tiempo que deshacéis la cama con los estribillos de los valencianos, tendréis que tragar saliva y escuchar «Largometraje», con los puños bien cerrados, que diría Enrique Bunbury. Guitarras robustas, arreglos de cuerda inflados por la emoción, distorsiones furtivas y un minutaje más generoso definen a la nueva Habitación Roja. Algunos lo llaman ambición. «La Habitación Roja siempre ha sido un grupo ambicioso -afirma Jorge-. A los críticos les encanta emplear la etiqueta de ‘pop sin pretensiones´ y eso a nosotros no nos gusta demasiado. Hacer música con pretensiones no quiere decir que sea música pretenciosa; nosotros tenemos esas pretensiones pero tratamos de huir de la pretenciosidad a toda costa. El disco es más ambicioso, sí, pero también nos gusta mucho más que los otros y, lo que es más importante, en un escenario vamos a poder defenderlo con muchísimas más ganas».

Quizás, esa es la contradicción que muchos jamás entendieron. Estar en el once inicial del indie español no implica mantener una actitud esquiva con las masas. LHR pueden tener la pegatina de indie en la joroba, pero los jerseys Fred Perrys ceñidos, las Adidas y las melenas con trasquilones de la marca Gallagher son minoría. Y, excepto Paul Fustér, nadie disfruta vendiendo tres copias. Pau, guitarra, se explica. «Nosotros nunca nos hemos ubicado en un movimiento u otro. De eso se ha encargado la gente y, especialmente, los medios. Nosotros, simplemente, hemos sacado un disco nuevo y nuestra intención es presentarlo en directo, ¿sabes? Hace tiempo que no nos preocupan este tipo de cosas que, al fin y al cabo, carecen de toda importancia. Sólo nos preocupamos por la música. Con el tiempo nos hemos dado cuenta de que todo lo demás viene solo, no es problema nuestro si van a hacernos entrevistas o vamos a vender tantos discos». Jorge continúa. «No somos un grupo snob ni mucho menos. No intentamos captar la atención de un publico determinado porque nunca nos hemos decantado por un tipo de oyente concreto. Simplemente hacemos un tipo de música, la que nos gusta, e intentamos agradarle a cuanta más gente mejor. Lo más importante son las canciones y de ahí que cada uno que elija y tome las decisiones que crea más convenientes».

La madurez te enseña que el reconocimiento del gran público no siempre es erróneo. ¿Acaso los mejores arquitectos, pintores o periodistas musicales no son los más aclamados? El cuarteto valenciano saborea el paso del tiempo y entiende que la artesanía tiene que llevar a la perdurabilidad y al reconocimiento. Que nos hacemos viejos y no está el mundo como para encogerse y encogerse y encogerse... «Somos un grupo al que hay que buscar y querer encontrar, exactamente como la gran mayoría de bandas que militan en sellos independientes -explica Jorge-. No estamos en las emisoras comerciales y cuando vamos a una ciudad a tocar sólo se entera la gente que realmente aprecia la música. Y no nos quejamos porque éste es un aspecto que nos atrae. De todos modos creo que el futuro de un grupo está en crecer; tienes que hacerlo si quieres continuar porque sino luego te haces mayor y la música pasa a un segundo plano. Y no queremos que eso ocurra puesto que ahora mismo es nuestra principal ocupación».

Posiblemente de esa inquietud surge el excelente «Largometraje», un segundo asalto en la lona del formato LP, que anuncia con acordes más difíciles, guitarras pesadas y tomas casi interminables que LHR han alcanzado una de sus cumbres creativas. Atrás quedan varios intentos –el mini-CD «Popanrol» (Grabaciones En El Mar, 97), «LHR», el ep «Mi Habitación» (99) y el adelanto a su último álbum, «Crónico» (99)-, que reflejan una costosa escalada del pop más inmediato e ingenuo a estructuras más complejas y profundas. No obstante, los de l´Eliana siguen enarbolando la bandera de la nostalgia, uno de los elementos que, junto a los magníficos estribillos, sigue alimentando la tensión entre vitalidad y pesadumbre que define a la formación ché. «Haces mejor música cuando estás triste que cuando estás contento -asegura Pau-. Cuando estás feliz te apetece salir por ahí y cuando no lo estás prefieres estar encerrado y componer. Además, cuando estoy desanimado escucho mucha música». Jorge prosigue. «A mí me pasa lo mismo. Cuando estás triste tienes ganas de escribir cartas a tus amigos, de escuchar canciones tristes y lo cierto es que componer es como una vía de escape, es todo un exorcismo. Puedes quitarte de encima todos los fantasmas que te atormentan. De todos modos lo que siempre hemos intentado tanto en las letras como en la música es provocar emociones. A mí siempre me ha gustado escuchar grupos que te ponen los pelos de punta con una letra o una melodía. Y eso intento hacer con las letras, por ejemplo, si me emocionan a mí están más cerca de emocionar a los demás».

Y «Largometraje» es un disco que rebosa emociones desde la ortodoxia del pop, un álbum que sigue la estela de grandes defensores de la piel de gallina como Smiths o Belle And Sebastian. Las texturas son tan importantes como la propia esencia de la canción. Pau al habla. «Ya no le tenemos tanto miedo al estudio y nos atrevemos a meter cosas que han estado siempre ahí, pero no nos atrevíamos a meter, y supongo que eso irá en aumento. Con esto de los ambientes y las texturas vamos a acabar como King Crimson o Syd Barrett (risas)». Jorge apostilla. «La verdad es que este es un grupo que no da un paso adelante sin tener la lección aprendida. Ahora mismo nos sentimos mucho más seguros y capacitados para hacer muchas más cosas. A pesar de todo tratamos de hacer cosas que no nos vengan grandes. Y en ese sentido las ambientaciones son importantes, pero los estribillos siguen estando ahí y siguen teniendo muchísima importancia a la hora de componer. Sigue habiendo canciones inmediatas pero esta vez las hemos planteado desde otro prisma más reflexivo, quizás».

Pues habrá que volver a lidiar con los que acusan a los valencianos de extenderse en demasía y no saber concluir una composición en el momento adecuado. «Largometraje» es un disco interminable que tendrá que hipnotizar al oyente a golpe de estribillo si no quiere que éste mire el reloj en los últimos veinte minutos. «Creo que en una crítica de Mondo sonoro se nos acusó de que el anterior disco era largo –dice Pau-. Y lo cierto es que en este álbum el minutaje es todavía mayor, pero curiosamente a nosotros no se nos hace largo. La gente que lo ha escuchado cree que es más corto». Quizás habrá influido la autoproducción. Quién mejor que tú para criar a tus hijos. Jorge nos amplía las razones. «Hasta que no haya un presupuesto importante y podamos traer a un productor que realmente nos guste, lo mejor es que nos encarguemos nosotros de la producción. No se trata de un capricho, es un problema económico». Pau sigue. «De todos modos y a pesar de las ventajas que te dé producirte a ti mismo, sabemos que es necesaria la aportación de alguien de fuera que sirva de filtro y pueda decirte qué es lo que falta o lo que sobra. Nosotros admitimos que nos quedamos cortos en algunas cosas y nos pasamos con otras, pero la figura que nos ayude tiene que ser un hombre con muy buen gusto y que inspire confianza, sino con nosotros duraría un día en el estudio».

A la espera de que el productor de sus sueños les dé el espaldarazo definitivo y con las esperanzas renovadas en lo referente al directo –«el BAM 98 y Benicàssim fueron conciertos simplemente correctos»-, La Habitación Roja intentan esperar su tren definitivo al olimpo del pop español con toda la electricidad y emoción que les faltó en anteriores ocasiones. «Largometraje» es el voto de confianza que necesitaban.

«Largometraje» está publicado por Grabaciones en el mar.

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