¿Cómo empezó todo? ¿cuál fue el origen? ¿qué recuerdas de aquellas primeras ediciones? ¿qué obstáculos hubo que salvar en cuanto a presupuestos, infraestructuras, contratación…?
Los primeros años 90 eran años de efervescencia. Al igual que en los primeros 80, surgían grupos en cualquier pueblo, sellos como Elefant, Subterfuge, distribuidoras, había un gran movimiento de fanzines, estaba Radio3 y programas como el mío (Terminal Pop) en la radio autonómica murciana que difundían esos grupos, nacían nuevas publicaciones como Spiral, hubo la gira Noise Pop y empezaron a salir festivales (El Falset, Bullas…), y en esto llegó el FIB. Había en el aire un deseo de difundir toda esa música que estaba saliendo, y el FIB de Luis Calvo y Joako Ezpeleta fue como un banderín de enganche. En mi caso no pude resistirme y me alisté inconscientemente. Las primeras ediciones estaban dominadas por el entusiasmo, el voluntarismo y la falta de medios (lo que ha sido una constante en el caso del lemon pop). Todo estaba por hacer.
Tras el boom de los festivales a finales del siglo pasado hubo una especie de burbuja que se llevó por delante muchos eventos de este tipo. ¿Cómo superó el festival esta primera crisis? ¿Qué hizo que vuestra marca fuera sostenible en criterios económicos, organizativos…?
Supongo que en el caso del Lemon Pop se debió a tener unas fuertes raíces; también a tener unos criterios y mantener una coherencia ideológica basada en la independencia, pero la verdad es que no nos hemos ido hasta ahora de milagro. Me viene a la cabeza un concierto de apoyo al festival que surgió de forma espontánea bajo la denominación de ‘VivaLemonPop Party’, donde tocaron casi una veintena de grupos murcianos : Klaus & Kisnki, Alondra Bentley, Second, Vacaciones… Momentazo excepcional que resume el espíritu del Lemon Pop. Supongo que el apoyo del público y la gente de la cultura, y las dimensiones manejables del festival, han hecho posible su subsistencia tratándose de un festival público. Lo cierto es que las cosas no han sido fáciles para el lemon pop, especialmente estos últimos años en los que han surgido en la zona otros festivales con apoyos millonarios por parte de las instituciones que casi nos han sepultado, aunque hayamos podido sacar un poco el cuello como un desafio. Me parece un agravio comparativo, un trato de favor y un ninguneo para un festival netamente murciano como es el Lemon Pop.
La marca. Si algo caracteriza a vuestro festival es haber creado una marca por encima de un cartel determinado o un artista en concreto. ¿Cómo se consigue esto? ¿Qué línea de trabajo hay que seguir?
Nuestras credenciales son una coherente trayectoria de calidad, la pasión que ponemos y un público muy educado musicalmente. Y eso se valora. El Lemon Pop es uno de los festivales indies pioneros en España. A la chita callando, lleva dos décadas dedicado a sorprender, poniendo atril y altavoz a nuevas propuestas. Esto ha acabado generando una cierta inercia por parte del público que confía y aplaude nuestros carteles. Es un poco, salvando las distancias obviamente, lo que ha logrado Michael Eavis con Glastonbury: agota los tickets sin que se haya anunciado el cartel. Una reunión de amigos a la vuelta del verano con el pop como máximo común denominador.
¿Qué destacarías a día de hoy de vuestro festival? ¿En qué momento se encuentra después de dos décadas en cartel?
Su criterio independiente. En mi caso, la apuesta es por festivales de dimensión humana que mantienen una cierta coherencia ideológica, pero admito y entiendo la coexistencia de festivales, y cada vez soporto menos las grandes concentraciones de gente que van a ponerse hasta el culo y no saben ni qué grupo está tocando. En las dos últimas décadas hemos visto nacer y crecer muchos festivales. Algunos ya han desaparecido y otros han renunciado a los principios por los que se crearon. El dinero, los patrocinadores se han ido a los grandes (en tamaño)… ¿qué papel se le asigna a la música?
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