"No soy Katy Perry, jamás estaré en las grandes radios”
Entrevistas / Selah Sue

"No soy Katy Perry, jamás estaré en las grandes radios”

Yeray S. Iborra — 31-08-2015
Fotografía — Archivo

Después de arrasar en su Bélgica natal –también en EEUU– con su álbum debut, Selah Sue depura su sonido y amplifica su mensaje con “Reason”, que promete seguir expandiendo su sonido. Quién sabe si su visita a España en noviembre (25 en Madrid, 26 en Barcelona) será la última en pequeño formato.

Bélgica escupe estrellas a un ritmo vertiginoso. Incluso más allá del Atlántico. Hablo de Stromae, por ejemplo, o –cocinándose– Sanne Putseys, ‘Selah Sue’ (Leefdaal, Bélgica). Su álbum debut, “Selah Sue”, definido como ragga-ragga-soul, se puso en los 700.000 copias despachadas en Europa en 2012 y las 400.000 descargas en EE.UU: ¡La prensa americana la comparó con Amy Winehouse! Después con Adele, Janelle Monáe… Y vayan sumando. Tenía 22 años. “La música es totalmente diferente a todas ellas. Pero bueno, prefiero que me comparen con las mejores, puestos a elegir”, responde ajetreada (día de prensa) Sue, que, ya con 26, afronta la salida del segundo largo, “Reason” (Because Music, 15) con serenidad. Tablas no le faltan. De adolescente le dijo que no a una ‘multi’ para salvaguardar su carrera. Desde que descubriera con 14 en la MTV a Lauren Hyll tuvo claro que su vida debía ser la música. Está dando pasos coherentes: “Reason” se aleja del batiburrillo que era su debut y encuentra una línea más serena. Incluso comercial, entre el soul ‘old school’, el trip hop y la electrónica sutil, de la mano de Robin Hannibal y Ludwig Göransson (producción): “El objetivo ha sido hacer grandes canciones con producciones modestas. Hacerlo todo en un sonido mucho más definido. En una dirección. Mi voz debe ser el ‘link’ entre las canciones, sin más”.

La belga ha dejado atrás el tópico reggae del ‘happiness’ y centra el disco en la “aceptación personal, las idas y venidas de la vida”. Sue, que iba para psicóloga por una depresión a los 16 que le marcó profundamente, se siente segura ahora. Maneja un equipo grande y ejerce de capataz. Todo a punta a que va lanzada. Tampoco le intimidan las dificultades relacionadas al género, aunque ya sean demasiados los comentarios relacionados a su aspecto físico, su pelo, su… Tiene personal a su cargo y mayor que ella, por eso no afloja; no duda en cortarme al teléfono para pedir de mala baba que se callen los de su alrededor: “¡Hacéis mucho ruido!”. En noviembre veremos ese arrojo en los escenarios estatales; tal vez sea la última opción de disfrutarla en pequeño formato, aunque ella asegura que no aspira a más que vivir de su música: “No quiero ser una artista mundial, no soy Katy Perry. Jamás estaré en las grandes radios”.

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