Romántico empedernido
Entrevistas / David Gray

Romántico empedernido

Redacción — 22-10-2002
Fotografía — Archivo

Estamos ante un compositor que se mueve por el tembloroso alambre que separa el éxito del sello de autor con sorprendente agilidad. “A New Day At Midnight” (Dro, 02) tiene algo de salto mortal sin red: el ejercicio sigue siendo el mismo y, sin embargo, un error y estás muerto. Aplausos pues para él.

Ya está. Tenemos un golpe de suerte: “White Ladder”, o la demostración empírica de que el público masivo también demuestra criterio cuanto tiene la opción de elegir. Tenemos una carrera sólida, cimentada en una serie de álbumes (“A Century Ends”, “Flesh”, “Sell Sell Sell” y el citado “White Ladder”) que hacen de David Gray algo más que un primerizo inflado por el capricho de un A&R sin escrúpulos. Y tenemos, finalmente, nuevo trabajo, un “A New Day At Midnight” que repite las constantes que le han llevado al éxito. Ya sabes: corte acústico, barnizado de ritmos y algún que otro detalle electrónico, con una voz en primer plano cuyo timbre aún trae a la memoria el registro trágico de Jeff Buckley. “Tuve dos años en que no paré de dar conciertos, hasta septiembre del 2001”.

“El éxito tiene muchas cosas negativas, pero te aseguro que es mucho peor ser un fracasado”

¡Vaya! El dichoso septiembre negro. “Sí. Fue entonces cuando compuse ´Freedom´, que fue el punto de partida de este álbum”. En su nuevo trabajo, el oscuro romanticismo que servía de hilo conductor a pasadas entregas ha cobrado tintes más trágicos. Temas como “Caroline” o “December” nos arrojan a un campo de batalla en que no sólo el rechazo sirve como arma arrojadiza, en que funestos presagios se ciernen sobre nosotros y el desamor se abandona como un recuerdo de adolescencia. “Pues no creo que sea mi disco más pesimista. Lo que ha ocurrido es que en los últimos tiempos la vida me ha golpeado fuerte. Hasta hace poco se puede decir que era un tipo con suerte en todos los aspectos, pero he tenido una mala racha: ha muerto mi padre y he tenido una serie de problemas personales. Así que es normal que todo eso se haya visto reflejado de alguna forma en el álbum. Pese a todo creo que es un disco que respira esperanza, desde el propio título”. Pues salir a la palestra con un single titulado “Dead In The Water” me parece, cuanto menos, valiente. Que una cosa es que la tristeza cotice al alza entre los sonidos que vienen de las islas y otra imaginar un cuerpo inerte flotando sobre el lago. “No ha sido una decisión mía, pero imagino que han elegido ese tema porque melódicamente es muy representativo del disco. De cualquier forma creo que la música que escuchamos en la tele y en la radio no es representativa de lo que la gente realmente quiere oír. La gente necesita canciones pasionales, que hablen de la realidad”. David parece un jovenzuelo despreocupado. Curioso. Mientras habla me pregunto hasta qué punto es consciente de su posición actual como estrella del pop confesional. Porque, más allá de su innegable talento para componer baladas de corte folk, que tienen la virtud de contentar a aficionados/as de Alex Ubago y Radiohead por igual, a estas alturas David Gray también podría estar tocando en el metro de Londres y ninguno de nosotros nos sorprenderíamos por ello. Entonces ¿qué coño separa el éxito del fracaso para un tipo como tú? “Creo que con ´White Ladder´ hice un disco que estaba muy por encima del resto. En los anteriores sólo había dos o tres buenas canciones. Pero con ´White Ladder´, como con este disco, estoy satisfecho de todos mis temas. Y también ha influido mucho el hecho de que me dejara aconsejar por otra gente que me ha enseñado las enormes posibilidades del estudio”. ¿Y esas pinceladas de electrónica con que has dotado de modernidad un estilo esencialmente clásico? “Posiblemente hayan ayudado, porque cuando la gente lo escucha piensa ´¡oh! ¡qué actual!´. Pero yo no contaba con que haya gente que pueda pensar de forma tan estúpida”. Yo sigo viéndote como un descendiente directo de la tradición folk-rock... “Estoy totalmente de acuerdo. ¿Sabes? Cuando empecé a utilizar samplers y ritmos pregrabados no hacía más que buscar mi voz, para no convertirme en el enésimo revisitador de Dylan o Young. Casi fue como un accidente. Pero yo vengo de ´Astral Weeks´, ´Blonde On Blonde´, ´Pink Moon´, ´Nebraska´... Esos han sido mis discos de cabecera y aún lo siguen siendo”. ¿Y qué te parece esa oleada de grupos que vienen desde América y han pervertido la tradición country, enfrentándola a elementos del pop y otras músicas? Me refiero a Lambchop, a Will Oldham... “Para mí es muy interesante el modo en que esos grupos están haciendo suya la música tradicional americana... Recuerdo que, en Londres, fui a un concierto de Kurt Wagner, Howe Gelb y Mark Linkous, que actuaban en una pequeña Iglesia y estuvo realmente bien. Es una especie de revolución silenciosa, que toma el country como algo en permanente movimiento. La cuestión es que yo adoro a Jonnhy Cash. Creo que en cierto sentido tengo un corazón muy americano...”. Y Gray lanza una amplia risotada que me hace pensar que, por primera vez desde que he entrado en la habitación del hotel, se encuentra realmente a gusto. Imagino que, hablando de la música que realmente aprecia, reconoce por un momento a aquel chaval de Manchester que empuñaba la guitarra para lanzar exabruptos punk con un grupo de amigos. Por eso dime, David, ¿aún aprecias la celebridad como asegurabas hace un par de años? “El éxito tiene muchas cosas negativas, como que en los últimos tiempos me hayan acosado a preguntas sobre mi vida privada y la muerte de mi padre. Pero te aseguro que, pese a todo, aún sigue siendo mucho peor ser un fracasado”.

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