Personalidad gélida
Entrevistas / Fever Ray

Personalidad gélida

Jorge Obón — 12-06-2009
Fotografía — Archivo

Toda la música de Karin Dreijer Andersson, tanto al frente de The Knife, como en solitario en Fever Ray, tiene la rara virtud de crispar los nervios a unos pocos, pero de gustar a muchos como si fuera un asunto religioso. Esta vez, en “Fever Ray” (Nuevos Medios), Dreijer ha ralentizado el tempo y, desde el punto de vista de su nueva maternidad, nos trae un disco que conjuga vida diaria y cripticismo exótico. Fever Ray estará actuando en Sónar 2009.

Los hermanos Andersson decidieron darle un descanso a The Knife hace poco más de dos años. Desde entonces, Karin, la voz mutante del dúo, ha vuelto a ser madre y ha publicado “Fever Ray”, un álbum en solitario que ralentiza y corrige la oscuridad del sonido de The Knife para hacerlo aún más único.

"Lo que de verdad me gusta es ir a Youtube y ver los vídeos que hace la gente con mis canciones"

Pero aunque sea más orgánico y reflexivo, sigue habiendo demasiados puntos en común con el grupo madre. “Supongo que Fever Ray suena un poco como The Knife porque hago la mitad de toda su música, y porque con este disco he seguido donde lo dejé con ´Silent Shout´, y no es que quisiera cambiar mucho, sino que Olof (Dreijer, hermano de Karim) y yo decidimos tomarnos un descanso de nuestro trabajo en común, por eso me planteé hacer algo como esto”. Ese “esto” es misterioso, oscuro y acuoso, conceptos que se contraponen con los tonos pasteles que suelen invadir las mentes de muchos músicos cuando tienen la casa atestada de pañales. “Pues yo no puedo ver el mundo de color de rosa en el momento en el que te haces madre o padre y tienes que estar despierto las veinticuatro horas. Durante el primer año, entre el embarazo y la lactancia, te das cuenta de que todo es muy frágil y te hace realmente consciente de la muerte”. Todo esto se ha expresado con las letras más crípticas que le hayamos conocido a su autora por aquí. “No ha sido así en todas las canciones. Parte de las letras son más abiertas, con elementos muy claros de realidad, como en ‘Seven’, donde se mezcla el amor con las pastillas de detergente y lo que ocurre en el jardín de casa. Al mismo tiempo me gusta jugar con el contraste, porque también hay ideas que nacen de ese momento en el que tienes que cuidar de tu bebé y a veces no comes lo suficiente y estás muy cansada, por lo que la mente empieza a soñar durante el día en vez de por la noche, por eso el disco se desarrolla en un lugar que está entre la realidad y los sueños”. Así los oyentes son más libres de adaptar este sonido a su imaginación. “Sí, pero no me comunico mucho con la gente que escucha mi música. Lo que de verdad me gusta es ir a Youtube y ver los vídeos que hace la gente con mis canciones, pero atiendo en general poco al público. Puede ser algo muy extraño cuando discutes tu música con quien que la escucha, y que es gente que no conoces. Mi prioridad en ese sentido es componer y grabar música en el estudio, y en el momento en el que me doy cuenta de que he escrito una canción buena, ese es mi triunfo. Lo que ocurre después no significa mucho para mí. La gira que voy a hacer es un puro experimento. Habrá gente montando la escenografía y llevando a cabo experimentos muy visuales, pero no tendré mucho que ver ni con ellos”. Sorprende que Karin deje tanto al criterio ajeno cuando, por ejemplo, sus últimos vídeos tienen tantas cosas en común, como el agua, confinada o corriendo, que parece un elemento necesario para su narrativa musical. “No, la verdad que no le dije nada al director sobre que trabajara con agua o no, pero es cierto que es un elemento en mi música y en mis letras. Lo único que hablé con Andreas Nilsson, el director de ‘If I Had A Heart’, es que queríamos que tuviera alguna conexión con ‘Dead Man’ de Jim Jarmusch, esa película en la que Johnny Depp termina en una canoa navegando hacia la muerte. Nos pareció una idea interesante para plantear este vídeo”. A continuación, Karin no llega a aclarar qué relación existe para ella entre el agua y la vida o la muerte. Le cuesta dar explicaciones personales y prefiere escaparse, cuanto más lejos, mejor. “El sonido del disco es una evolución natural para mí. Fíjate que Olof, por ejemplo, ahora mismo está trabajando en una ópera, y como yo, estamos trabajando en música menos bailable porque necesitamos probar cosas distintas. En este momento quería que la música reflejara más mi estado actual, más tranquilo y físico”. Hay que insistir con la persona que se esconde tras esa constante careta. La crítica se afana por describir su música con adjetivos nuevos, y gran parte del público no sabe muy bien cómo ubicarla aunque la adoren. “No creo que lo que haga sea tan diferente al resto, es sólo música. Es pop con cierto toque de experimentación, pero sobre todo es melodía en canciones, por lo que no me siento aislada con mi sonido. Lo que puede tener de especial tal vez son más mis ideas sobre cómo enfrentarme a la industria y al público, ahí es donde me puedo sentir un poco sola”

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