"Parece que si las canciones las toca un tío de Zamora no es tan glamuroso"
Entrevistas / La Maravillosa Orquesta Del Alcohol

"Parece que si las canciones las toca un tío de Zamora no es tan glamuroso"

Eduardo Izquierdo — 22-01-2018
Fotografía — Archivo

Lo habían mantenido en secreto, aunque viendo sus antecedentes podíamos sospechar que algo pasaba. Demasiado tiempo había pasado desde La primavera del invierno, disco en directo al margen, y la sensación de que La M.O.D.A. (La Maravillosa Orquesta del Alcohol) andaban tramando algo sobrevolaba en el ambiente. No íbamos desencaminados. Se estaba gestando Salvavida (de las balas perdidas) (PRMVR, 17).


Ya lo tenemos aquí. Once nuevas canciones del grupo reunidas bajo el nombre de Salvavida (de las balas perdidas), un disco para el que han trabajado muy duro. “Estamos muy contentos, muy ilusionados con el resultado. Hemos estado casi un año currando en la sombra, sin poder contárselo a nadie, y la cosa ya nos quemaba”, nos asegura David Ruiz, voz principal del proyecto. “Hemos estado contentos de todo lo que hemos hecho antes, pero este quizá ha sido más compartido. Ya sabes que cuando empiezas tienes una idea en la cabeza, pero en el fondo no sabes cómo acabará todo. En este caso era difícil imaginar que acabaríamos tan satisfechos”. Y era difícil, quizá, porque el grupo se enfrentaba al disco con la sensación de etapa cerrada tras la publicación de su primer disco en directo, Todavía no ha salido la luna (16). “El directo fue un broche de la anterior etapa. No creo que tenga mucho que ver con este disco. Era un punto y aparte de esa fase, y punto de partida para algo nuevo”. Aunque empezar algo nuevo, tener esa sensación, no implica necesariamente romper con todo lo que has hecho antes. En La M.O.D.A. tienen claro que, si algo funciona ¿para qué tocarlo? Por eso encontramos nombres que nos son familiares entre los créditos de este tercer disco en estudio. “Santi García es alguien con quien es muy fácil trabajar. Tiene mucho talento y una capacidad innata para entender a grupos de carácter bastante dispar. Nos comunicamos de tú a tú y nos entendemos. Pisa el mismo suelo que nosotros y eso es muy importante. Llevamos dos discos trabajado juntos y eso se nota. Ya no es una cuestión de colocar los micros o utilizar el equipo de una determinada manera, sino la capacidad para acabar de dibujar canciones en el estudio. Hemos hecho equipo con él y Diego Galaz que, igual que en el pasado disco, ha hecho de arreglista. Ellos aportaban una visión ajena a la banda, algo muy importante, que al mezclarlo con nuestra forma de pensar quedaba mucho más rico”.

No querían, eso sí, recorrer caminos ya transitados. La seguridad que otorga un proyecto firme, asentado, les permitía arriesgar. Sin volverse locos, pero dando un paso más en su carrera. “Es un álbum con más detalles que nunca y no te diré que al haber tantas mentes pensantes ha sido sencillo, pero sí ha sido fluido. Claro que tienes tus momentos de crisis, pero los hemos superado bastante bien. Está claro que el grupo tiene su identidad, pero con esta manera de trabajar se abrían nuevas ventanas que nos interesaba estudiar para no repetir lo hecho en discos anteriores”. Por eso han dejado que nuevas influencias tomaran las riendas de sus canciones. Sin anclajes. Ampliando la lista de músicos de cabecera. Mirando no solo al otro lado del charco, sino también bien cerca. “Hemos dejado que aparecieran nuevas influencias, como la música balcánica, la chanson francesa, etcétera. Sigue estando la referencia de músicas norteamericanas o británicas, pero no nos hemos cerrado a nada, como prueba por ejemplo que por primera vez hayamos incluido un clarinete en un disco. Hay marimbas, vibráfono… Santi nos ha empujado mucho hacia cosas nuevas, experimentar con nuestras canciones. Sobre todo, hemos hablado mucho, y la comunicación ha sido esencial para que todo llegara a buen puerto. En el equilibrio ha estado el secreto”. Por ello no dudan en considerar que han conseguido acercarse a sus raíces. No a aquellas que les son lejanas, y a las que no renuncian, sino a las que se asientan en la tierra que pisan cada día. “Nos hemos atrevido a dejarnos influir por cosas más cercanas y no solo por lo americano. En este disco nos atrevemos a investigar en nuestro folk y en el folklore europeo. Antes era un proceso algo contradictorio en el que nos íbamos lejos a buscar inspiración para encontrar las respuestas cerca. Tenemos una música castellana muy rica, con estructuras y formas sorprendentes que cuando las toca un tío de Texas nos parece una maravilla, pero no sabemos darnos cuenta que estaban ahí al lado. Parece que si las toca un tío de Zamora no es tan glamuroso, pero creo que eso está cambiando un poco”. Una sensación que también tienen cuando se habla de productores. “El tema de los productores es parecido. Parece que si te dicen un nombre de un americano no es lo mismo que si te dicen el nombre de Santi, pero la cosa está virando”.

¿Y el disco? ¿Qué lo hace diferente al resto de su producción? Quizá la existencia de una línea argumental. ¿Han hecho La M.O.D.A. un disco conceptual? “No sé si hay un concepto unificador, pero igual se acerca. Hay dos tipos de letras, unas canciones que son más individuales, más introspectivas, y otras que tienen algo más colectivo, más de hablar de la relación de uno mismo con el mundo. Aunque en el fondo es cierto que lo que estás haciendo es hablar de personas y, sobre todo, de ti mismo”. Insistimos. Le damos vueltas al tema. Todos los discos hablan sobre las personas, claro, pero este parece hablar en concreto sobre uno mismo, logrando que nos situemos como protagonistas de sus propias historias. “Quizá sí que sea un disco conceptual sobre el ser humano. No nos vamos hacia historias alienadas a las personas, sino que intentamos adentrarnos en el tema de los sentimientos. Con emociones positivas y emociones negativas. Es evidente que todas las letras hablan de seres humanos porque no somos extraterrestres, pero es cierto que hemos intentado irnos al sentido más filosófico de ser personas”. Y el título no es ajeno a ello. “El título tiene mucho que ver con lo que digo. El concepto de ‘salvavida’ hace referencia a la música como esa manera de luchar contra esos miedos que habitualmente llamamos internos, pero también externos que son los que surgen y lo que ves en lo que te rodea. El concepto de las balas perdidas es un poco lo que Galeano llamaba ‘los nadie’ y que al final somos un poco todos. La gente de la calle, la gente popular, la llamada ‘gente normal’, gente que a veces no ha tenido ni una segunda oportunidad. Sobre esa gente hablan las letras”. Ese “salvavida” que incluso ha perdido la ese, buscando hacerlo más personal, más íntimo. “Hemos quitado la ese de ‘salvavidas’ para darle ese sentido más individualizado. Así la palabra vida adquiere más importancia, además. Hemos querido jugar con el lenguaje porque conceptualmente nos gustaba más, porque la persona que lo lee puede hacerlo más cercano”. Incluso la portada acaba participando de esa unidad. “Claro, porque hemos querido que eso también se reflejara en la portada. Y eso que nosotros no quisimos influir nada en el tema artístico. Nos limitamos a darle a Ricky Blanco y Javi Medina las letras y las canciones y ellos hicieron esa interpretación que creemos le va muy bien a la línea del disco. Yo creo que es una visión del ser humano arriesgándose, sin saber qué va a pasar con ese pájaro en la mano”. Más vale pájaro en mano que ciento volando, dice el refrán, pero La M.O.D.A. han decidido saltarse la sabiduría popular en busca de su propia identidad artística, aderezando su música con nuevos elementos e incidiendo en las letras de sus canciones más que nunca. Tiempo es de comprobar como lo defienden sobre las tablas en una gira que ya está agotando entradas a toda velocidad.

Decía Bob Marley que “mi vida solo tiene sentido si puedo ayudar a los demás, si mi vida es para mí y mi confort, entonces no la quiero. Mi vida es para la gente, esa es mi filosofía”. Y esa frase parece adornar por completo el nuevo disco de La M.O.D.A.. Alejarse de la comodidad, mostrando lo más interno de uno mismo para ayudar a los demás. Haciendo fácil que nos identifiquemos con unas letras “en las que he trabajado más que nunca. No me había enfrentado a tantos bocetos y tal volumen de frases escritas en ninguna canción antes. Miraba mis libretas y tenía un montón de cosas escritas para cada canción. No es que antes fueran menos importantes, pero esta vez he incidido mucho en ellas”. Pero antes de salvarnos, ellos también han sido salvados. Y David Ruiz nos confiesa por quién. Salvados por el minimalismo del piano de Yann Tiersen, por las letras y la manera de enfocar una canción de Silvio Rodríguez, por el eclecticismo punk de The Clash, por el post-punk y el rock sin complejos de Noir Désir, y por la genialidad inabarcable de Bob Dylan. Nombres que han sido básicos para que Salvavida (de las balas perdidas) sea exactamente como es.

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