Lagartija Nick, perros viejos con ganas de guerra
Entrevistas / Lagartija Nick

Lagartija Nick, perros viejos con ganas de guerra

Bruno Corrales — 18-01-2018
Fotografía — Vhanemix & MWMFoto

Pioneros del rock alternativo en nuestro país, tan inquietos y ambiciosos como para agotarse, reiniciar y vivir etapas muy diversas, los andaluces Lagartija Nick regresan con una de sus obras mayores. Reunida en 2013 la alineación original al calor de las reediciones de sus primeros discos, Antonio Arias, Juan Codorniu, Miguel Ángel Rodríguez Pareja y Eric Jiménez recuperaban el pulso y la efervescencia primigenia para una extensa gira repleta de nostalgia que ahora desemboca por fin en nuevo disco. Crimen, sabotaje y creación (Virgin/Universal, 17) no es solo el álbum que aprovecha la inercia de una banda rejuvenecida, sino también una ambiciosa obra influenciada por la muerte de Jesús Arias, presente con sus textos, ideas y composiciones.

A partir de un aspecto minimalista encontramos una obra insaciable, con una gran carga tanto social como personal. ¿Consideráis que os habéis vaciado más que otras veces?
(Antonio Arias) Es posible, sí. A la necesidad se ha ido adquiriendo la urgencia de expresar todo lo que quieres decir. Es como una especie de disco tanto del pasado como del futuro porque se puede entender solo con el pasado y también solo con el futuro, incluso han salido muchas más influencias de las que que esperábamos en un primer momento. Al principio, tras la reedición de los discos y tocando mogollón la necesidad era editar algo, como paso lógico, pero tras la muerte de mi hermano ya ves que hay un nivel mínimo del que no vas a bajar. Planteamos hacer un par de versiones para homenajearlo pero al mismo tiempo nos condicionó para todo, y una vez que entras en esa esfera ya no puedes evadirte de todo lo que conlleva. Desde el flamenco hasta el punk, ni en “Omega” hay un contraste tan brutal como lo que hay entre “Agonía, agonía” y “La soledad es política”. Esas mismas expectativas que nos creábamos solo podían ser satisfechas desde el corzón y desde el vaciamiento. Darlo todo y abarcar todas las influencias.

(Juan Codorniu) Ya era imperante que hiciéramos un nuevo trabajo, y esa necesidad se convierte en una necesidad a escala humana. Ahí puede que volcásemos mucho más de nosotros que por la simple dinámica de grupo.

La reunión de la formación original debió suponer un fuerte impulso en el estado de ánimo de la banda. ¿Llegó a ser un poco raro reproducir el pasado demasiadas veces?
(Antonio Arias) Evidentemente. Primero participas de la celebración, de ese reencuentro con la gente a la que le gustaba depende de qué disco, pero al mismo tiempo es un ejercicio de proselitismo. Desarrollando la gira pensamos: “está muy bien, pero no nos podemos dedicar a tener veinte años otra vez”. El sonido sale solo en cuanto te juntas, y lo mismo que te motiva el recuperar esa forma de tocar y ese repertorio también te motiva lo que notas que le falta. Ahora hemos incorporado teclado y no puedes tener esa muralla de sonido que teníamos antes, tienes que crear espacio y otra dinámica de canciones. El agobio que te puede dar lleva la solución dentro, pero claro que te preocupa. Aunque luego viene también tanta gente... en una especie de reencuentro feliz, que ante eso siempre te compensa, por muy repetitivo que hayas sido. Pero no te puedes quedar obcecado en esa repetición porque ni siquiera te lleva a ninguna mística, te lleva a resumirte. No se trata de ser tan previsible.

El título del disco procede curiosamente de una de las canciones de vuestro anterior disco, “Zona de conflicto”.
(Antonio Arias) En el disco anterior no tenía tanto sentido. Muchas de las canciones eran después del divorcio y escribir en caliente nunca es bueno... Cuando estábamos trabajando en este disco vimos que este era el título. Primero por el carácter reivindicativo de la muerte de mi hermano, que era periodista y lo echan a los cincuenta, se deprime y se abandona. Ahí ya tienes un crimen. También nos hemos dado cuenta con el paso del tiempo de que canciones como “La leyenda de los hermanos Quero” también hablan de un crimen, de los saboteadores de la lucha, del ruido que hicieron, que aún se mantiene... Al final acaba tomando sentido casi en cada tema.

El disco no solamente está dedicado a Jesús Arias sino que se sirve de parte de su obra periodística y musical como base de muchas de las canciones. Entiendo que es el mejor de los homenajes.
(Antonio Arias) Tiene una presencia desde el principio hasta el final muy inspiradora. Muy bonito el tener un recuerdo y compartir con la gente otra manera de hacer letras que en este país no existe. Él es pionero y casi único porque en aquellos tiempos si eras punki tampoco molaba que hablases de otras cosas que fueran un poco más complicadas. Esa complejidad también se debe a que recelamos de la gente que tiene múltiples talentos, queremos encasillar a las personas en una sola cosa.

(Juan Codorniu) Ser unidimensionales...

Uno de los momentos álgidos del disco es la ya citada “La leyenda de los hermanos Quero”, con la que actuáis de altavoz de una historia de resistencia que roza lo inverosímil.
(Antonio Arias) La historia de los hermanos Quero es muy muy grande en Granada, pero está muy soterrada, porque la propaganda franquista dura hasta hoy. Hicieron tanto ruido... se escapan de la cárcel los dos hermanos, de una cárcel en la que estaban matando gente hora tras hora, haciéndose pasar por manitas y aprovechando una obra.

(Juan Codorniu) Se fueron primero a la sierra junto a una partida de maquis, pero luego decidieron volver a Granada y se convirtieron en maquis urbanos. Es un historión que da para serie, pero enfocada desde el punto de vista de la propaganda del régimen eran solamente unos delincuentes y unos bandoleros. Si la guerra hubiera tenido otro final hubiesen sido héroes de la resistencia. Nosotros recuperamos esa visión.

(Antonio Arias) Ese ruido que hicieron es el que reivindicamos pero al mismo tiempo tiene una historia flamenca tremenda a través de las mujeres de los Quero, que eran gitanas del Sacromonte, grandes artistas como Tere Maya, que ya había bailado con Vicente Escudero en Nueva York en la época en la que ya estaban matando a todos los hermanos. Está también Gracita del Sacromonte, la hija del primer hermano que muere, Pepe Quero, una bailaora magnífica. La excusa de los Quero sirvió para aniquilar una cultura y ese odio se extiende, así que también es una reivindicación granadina cultural. ¿Por qué no hay una calle con el nombre de esa mujer? Porque era Quero. Se trata de escarbar y de hallar la luz, y en Granada es cierto que tiene poca profundidad de campo porque en cuanto pisas sale algo.

Debió de ser muy motivador respecto a la composición ahondar de este modo en una historia así.
(Antonio Arias) Conocíamos los libros, pero sabiendo que la familia está viva, y en nuestra experiencia con Val del Omar o Lorca, cuanto más los involucras más conocedores son de lo que tú estás haciendo, y si tienes su apoyo eso se dimensiona. Tú puedes cantar en una letra lo que has leído en un libro, pero hay cosas que solo sabes si te lo cuenta un hermano que está vivo. Al involucrarles a ellos te involucras tú mucho más, y no solo por agradarles sino porque necesitas esa fuerza. Cuando estábamos trabajando en ello creo que fue Eric el que dijo: “pero solo será una canción, ¿verdad?” (risas). Si es que esto da para un disco entero.

Otra de las canciones a destacar, procedente quizá del acercamiento a la astronomía y a las matemáticas de tus discos en solitario, es “Analema”.
(Antonio Arias) Sí, no era la intención recuperar esa movida de la poesía astronómica pero involuntariamente se te escapa. En algunas canciones me gusta cambiar la forma verbal para romper un poco la poesía, como algunos movimientos de posguerra, partiendo de lo clásico y enseguida rompiendo el discurso. En ese aspecto, “Analema”, incluso el título de la canción, sale al final como un motivo de desesperanza de que el tiempo no es cíciclo. No esperes aquí porque nada va a volver. Ha sido el único concepto astronómico, y era inevitable. Pido perdón (risas).

Es una idea muy potente que refleja a las personas esclavizadas a la nostalgia, a su pasado.
(Antonio Arias) Exactamente. ¡Esperar que el tiempo haga justicia!

(Juan Codorniu) Es una falacia. Lo de que el tiempo pondrá las cosas en su sitio. No, lo que muchas veces hace el tiempo es diluir.

(Antonio Arias) Cuando leo algunas críticas de discos en las revistas y terminan con lo de “el tiempo lo dirá”... ¡para eso no hagas la crítica!

Habiendo parido un nuevo disco con un contenido tan potente, ¿da rabia pensar en los modos de consumo de música actuales?
(Antonio Arias) Existe esa democracia tecnológica, pero la nueva vida del vinilo creo que potencia la escucha privada del álbum en otra experiencia. Lo puedes oir en Spotify a modo de single o te lo puedes poner en casa con esa especie de fanzine/panfleto que hemos hecho en la portada, y entonces te metes mucho más en una experiencia que no termina en el tercer tema. Esa dualidad existe y se podría definir como la escucha pública y la escucha privada. Se puede compaginar sin que sea lesivo para el disco ni para el mensaje del álbum.

(Juan Codorniu) Todo depende de la exigencia del escuchador, quien sea más paciente y quiera dedicarle más tiempo va a tener ese extra que es el poso que te deja. Porque yo creo que es un disco que cuando termina te deja pensando.

“Si nuestro entorno es violento, nuestra música abandona la paz”. Con esta frase anticipabáis el lanzamiento del disco en redes sociales. Nunca habéis sido ajenos a la realidad social, y supongo que el momento de crispación actual tiene su reflejo en el disco.
(Antonio Arias) Siempre hemos adaptado una estructura casi de collage en la letras, que el mensaje se forme solo a través del tiempo. Solo la exposición, el reflejar ciertos aspectos del mundo que te rodea es un mensaje. Porque tiene mucho de lo que callas, de tu subsconsciente. El arte tiene enmiendas para eso. Al nivel que estamos de confrontamiento, si es a través de discusiones, se separarán familias, grupos y casi que se va a terminar el mundo, pero creo que la cordura volverá.

Próximas fechas:
26 enero (Donostia, Kutxa Kultur Kluba)
27 enero (Vitoria, Helldorado)
2 febrero (Bilbao, Stage Live)
3 febrero (Zaragoza, Sala López)
16 febrero (Algeciras, La Gramola)
3 marzo (El Prat de Llobregat, La Capsa)
4 marzo (Olot, Festival Mini)
14 marzo (Granada, Sala El Tren)

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