La ira de Dios
Entrevistas / Nile

La ira de Dios

Daniel Rabadán — 05-03-2003
Fotografía — Archivo

Que un grupo salve un movimiento es mucho afirmar. Ahora, que una banda genere el interés suficiente a partir de una revolución en términos de innovación constante cuando hace ya mucho pensábamos que no había más allá, es casi equivalente. Nile y su indescriptible tercera obra “In Their Darkened Shrines” (Relapse/Roc.K, 02), han conseguido un imposible y han hecho que el metal se estremezca.

Una de las claves que ilustra la entidad musical y creativa de Nile como el grupo de death metal más vanguardista desde Morbid Angel, es el hecho de que no sólo no se desgañitan por ensalzar dichos atributos, sino que tampoco se esfuerzan por disimular su malestar ante los halagos y lisonjas cada vez más habituales, extendidas y unánimes, desde la edición de su primera obra “Amongst The Catacombs Of Nephren-Ka”. Pero en los dominios de los sonidos extremos no hay lugar para los triunfos espontáneos y por ello, para que más allá de las gentes del reducto de lo brutal les reconozcan su mérito, ha habido que esperar a la edición de su nuevo completo en el que por fin el oyente ha tenido el privilegio de escuchar en plena extensión toda su riqueza y su incontestable técnica. Para conseguirlo ha sido necesario un mayor presupuesto y sucesivos periplos de grabación a lo largo de todo este tiempo, como confirma Karl Sanders, ideólogo, guitarra y garganta en el ataque tripartito de voces guturales en el que se divide la banda.

“Donde vivimos no es que haya mucho de interés, así que ¿de qué íbamos a escribir? ¿De McDonald´s, Coca Cola o Donuts?

“En el death metal haces lo que puedes con tus medios y esta vez tuvimos más tiempo para buscar un buen sonido. Nuestra idea era que fuese más fácil de oír que ´Black Seeds Of Vengeance´, que tiene buen material, pero como trabajamos muy rápido, no tuvimos casi tiempo de corregir errores. Lo mejor de este disco es que tenemos nuevos miembros en la banda y existe un espíritu de equipo, no como en el pasado, que había malos rollos y discusiones. Ahora trabajamos todos juntos, lo que influye para bien en el resultado final del álbum”. Cuando optaron por el nombre de Nile acordaron suscribir un contrato de por vida con la temática del antiguo Egipto como contexto a partir del que moldear una cuidada lírica centrada en un conocimiento casi integral de la materia, alejados de todo amateurismo y superficialidad. Las indagaciones conformaron el concepto y, a partir de él, las canciones (con un marcado y particularísimo acento exótico) no requirieron de un tratamiento precisamente melódico y calmo, como es costumbre en estos raros casos. En el suyo particular, el death metal como forma de expresión genuina, se ha revitalizado evolucionando sin concesiones ni intrusismos. “Resulta más sencillo en otros estilos en los que hay más espacio para incorporar más elementos, pero cuando tocas death metal la batería es muy complicada, las guitarras también y no es que haya demasiado espacio para otros elementos. En nuestro caso el gran reto es hacer las cosas complejas, todo lo que está ahí debe tener su sentido, y tienes que oírlo aunque haya una batería rápida. El truco es componer de tal manera que luego puedas oírlo todo”. Esa labor investigadora, esa sempiterna búsqueda y ese afán por saber sobre los vestigios de una de las civilizaciones más importantes de la historia de la humanidad, les ha llevado a cuestionarse e incluso criticar una suerte de imperio del que, como oriundos de Carolina del Sur, les es inherente: el hecho de ser norteamericanos. No es muy común que el ciudadano occidental de ahora, y mucho menos el del país del Tío Sam, cuestione aspectos tan cruciales como su propio pasado. “Donde vivimos no es que haya mucho de interés, así que ¿de qué íbamos a escribir? ¿De McDonald´s, Coca Cola o Donuts? Encontrar en esas condiciones algo de lo que hablar es desesperante y el hecho de que nos guste el tema egipcio y que lo hayamos estudiado en profundidad, nos motiva a escribir sobre ello e influye además en la composición de la música. Las letras nos guían de cara a construir la historia musical ya que ésta tiene que ajustarse a los textos, porque si la música dice una cosa y las letras dicen otra, no funciona, no tiene fuerza, han de ir juntas”. Pero Sanders no se ha limitado a hacer una mera recreación de hechos e interpretaciones de la compleja sociedad de los faraones. En numerosas ocasiones ha manifestado la versatilidad de sus líricas, aplicables a los comportamientos gregarios, y por ende políticos, lo que se entiende como un compendio de principios y sobre todo de malignidades, en un salto temporal en el que la naturaleza del homo sapiens, permanece inalterable. “Escribo letras sobre dioses, pero aplicando mi propia vivencia personal. Soy mi propio dios, tengo mi propia mente y mi persona, yo dirijo mi vida y nadie puede decirme que está por encima mío. Aparte de eso, está el hecho de que la gente no cambia. En los últimos seis mil años tenemos más tecnología, por ejemplo esta entrevista se estaría haciendo con un escriba con una tabla y un punzón en vez de con una grabadora, pero el ser humano no ha cambiado, sigue siendo violento, es el animal humano”.

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