El personaje y el autor
Entrevistas / Nacho Vegas

El personaje y el autor

Enrique Peñas — 03-12-2008
Fotografía — Archivo

La canción es lo primero. Lo dice Nacho Vegas, que publica su cuarto álbum, “El manifiesto desastre” (Limbo Starr), hablando consigo mismo y con los demás, convertido en autor y también en personaje. Un falso decálogo de once puntos que toma formas diversas (cabaret, rock, country o ranchera) y que encierra un único y definitivo mandamiento: la canción, faltaría más.

Con cada nuevo disco la figura de Nacho Vegas se ha ido convirtiendo también en su propio personaje, como en una novela de Paul Auster, en un inagotable juego de cajas en el que abundan las sorpresas, el azar, los dobles sentidos y los protagonistas esperando su ocasión para tener vida propia más allá del formato físico del disco. El autor ventila la disyuntiva de manera lacónica: “Puede, pero me da igual; las canciones están por encima de todo”. Su cuarto álbum (al margen de colaboraciones y Ep’s) lleva el título de “El manifiesto desastre”, y no es una excepción en el citado planteamiento.

"Cuando terminas una canción deja de pertenecerte, tiene su propia vida"

Fue Luigi Pirandello quien, hablando de “Seis personajes en busca de autor”, dijo que eran “criaturas” de su espíritu: “Estos seis estaban viviendo una vida que era de ellos y ya no mía, una vida que no estaba en mí poder negársela”. Y de manera similar, el asturiano afirma que “cuando haces una canción ella te atrapa de algún modo, manda sobre ti. Y cuando la terminas deja de pertenecerte, tiene su propia vida”. Es así como “En la sed mortal”, “El salitre”, “El hombre que casi conoció a Michi Panero”, “Ocho y medio”, “El ángel Simón” o “La noche más larga del año” han pasado a formar parte de un imaginario teatral y clásico, cuyo mejor testimonio se encuentra en el silencio que envuelve su interpretación en vivo.

"La única manera de respetar al público consiste en no dejar que éste influya en tu trabajo"

“Dry Martini S.A.”, “Detener el tiempo” o “Junior suite” contribuirán ahora a ensanchar esa colección. Este nuevo trabajo repite logros, con la sensación de que en esta ocasión lo hace de manera más ágil, conectando en este sentido más con su debut, “Actos inexplicables”, que con la densidad de “Cajas de música difíciles de parar” y “Desaparezca aquí”. “Para mí, lo que diferencia un disco de los otros siempre es algo complejo, no se trata sólo de si uno es más oscuro u otro es más ligero. Además, ocurre que en cuanto acabo de terminar una grabación, como ahora, aún no tengo la perspectiva suficiente para compararla con otros trabajos. Pero es como si ves una foto tuya de hace tres años. ¿Qué ha cambiado? Tal vez estés más gordo, tengas menos pelo o se te pueda haber puesto cara de gilipollas, pero en realidad eso sólo son pistas que te pueden hacer recordar lo que ha cambiado a lo largo de esos años en toda su complejidad”. “El manifiesto desastre” se grabó en verano en el estudio de Paco Loco en El Puerto de Santa María (Cádiz), con mezclas de John Agnello y una banda en la que continúan Manu Molina (batería y percusiones) y Xel Pereda (guitarras, banjo), incorporándose Luis Rodríguez (bajo) y Abraham Boba (piano y órgano). De esas sesiones surgieron dieciséis temas, de los que once integran el álbum, mientras que el resto (en ningún caso descartes), y quizá alguno más, probablemente den forma a un Ep dentro de unos meses, aunque el presente que nos ocupa es el de este decálogo imperfecto (diez más uno), en el que Nacho Vegas habla de desastres manifiestos para acabar alcanzando el manifiesto desastre. “Llegábamos al estudio con una idea básica de la canción y es allí donde toma su forma definitiva. A veces Paco nos daba ideas que le daban la vuelta y la llevaban a un sitio que nos sorprendía a nosotros mismos. Al final lo importante es conseguir que la canción mande por encima de cualquiera”. Nacho Vegas es el autor, pero también hay un creciente espíritu de banda (Las Esferas Invisibles), del que dan cuenta escenas de whisky, partidas de PSP, conciertos improvisados y múltiples conversaciones nocturnas. “Convivimos todos juntos en una casita al lado mismo del estudio y enfrente de la vivienda de Paco y Muni. Hay una piscina y un jardín en el que ya se han celebrado varias ediciones del Municàssim, el único festival del mundo donde todo el mundo tiene backstage, y sin necesidad de pases ni pulseras. Espero tocar en alguna de las próximas ediciones”.
Entrando de lleno en el álbum, sigue presente uno de los temas recurrentes en su trayectoria, la muerte, aquí especialmente en la última canción, a través de una historia en la que morir y matar son las caras de la misma moneda. “La idea de la muerte también está presente en otros discos, sobre todo en ‘Desaparezca aquí’, pero siempre acaba siendo un pretexto para hablar de la vida. Cuando uno es consciente del paso del tiempo y de la posibilidad real de la muerte es cuando empieza a reflexionar más sobre la vida, creo yo”. De utópica eternidad habla “Detener el tiempo”, donde además encontramos una explícita referencia a Bob Dylan (“yo me hundía en el ‘Blonde On Blonde’, haciendo que los días me durarán mucho más”), que sigue siendo uno de los grandes modelos para la música de Nacho Vegas. En el capítulo de sorpresas, merece mención especial la versión de “Anyhow I Love You” (rebautizada como “Nuevas mañanas”), del cantante country Guy Clarke, y también la ranchera “En lugar del amor”, un auténtico guiño a México, país donde su número de seguidores crece exponencialmente tras el álbum compartido con Bunbury (“El tiempo de las cerezas”). “Tuve oportunidad de tocar allí, y me fascinó el país. Antes ya me gustaban José Alfredo, Chavela y poco más, pero luego conocí a Cuco Sánchez, Agustín Lara o cosas actuales como Lila Downs. En ‘En lugar del amor’ utilizo versos de Pessoa; pensé que algunos de sus poemas últimos podrían ser letras de José Alfredo, así que los fundí añadiendo elementos propios, con todo el respeto hacia esos dos genios”. Y continúa: “Me enfrento a las adaptaciones con un enorme respeto por la canción original, pero luego me vuelco en ellas y las hago mías de algún modo. Todas las canciones, las escritas y las que están por escribir, están ahí, en el aire, y cualquiera puede atraparlas y hacerlas suyas por un instante”. Resulta igualmente curioso descubrir frases como “esto no es un drama, no es tan trágico”, que, fuera de contexto, pueden cambiar el punto de vista respecto a alguien de cuyos temas se ha esperado una y otra vez dolor, tragedia y sordidez, sin reparar en el humor negro que esconden habitualmente. “Lo que tengo claro es que no debo hacer nada pensando en lo que está esperando la gente, básicamente porque la única manera de respetar al público consiste en no dejar que éste influya en tu trabajo”. También hay imágenes que confirman que no sólo es un narrador, un contador de historias, sino que no son pocas las metáforas, algunas tan plásticas como esta: “...Y tus párpados cayendo se me antojan guillotinas”.
Más tarde apunta la posibilidad de colaborar en el futuro con Andrés Calamaro (“le conocí personalmente este verano y a mí me encantaría hacer algo con él, pero aún no hemos concretado nada”), aunque lo que más se comentará en estos días (crónica rosa del indie al margen) es el diálogo de Nacho Vegas y Christina Rosenvinge en “Lole y Bolán. Un amor teórico”, tema en la línea de los incluidos en el Ep que publicaron juntos el pasado año. “La idea la tenía antes, pero es cierto que cuando la terminé usé a Christina -si se me permite la grosería- de un modo parecido a como lo hicimos en ‘Verano fatal’, si bien el resultado y la intención son muy distintos”. A partir de entonces, una suerte de carteo, con colaboraciones recíprocas en “Tu labio superior” y “El manifiesto desastre”. “Estuvimos girando y preparamos nuestros respectivos discos casi a la vez; uno asistió al parto de la otra, y viceversa, y de pronto nos dimos cuenta de que cogiendo una canción aquí y otra allá parecía que estábamos reconstruyendo algo. Christina proponía hacer un musical, estr

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