Del blanco al negro
Entrevistas / Maga

Del blanco al negro

Redacción — 02-09-2004
Fotografía — Archivo

Nos proponen ponerle hielo a un caluroso verano con un nuevo trabajo que vuelve a presentarse sin título o escuetamente “Maga”, con más emoción si cabe que su predecesor, más dramatismo, más invierno y más oscuridad. En cierto modo la épica y el romanticismo de sonidos tan propios como los de los latidos del corazón del ser humano.

Maga es un grupo, un personaje, una estructura, un cuento, un concepto. Sus movimientos son viscerales, equilibrados, tendentes a la fibra y al dolor, a la belleza por tanto. Inigualable interpretación de un mundo imaginario o demasiado real, cargado de metáfora y de libre interpretación. Maga regresan en su segundo capítulo con emoción, tanto como pudo tener aquel primer “Maga” (Limbo Starr, 02), el blanco, sólo que esta vez sustituyen la inmediatez por la introspección, “Maga”, el negro. “Si la gente esperaba un ´Agosto esquimal´ es su problema, no hemos hecho un disco pensando en la aceptación que va a tener, es una continuación de Maga y nada más. Somos las mismas personas, pero con dos años más de experiencias, dos años además muy importantes en nuestras vidas. Tocar en Vigo o tocar en Santa Pola y que la gente se sepa las canciones te sube mogollón el ego pero te crea un poco de responsabilidad. En el momento en el que eso se diluye no podemos plantearnos el satisfacer lo que la gente espera de nosotros. Por eso hemos hecho lo que necesitábamos comunicar”. Miguel Rivera y Javier Vega comunican que la luminosidad, no del todo traslúcida de sus anteriores canciones, se tiñe de colores opacos, por necesidad, por las circunstancias y por la vida.

"Están empezando a salir grupos que cantan en español y eso no pasaba desde los ochenta… el camino lo abrieron Surfin´ Bichos o Los Planetas"

(Miguel) “Lo que queremos comunicar en realidad son cosas poco elevadas, son cosas muy cotidianas, el día a día, las vivencias. Nosotros no buscamos salvar el mundo o que se acabe la guerra con nuestras canciones. Hablamos de lo que nos pasa a nivel doméstico. Ahora vivo con mi novia y eso cambia tu perspectiva ante las cosas, eso influye en que cuando haces una canción, no piensas igual, no coges igual la guitarra, no cantas igual… son las mismas cosas de siempre pero en circunstancias diferentes”. (Javier) “Este disco es más introspectivo, ahonda mucho más en nosotros mismos, es mucho más mirarte desde fuera para dentro, mientras que el otro era una reflexión más superficial. Nosotros vivimos Maga en nuestras carnes, sobre todo porque es una terapia. Este disco es muy de invierno y muy de noche, eso ha influido en que sea un disco más pesimista que el anterior. Habíamos hecho un ´Medusa´, luego un ´Agosto´ y ahora nos apetecía hacer un ´Crujidos de reloj´. Eso no quiere decir nada con respecto a lo que haremos después, sino mira Chucho al que admiramos muchísimo. El ´78´ era un disco tétrico, como para cortarse las venas y luego hizo ´Tejido de felicidad´. Nosotros ya tenemos un disco blanco y otro negro, ambos son Maga”. Ambos se construyen con meticulosidad. En el caso del negro un sentido más complejo hace crearte barreras que se van diluyendo con las escuchas, gracias a que van aflorando los sutiles elementos electrónicos, las letras que recurren constantemente a imágenes y una gran variedad de estímulos que van desde “Astrolabios” (pinceladas a New Order), canción avance que engaña un poco, a los campos magnéticos en los que han bailado con melancolía los habituales referentes: más Björk, menos Radiohead. “En el tema de la electrónica estamos mucho más cerca de Björk que de Radiohead, sobre todo en la manera de utilizarla. La forma en la que la utiliza Björk me parece mucho más fina, usándola como un instrumento más y que hace que puedas escucharla en un disco tan alegremente como puedes escuchar a los Ramones, no es el rollo histriónico de Radiohead de vamos a reventar cosas. Ese tratamiento de la electrónica es en realidad lo que mueve. Este disco queríamos hacerlo de una forma orgánica por eso hemos contado con Jordi Gil y además, en vez de sacar los sonidos de librerías y ordenadores, los hemos fabricado nosotros con botellas de agua, una maza, alicates, bolígrafos, cubos de fregona, de esa manera hemos conseguido que la electrónica sea tan importante como cualquiera de los instrumentos habituales. Son sonidos originales y genuinos”. Genuinos por su forma de construir en castellano, algo que defienden desde hace tiempo y que les está en cierto modo marcando como referentes de nuevos parámetros para la música de este país. “Están empezando a salir grupos que cantan en español y eso no pasaba desde los ochenta. No creemos que nosotros hayamos favorecido ese momento, el camino lo abrieron Surfin´ Bichos o Los Planetas. Es cierto que en Sevilla hay un par de grupos que pueden seguir nuestros pasos, eso lo veo normal porque nosotros tenemos treinta años y hay muchos chavales con dieciocho que están empezando y que se fijan en lo que les rodea, como hacíamos nosotros a esa edad. Si ayudamos a abrir un camino al castellano, nos alegramos mucho, pero no nos sentimos profetas de nada”. Ensoñadores y contemporáneos, riesgo y placeres personales, nada de profetas. Artistas.

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